Usted está aquí: viernes 11 de marzo de 2005 Mundo Omar Karami vuelve al poder en Líbano, a 10 días de haber renunciado como premier

Continúa la evacuación siria de Batroum, Trípoli y las montañas que rodean Beirut

Omar Karami vuelve al poder en Líbano, a 10 días de haber renunciado como premier

El presidente Emile Lahoud lo designó después que fue propuesto por 71 legisladores

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Imagen de archivo de Omar Karami, durante una entrevista de prensa realizada el 24 de febrero FOTO Reuters

Beirut, 10 de marzo. Omar Karami, el Ramsey MacDonald de la política libanesa, ha vuelto al poder como primer ministro -en este momento "poder" es una palabra de significado restringido en el país árabe-, sólo 10 días después de renunciar al cargo debido a manifestaciones de masas contra la presencia siria en Líbano.

El más pro sirio de los gobernantes libaneses -el gobierno estadunidense colgó a su gabinete la etiqueta "hecho en Siria"- fue designado de nuevo por uno de los presidentes libaneses más pro sirios, Emile Lahoud, después que 71 de 78 parlamentarios, del Congreso que consta en total de 128 miembros, propusieron su nombre, más de la mitad de votos necesarios.

MacDonald fue quizá el más débil primer ministro británico del siglo XX -Churchill lo describió con crueldad como "maravilla deshuesada"-, pero Karami llegó este jueves al Parlamento con una amenaza: si no puede formar un gabinete que incluya a la oposición -la cual ya había rechazado su postulación-, habrá "peligrosos resultados imprevistos" en la economía libanesa.

Si bien fue el asesinato de Rafiq Hariri, ex primer ministro y símbolo de la regeneración libanesa de posguerra, perpetrado el 14 de febrero, lo que puso en peligro la economía, no hay duda que Karami entiende los peligros. Líbano tiene una deuda de 33 mil millones de dólares y, con Hariri asesinado, ¿quién puede salvaguardar la inversión futura en el país? De seguro Karami no.

El ejército sirio continuó hoy su evacuación de bases en Batroum, Trípoli y las montañas que rodean a Beirut -sus oficinas de inteligencia militar en la capital permanecen abiertas- y soldados libaneses ocupaban las posiciones vacantes. Muchos libaneses también regresaron a propiedades que estuvieron en poder de los sirios durante más de dos décadas, para reclamar sus tierras.

Pero el retorno de un gobierno de Karami, suponiendo que pueda formar uno, vuelve a poner las huellas digitales de siria en el gabinete libanés. Huelga mencionar que Karami prometió formar un "gobierno de unidad y salvación nacional", lo que los gobernantes libaneses han dicho de cuando en cuando durante los 30 años pasados.

Samir Franjieh, uno de los parlamentarios de oposición que ayudaron a romper el anterior gobierno de Karami, afirmó que su reinstalación lleva el propósito de destruir toda esperanza de diálogo nacional: "Es un paso que constituye un gran desafío a la oposición y a los sentimientos del pueblo".

Karami declaró que tiene el apoyo de la mayoría del Parlamento y del pueblo, y añadió que la manifestación pro siria organizada por Hezbollah el martes pasado, que atrajo a medio millón de personas, fue una "demostración de masas que reafirmó nuestra legitimidad en las calles de Líbano".

Que el nuevo primer ministro libanés sienta que una marcha de Hezbollah lo legitima, dice tanto de la política libanesa como de su extraordinaria reinstalación.

Sin embargo, lo que va quedando claro es que después de la retirada militar siria los guerrilleros de Hezbollah, que encabezaron la resistencia contra la ocupación israelí, serán la vanguardia de Damasco en Líbano, institución cuyo poder de organización y disciplina se utilizará para evitar que la retirada se vuelva la primera fase de un tratado de paz con Israel, al cual se opone hasta el patriarca cristiano maronita, cardenal Nasrallah Sfeir, en tanto Israel no se retire de los territorios palestinos y sirios ocupados.

Si bien sólo cuenta con siete escaños en el Parlamento, Hezbollah se niega a considerar el desarme de sus miembros -como exige la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, junto con el gobierno de Tel Aviv-, e inclusive Washington parece haber llegado a la conclusión, después de la megamarcha del martes en Beirut, que tendrá que vivir con una organización a la que durante tres años ha condenado como centro del "terrorismo mundial".

Walid Jumblatt, dirigente druso y jefe efectivo de la oposición libanesa, afirmó en repetidas ocasiones que Hezbollah, de filiación chiíta, pese a la asistencia que recibe de Siria y Libia es un movimiento libanés con un papel político que desempeñar.

Israel y Washington pueden soñar con un Hezbollah desarmado, pero es un mito la idea de que un ejército libanés, entre cuyos miembros hay gran número de chiítas, vaya a recogerle las armas.

También va quedando claro que la táctica siria de retrasar su retirada militar pretende romper la unidad de sus opositores libaneses. Este jueves no hubo manifestaciones de masas en la Plaza de los Mártires, ninguna revolución "de los cedros" y muy poca respuesta unificada real de la oposición a la reinstalación de Karami.

Puede que su reaparición como primer ministro sea una farsa -como sostuvo este jueves el periódico internacional Arab Al-Hayat-, pero lo más que la oposición pudo hacer fue anunciar un mitin para el sábado próximo en Beirut, en el cual 10 mil 800 personas supuestamente formarán una gigantesca bandera roja, blanca y verde libanesa -se distribuirán playeras gratis- en el centro de la capital.

Grupos pro sirios han organizado otra manifestación en Trípoli, la ciudad natal de Omar Karami. La "hermana Siria", al parecer, todavía intenta apretar a Líbano en su abrazo familiar.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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