Usted está aquí: domingo 13 de marzo de 2005 Cultura "Momias voladoras" sobre el Palacio del Arzobispado

Trasladan al recinto esculturas de Germán Venegas

"Momias voladoras" sobre el Palacio del Arzobispado

Las piezas, incluidas en la exposición Elucubraciones

MERRY MAC MASTERS

Ampliar la imagen Maniobras nocturnas para la instalaci�e cinco enormes esculturas del artista pl�ico Germ�Venegas en el Antiguo Palacio del Arzobispado, hoy Museo de Hacienda FOTO Mar�Luisa Severiano

Entregada la urbe a los brazos de Morfeo, cinco cuerpos fantasmales iniciaron su descenso en los patios del Antiguo Palacio del Arzobispado. Desde el cielo una estrella solitaria fue testigo mudo de sus movimientos.

"Momias voladoras". Germán Venegas (1959), bien ubicado en la tierra, se refirió así a sus esculturas talladas en madera de ahuehuete, envueltas en "plástico burbuja", las cuales, a partir de la medianoche del viernes, literalmente volaron -gracias a las maniobras de una grúa hidráulica telescópica- por encima de la fachada del edificio colonial de dos niveles.

Esto, en aras de su inclusión en la exposición Elucubraciones, que el pintor y escultor oriundo de Magdalena Tlatlauquitepec, Puebla, inaugurará el jueves 17 a las 20 horas en el ahora Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (Moneda 4, Centro Histórico). En 1984 Venegas tuvo una primera muestra en la galería de esa dependencia.

La muestra, curada por Carlos Ashida, comprende mayormente pintura, pero también nueve esculturas; las de menores dimensiones ya estaban en la bodega del museo.

El bendito (1999), de 4 por 1.5 por 1.5 metros, fue el primero en alzarse por los cielos para descender ya sobre su base en los alrededores del patio central del museo, cuyo domo se corrió para que estuviera libre. Siguió la obra más grande del conjunto, La forma es vacío y el vacío sólo forma (2002-02), de 5 por 1.75 por 1.3 metros.

Narra Rafael Alfonso Pérez y Pérez, de parte del museo, que en algún momento se pensó colocar La forma es vacío y el vacío sólo forma en el espacio conocido como anexo B de las salas temporales, para lo cual hubieran tenido que quitar el techo. Desistieron de ello en la medida que no alcanzaba la "pluma" de la grúa. Así que Bodhisattva, No. dos (ambas de 2000-02) y Chac Mool (2000-04), de menores dimensiones, depositadas en ese orden en el segundo patio, se destinaron a las salas temporales.

Conocido por su trabajo en altorrelieve, Venegas explica cómo empezó el proyecto escultórico: "A principios de 1999, después de pintar unos cuadros con mucho color, tras una época de unos temples muy austeros, con base en tierras y óxidos, comenté a Carlos Ashida mi inquietud de hacer no nada más escultura monumental, sino escultura en sí, porque hasta entonces había hecho sólo dos o tres. Lo demás habían sido relieves.

"Carlos me invitó a trabajar un tiempo en su rancho en la costa de Jalisco. En un periodo de siete meses, de trabajos intensos, logré esculpir tres piezas que presenté en 2000 en el Museo de las Artes, en Guadalajara, donde Carlos era director. En vista de que estaba deteriorada la madera, Carlos pidió ayuda para fumigarlas por conducto de la universidad."

En esa institución educativa se interesaron en que Venegas hiciera un proyecto con ellos, para lo cual el artista solicitó una beca de coinversión al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Sin embargo, el proyecto nunca cuajó por el lado de Guadalajara. "Por fortuna -continúa el entrevistado- en esos días una persona me habló de Puebla para avisarme que vendían un árbol que ya estaba muerto, pero todavía en pie".

Ese árbol, un ahuehuete, se convirtió en La forma es vacío... Respecto a su modo de trabajar, Venegas informa que primero da al tronco forma con una autosierra y luego lo talla con la ayuda de andamios. Es una manera de "involucrarse con el material para trascenderlo".

Hace dos años, dentro del Festival Internacional Cervantino, Venegas exhibió varias esculturas en el Museo Regional de la Alhóndiga de Granaditas.

Identificado con la tendencia conocida como el neomexicanismo, Venegas empezó a cuestionar sus altorrelieves, que fueron de mucho éxito. Sus reflexiones coincidieron con la devaluación de 1994 y un cambio de modas. Decidió abandonar su trabajo anterior y empezar desde cero. Aprendió que esos giros no siempre son bienvenidos: "A nadie le interesa tu trabajo, vives mal y parece que defiendes algo que no tiene sentido".

Para superar una situación depresiva, "busqué lecturas, la meditación y me encontré con el zen. Al hacerlo hallé que es una línea en paralelo a la pintura que buscaba, pero que iba hacia adentro".

 
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