Usted está aquí: miércoles 9 de marzo de 2005 Mundo Protestan medio millón de chiítas contra los planes de Estados Unidos para Líbano

"Abandonen sus sueños" de dominación, advierte Hezbollah a israelíes

Protestan medio millón de chiítas contra los planes de Estados Unidos para Líbano

"Fuente de terrorismo", califican a EU; "de allí provienen todos nuestros desastres", dicen

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Multitudinaria manifestaci�n Beirut en favor de la permanencia de las tropas sirias en L�no FOTO Ap

Beirut, 8 de marzo. Fue una advertencia. Decenas de miles, familias chiítas musulmanas libanesas, con bebés en brazos y los niños por delante, pasaron caminando frente a mi hogar en Beirut. Me recordaron a decenas de miles de chiítas musulmanes iraquíes que fueron con sus familias a las urnas en Irak, a pesar de tiroteos y ataques suicidas.

Ahora vinieron del sur de Líbano y de Bekaa para decir que rechazan los planes de Estados Unidos en Líbano y querían saber quién mató al ex primer ministro Rafiq Hariri, el pasado 14 de febrero, rechazar la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que exige a Siria salir de Líbano y el desarme del movimiento guerrillero Hezbollah. También querían expresar su "agradecimiento" a Siria.

Todo esto es querer mucho en Líbano. Pero a sólo 100 metros de las protestas de la oposición libanesa, medio millón de personas -cifra aproximada dada las extraordinarias habilidades organizativas de Hezbollah- protagonizó un plantón de una hora, con banderas libanesas y desafiando el proyecto de George W. Bush para Medio Oriente.

"Estados Unidos es fuente de terrorismo", proclamaba un cartel. "Todos nuestros desastres provienen de Estados Unidos". Muchos miembros de las decenas de miles de familias combatieron a Israel durante la ocupación del sur de Líbano y fueron arrestados y encarcelados por los israelíes, y temen que el apoyo estadunidense a Líbano no significará "democracia" sino la imposición de un tratado de paz libanés-israelí.

Había sirios entre la multitud. Yo vi autobuses con placas sirias que trajeron a familias desde Damasco, pero casi todo el medio millón eran chiítas libaneses que querían rechazar la resolución 1559, sólo porque pide el desarme de Hezbollah.

Por lo demás, están contentos con que los sirios se vayan, lo que me recuerda la matanza siria de miembros de Hezbollah en Beirut, ocurrida en 1987. Teniendo en cuenta el tránsito de armas de Siria y de Irán hacia Líbano, Hezbollah quería ser considerado un movimiento de resistencia, no una "milicia" que deba ser desarmada.

Lo que los chiítas querían decir es que ahora tienen el poder, que es lo que dijeron cuando votaron en Irak. En Líbano, los musulmanes chiítas son la más grande comunidad religiosa. Siria es gobernada por una pandilla de alawis -chiítas- y en Irak el dominio es de los chiítas que por las urnas llegaron al poder, e Irán es una nación chiíta.

Así que cuando el presidente Bush dijo una hora más tarde que "el pueblo de Líbano se ha manifestado por un gobierno libre", y que "los libaneses tienen derecho de determinar su futuro libres del dominio de un poder extranjero", el "poder" en que los chiítas pensaron no era Siria, sino Estados Unidos e Israel.

A 100 metros de distancia, los manifestantes que habían protestado por el asesinato de Rafiq Hariri permanecieron en sus carpas. Pero las protestas ya se habían fraccionado, gracias a los sirios. Por la noche, la oposición mayoritariamente cristiana, con un cierto número de extremistas maronitas, tomó el escenario.

La marcha de Hezbollah de este martes, si bien participaron algunos cristianos pro sirios, fue esencialmente chiíta. Y su mensaje no fue de agradecimiento a Bush.

"Las flotas vinieron en el pasado y fueron derrotadas, serán derrotadas nuevamente", dijo el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, en referencia a los estadunidenses.

Irónicamente, Bush habló en las siguientes horas del asesinato de 241 marines estadunidenses en Beirut, en octubre de 1982, como si sus muertes fueran responsabilidad de la red Al Qaeda,

A los israelíes, Nasrallah les dijo: "Abandonen sus sueños sobre Líbano. Al enemigo atrincherado en nuestra frontera, ocupando nuestro país y encarcelando a nuestro pueblo le digo que no hay lugar para ustedes aquí, y no hay vida para ustedes entre nosotros: ¡Muera Israel".

Era predecible que Nasrallah se refiriera a la guerra civil libanesa de 1975 a 1990. La multitud se encontraba en el lugar donde estaban las líneas que separaron a los libaneses durante la guerra pues la manifestación se congregó donde se encontraban las trincheras cristianas musulmanas.

"Nos reunimos hoy para recordarle al mundo y a nuestros aliados en el país que esta plaza que nos une, que no es otra que la de los mártires, fue destruida por Israel y por una guerra civil, y unificada por Siria con la sangre de sus soldados".

Esto por lo menos fue un inventivo pedazo de historia. Israel ciertamente mató a miles de libaneses -a más que los sirios que acabaron con cientos de vidas-, de cualquier forma el medio millón rugió en señal de aprobación.

¿Qué probó todo esto? Que existe otra voz en Líbano. Que si la "oposición" libanesa -que es pro Hariri, cada vez más cristiana- dice hablar en nombre de Líbano y goza del apoyo de Bush, existe una voz nacionalista y pro siria que no acepta sus demandas antisirias y ha identificado lo que cree es la verdadera razón por la que Washington apoya lo que Bush llama "la gran nación de Líbano": los planes de Israel para Medio Oriente.

La manifestación de hoy en Beirut se realizó al estilo usual de Hezbollah: máxima seguridad, muchos hombres jóvenes vestidos de camisa negra y con radios, una disciplina temible. No se permitió llevar armas o banderas de Hezbollah. No hubo violencia. Cuando un hombre sacó una bandera siria, inmediatamente se la quitaron.

¿Ley y orden? No fue "terrorismo" lo que Hezbollah deseaba emular. Siria ha hablado. Sus simpatizantes en Líbano han hablado. El comentario sarcástico de Bashar Assad de que quienes protestaron por el asesinato de Hariri necesitaban "un lente zoom" para llegar a los números de participación que decían tener, fue respondido por una manifestación de poder chiíta que no necesitó "zoom" alguno.

En las montañas de Beirut, aún congeladas por las nevadas invernales, muy pocos sirios se movieron. Había camiones militares sirios en la carretera internacional hacia Damasco, pero ningún repliegue, ni retirada o cambios de posiciones.

El acuerdo de Taif de 1989 estipulaba que los sirios debían retirarse de la meseta de Mdeirej, que domina Beirut, y ya aceptaron hacerlo, con 14 años de retraso. El documento oficial emitido por la delegación militar libanesa-siria en Damasco sugiere que éste es un nuevo repliegue -no uno viejo- y que en abril las fuerzas sirias, junto con su personal de inteligencia militar, se retirarán hacia la frontera siria-libanesa.

Permanece la interrogante: ¿se retirarán hacia el lado sirio de la frontera o se quedarán en el poblado libanés-armenio de Aanjar, del lado libanés, donde el brigadier general Rustum Ghazali, cabeza de la inteligencia militar siria, aún tiene su casa pintada de blanco?

De cualquier forma, Líbano ya no es algo que nadie pueda dar por seguro. La "revolución de cedro" tiene ahora una mayor dimensión, que no necesariamente favorece los planes de Estados Unidos. Si los chiítas musulmanes de Irak pueden retratarse como defensores de la democracia, los chiítas de Líbano no pueden pintarse como defensores del "terrorismo".

Así, ¿qué piensa Washington de los extraordinarios acontecimientos de este martes en Beirut?

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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