Usted está aquí: sábado 19 de marzo de 2005 Opinión Asegurarnos

Gustavo Gordillo

Asegurarnos

1. Quisiera resaltar nuevamente algunas de las paradojas contemporáneas a las que se enfrentan las sociedades latinoamericanas: a) cómo combatir eficazmente la desigualdad sin secar los incentivos de la iniciativa privada; b) cómo fortalecer la participación ciudadana enmarcada rigurosamente en un estado de derecho; c) cómo fomentar competencia e innovación al tiempo que se reconoce el valor de la solidaridad; y, d) cómo integrarse globalmente sin desintegrarse nacionalmente.

2. El informe titulado Un mundo más seguro: la responsabilidad que compartimos presentado el año pasado por el Grupo de Alto nivel sobre las amenazas, los desafíos y el cambio integrado por 16 ex jefes de Estado, primer ministros y personalidades al secretario general de Naciones Unidas contiene recomendaciones relacionadas con el tema de la seguridad desde distintas perspectivas. Parte primero de reconocer los diversos tipos de amenazas que enfrentamos como humanidad alrededor de seis conjuntos:

-Guerras entre Estados;

-Violencia dentro del Estado, como guerras civiles, abusos en gran escala de los derechos humanos y genocidio;

-Pobreza, enfermedades infecciosas y degradación del medio ambiente;

-Armas nucleares, radiológicas, químicas y biológicas;

-Terrorismo, y

-Delincuencia trasnacional organizada.

3. Hoy estas amenazas están interconectadas de una manera sin precedentes y es evidente que ningún Estado por sí mismo puede enfrentarlas exitosamente. Se requiere de la colaboración de todos y de la acción multilateral. Como lo subraya dicho informe para hacer frente al problema de las amenazas en nuestros días hay que embarcarse resueltamente por la vía de la prevención, y en este sentido el desarrollo tiene que ser la primera línea de defensa para un sistema de seguridad colectiva que se tome la prevención en serio.

4. Si todo esto resulta válido y esencial en el ámbito global, lo es más aún en el ámbito nacional. Tanto en las cumbres de Monterrey y de Johannesburgo se acuñaron dos conceptos de la mayor importancia. Por un lado, el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas brinda el fundamento político para que los países industrializados asuman mayores compromisos que los países en desarrollo. Justamente uno de los logros de ambas cumbres es el reconocimiento de que no es suficiente una hipotética "nivelación del campo de juego" en la esfera de desarrollo que sólo mantendría la desigualdad ya existente. Otro interesante concepto lo constituye el principio del enfoque precautorio que se aplica tanto al ámbito económico, como al ambiental. En el primero, por la urgente necesidad de adoptar políticas económicas preventivas durante periodos de abundancia, propiciando mayor información y mejores esquemas de regulación. En el segundo, para evitar efectos inesperados e irreversibles que aumenten la vulnerabilidad de la trama ecológica o ambiental.

5. El tipo de inseguridad al que se enfrentan los ciudadanos de nuestros países abarca la amplia gama de amenazas que van desde incertidumbres por falta de empleo o de redes de protección social hasta amenazas derivadas del crimen organizado o del terrorismo. Lo anterior me parece decisivo para sugerir que el eje articulador de un discurso político moderno puede ser el tema de la seguridad, entendida en sus diversas manifestaciones como lo planteó la comisión de alto nivel.

6. El principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas debería aplicarse también al ámbito doméstico y supondría, como lo propuso hace algunos años la Cepal, un pacto fiscal que vincule mayor recaudación para fortalecer la acción pública como mayor calidad en las políticas públicas y una incrementada fiscalización social. El principio precautorio no sólo es importante en el diseño de políticas anticíclicas, sino en el compromiso explícito de las sociedades nacionales de compartir de manera diferenciada los costos de shocks o de ajustes económicos y sociales. De hecho, la búsqueda de mayores niveles de bienestar exige un crecimiento económico alto y estable, pero éste resulta insuficiente cuando los patrones de desarrollo generan tendencias distributivas desfavorables, como muestran los países de América Latina y el Caribe, en particular en las dos últimas décadas. Ello implica que los objetivos sociales no se pueden lograr si la agenda de desarrollo no los coloca en el centro de la política económica.

7. Concebido así como eje discursivo, el tema de la seguridad podría generar un amplio consenso indispensable para enfrentar la desigualdad en sus múltiples expresiones sin al mismo tiempo provocar lo que hasta hoy aparece como una disyuntiva antagónica que amenaza con dividir y fragmentar aún más a nuestras elites políticas y a nuestras sociedades. Libertad y justicia deben articularse en programas políticos y luego en políticas públicas a través de una visión ampliada de la seguridad como tema central en el fortalecimiento de la soberanía popular.

8. Este es un discurso que puede encarnarse en redes sociales que promuevan e induzcan la participación ciudadana como una forma de aprendizaje social a través de la toma de decisiones que afectan y competen a las diversas colectividades respetando tiempos y expresándose en elecciones, parlamentos, comunidades y movilizaciones. Se trata de asegurarnos.

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