Usted está aquí: miércoles 16 de marzo de 2005 Opinión La hermandad del holocausto

Néstor Bravo Pérez

La hermandad del holocausto

Las razones por las que hemos entrado en una dinámica de especulación y en la creencia de que todo nuestro conocimiento obedece a una inevitable representación del mundo que todo lo filtra y nos impide vislumbrar más allá de los lenguajes, parecen tener varios orígenes. La filosofía abunda en perspectivas que tratan de establecer las maneras en cómo el ser humano se ha hecho una representación del mundo, en una línea que a veces no logra esclarecer las discontinuidades, incapaz de establecer una clara distinción entre quien observa y lo observado. El pensamiento es una repetición del mundo, el traslado de acontecimientos a nuestro cráneo con una literalidad que abruma realizada con una mirada naturalista de las cosas.

Conocemos en la medida que somos capaces de expresar lo que nos afecta, los hechos se realizan con nuestra palabra, nuestras acciones se manifiestan posibles, o quizá más viables, mediante la clara explosión de un gesto literario y adquieren la lógica del lenguaje con todo lo que podría traer consigo de arbitrario o de ficticio. Quién no es capaz de apreciar la amplia variedad de opciones que es el espacio cuando Borges habla del Aleph.

No todas las voces tienen la misma capacidad creativa ni el mismo nivel de audiencia o de convocatoria, pues en muchos casos sólo alcanzamos a observar que proyectos artísticos con una honesta intención crítica sólo alcanzan a ser una mueca intensa, una deyección obtusa o un exabrupto vacío de cualquier propuesta.

Quizá la realidad sea imposible de alcanzar por medio de los lenguajes que hemos construido hasta ahora y nos encontremos en la imperiosa necesidad de constituir nuevas opciones insertando diferentes sentidos en nuestro discurso. Quizá nuestro afán por entender la realidad tenga una consecuencia negativa y está provocando que nos alejemos cada vez más de ella llevándonos a la actitud del intento eterno.

Para entender y aprehender el mundo hemos promovido varias estrategias, nos hemos acercado al arte y a la religión, hemos hecho de la representación artística un parapeto o la dulce sublimación de lo divino; un arma política o la alegre hermandad del holocausto. Creemos que para ser creativos debemos establecer una ruptura continua como si se tratara de institucionalizar una tradición.

La búsqueda imperiosa de lo nuevo hace de la obra un suspiro efímero irrelevante. Cómo asirnos de algo tan endeble y pasajero, cómo establecer la plataforma que permita una relación más cercana y clara con los hechos.

Hemos tratado de re-presentar para trasladarnos a una plataforma que nos lleve a la presentación de los hechos, para que nos acerque a la dinámica contundencia de la realidad. Y sólo logramos vislumbrar la evocación de un misterio en la superficie de los textos, en el plano de las representaciones.

Nos han hecho creer que el lenguaje nos preexiste como si se tratara del mundo mismo, como si con el lenguaje fuéramos capaces de armarlo todo. Si es así, el lenguaje primigenio es un gran y enorme enigma, el arcano mayor que todo lo contiene, el secreto capaz de desvelar cualquier secreto, el signo de todas nuestras pasiones.

El arte trata de desplazarnos a un lugar fuera del entramado simbólico de la cultura que ancla nuestra percepción, la detiene y define. En este espacio generador de sentido que llamamos arte existe la posibilidad de crear la maquinaria que permite desplazarnos hacia el pensamiento liberado de ideas.

En la producción artística se realiza el acto de vaciar los nombres, de establecer el sacrificio adecuado para acceder al mundo, el coronel Kurt viajando hacia la sorpresa y el horror que es olvidarse de la cultura, Caín promoviendo la aniquilación del nombre. Abel es nadie, la destrucción del nombre que da la posibilidad a su hermano de comprender la complejidad del mundo mediante el sacrificio.

En el arte nuestra capacidad de aprender se realiza en la tentativa de representar las fuerzas de la naturaleza extirpando cualquier rasgo nominal, destruyendo el lenguaje con el afán de crear una nueva red simbólica que nos permita el acceso al mundo de lo posible.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.