Usted está aquí: miércoles 16 de marzo de 2005 Cultura Miguel Barnet: Cuba es una nación ''con una dignidad del carajo''

El papel del escritor implica ser un poco aguafiestas, expresa a La Jornada

Miguel Barnet: Cuba es una nación ''con una dignidad del carajo''

El gobierno de EU se puso antifaces ''y no quiere ver ni oír nuestra democracia'', deplora

Debemos superar las posturas puritanas en la isla, reconoce el narrador y político cubano

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Miguel Barnet, presidente de la Fundaci�ernando Ortiz, durante su entrevista con La Jornada FOTO Maria Luisa Severiano

Cuba ''es una nación con una dignidad del carajo'', afirma el escritor y político cubano Miguel Barnet en el contexto de las sesiones que comenzaron ayer en la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas que se desarrollan en Ginebra, Suiza.

''El gobierno de Estados Unidos siempre quiere aplastarnos, por un flanco o por el otro; golpearnos, aniquilar la cultura cubana.

''Se han puesto antifaces en los ojos, no quieren oír, no quieren que expliquemos nuestra democracia'', expresa Barnet, presidente de la Fundación Fernando Ortiz en entrevista con La Jornada.

El lunes, decenas de artistas e intelectuales de todo el mundo, a los que se sumó el Nobel de Literatura José Saramago, publicaron una carta abierta para advertir la nueva maniobra de Washington con miras a conseguir que sea aprobada una resolución contra Cuba, con el argumento de que en la isla no se respetan los derechos humanos.

''¿A qué derechos humanos se refieren? Yo entiendo que los derechos básicos con los que tiene que vivir y sobrevivir el ser humano son su economía, su salud, su educación, su posibilidad de ejercer la palabra.

''En Cuba el concepto de democracia es muy original; pero ellos sólo entienden la democracia con la definición que ha enarbolado el imperio, ese concepto neoliberal, y no quieren oír ni saber cómo es nuestra democracia'', añade Barnet, quien también es representante de Cuba ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Ni complacencia ni resignación

No hago diferencia entre mi labor política y la literaria, subraya Barnet, autor de Canción de Rachel y Biografía de un cimarrón.

''Creo que todo escritor -prosiguió- es político, y quien piense lo contrario está totalmente equivocado.

''Todo puede ser poesía y todo es político. Mi concepto de la política es muy amplio, profundo, y no tiene que ver con el concepto de politiquería que hay en muchos de nuestros países de América Latina.

''Lo político es ser parte de la sociedad y tener una responsabilidad. No estoy hablando del 'escritor comprometido', ése ya pasó de moda. Aunque uno no esté identificado con un partido o con otro, siempre se es político, porque vivimos inmersos en la gran trampa de la sociedad'', añade.

Al respecto, dice: ''siempre he sido crítico de la vida social y de mi país, porque eso es parte de la misión del escritor: no podemos ser complacientes, resignados ni dejarnos llevar por los cantos de la sirena''.

Eso ocurre con la literatura joven en Cuba: ''Tiene un sesgo crítico muy fuerte de la vida social, de las contradicciones que vive el país, indiscutiblemente. Hay una literatura erótica, una literatura dura, sucia, que tiene mucho auge en el país. y eso se debe a que el escritor siempre, en alguna medida, tiene que ver todos los ángulos de la realidad y ser hasta un poco aguafiestas''.

Labor literaria relegada

En Cuba, manifiesta Barnet, ''somos críticos de los fenómenos que se producen a partir de las contradicciones en las cuales vivimos. Ahora tenemos la contradicción de que es un país con dos monedas y esto trae diferencias sociales, de todo tipo, y son inevitables.

''Es un país que está abierto al turismo, pero atrae cosas buenas y algunas cositas malas. No podemos seguir teniendo posturas puritanas; debemos entender que a veces entran cosas feas.''

Debido a su trabajo político y como titular de la Fundación Fernando Ortiz, Miguel Barnet (La Habana, 1940) señala que su labor literaria ha quedado relegada.

''A veces me siento muy mal, muy frustrado, porque quisiera tener todo el tiempo para escribir, pero estoy en un gran dilema en mi vida. Es como cuando uno ama a una persona y de pronto se enamora de otra. Las ama a las dos y no quiere dejar ni a la una ni a la otra.

''Ese es el dilema: una de ellas, mi obra, me proporciona muchas satisfacciones. La otra, dirigir la fundación, me proporciona satisfacciones y dolores de cabeza.''

 
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