Usted está aquí: miércoles 9 de marzo de 2005 Opinión Chechenia, el Irak de Rusia

Editorial

Chechenia, el Irak de Rusia

El asesinato del dirigente de la resistencia de Chechenia Aslan Masjadov, perpetrado ayer por tropas rusas en una localidad cercana a Grozny, vuelve a poner en primer plano la bárbara confrontación que tiene lugar desde hace seis años en esa pequeña república caucásica y que ha sido eclipsada por acontecimientos internacionales igualmente bárbaros, como la agresión contra Irak que mantienen desde 2003 Estados Unidos, Gran Bretaña y sus socios menores. Ciertamente, hay diferencias enormes entre ambos conflictos, pero las semejanzas en uno y otro caso justifican el título de esta reflexión. Si, en los años 80 del siglo pasado, la Unión Soviética halló en Afganistán su propio Vietnam, una década más tarde Chechenia se convirtió para Rusia en una prefiguración de la destrucción y la ocupación de Irak por el gobierno de George W. Bush.

Para no obviar las distancias de uno y otro caso, baste con mencionar la cronológica ­el colonialismo ruso en la república caucásica se remonta a los tiempos de los zares­, y la gran diferencia de dimensiones entre Irak, un país de 25 millones de habitantes y más de 400 mil kilómetros cuadrados, y las de Chechenia, que tiene apenas un millón de pobladores y una superficie de menos de 20 mil kilómetros cuadrados.

Pero es importante recordar, al mismo tiempo, que los operativos militares del Kremlin en Chechenia y de la Casa Blanca en Irak tienen, entre otros denominadores comunes, el interés por el petróleo y sus rutas, así como cálculos geopolíticos que dejan de lado la destrucción y el sufrimiento inconmensurable que causan a las poblaciones de esos países. En el terreno de la correlación de fuerzas entre ocupantes y organizaciones de la resistencia, las semejanzas son tan evidentes que, en víspera de la invasión de Irak, en 2003, muchos analistas auguraron que las tropas estadunidenses ocuparían sin mayores problemas las grandes extensiones del país árabe, pero que habrían de enfrentarse en las ciudades a una encarnizada reacción de los nacionales, a semejanza de lo que les ha venido ocurriendo a las tropas rusas en Grozny. Esos pronósticos erraron el momento, porque no hubo una guerrilla urbana significativa tras la caída del régimen de Saddam Hussein, pero no la esencia, porque tras unas semanas de relativa calma la resistencia iraquí ha mantenido a los agresores extranjeros en un jaque permanente y les ha causado un número ya elevado de bajas.

Ante las acciones rebeldes, tanto los rusos en Chechenia como los estadunidenses en Irak suelen responder con ataques indiscriminados ­e injustificables­ a la población civil. Mientras más daño hacen unos y otros en los países ocupados, más logran enconar y radicalizar a los grupos en resistencia. Conforme Moscú y Washington anuncian sucesivas "victorias" contra "el terrorismo", la barbarie terrorista se fortalece y se expande. En esta perspectiva, el homicidio de Masjadov podría resultar, para los rusos, una victoria tan pírrica como lo fue para los estadunidenses la captura de Saddam Hussein. De hecho, cada vez que los hombres del Kremlin han logrado la liquidación física de un dirigente checheno, la resistencia antirrusa ha ganado en apoyo popular y en virulencia.

No debe omitirse el hecho de que el dirigente asesinado, quien fuera el único mandatario checheno elegido e internacionalmente reconocido, fue un partidario de la negociación y el diálogo con Rusia y que, hasta una semana antes de su muerte, insistió en que para iniciar un proceso de paz entre Moscú y Grozny bastaba con que ambas partes se pusieran de acuerdo en "la seguridad del pueblo checheno y en la protección de los intereses regionales y defensivos de Rusia en el Cáucaso Norte". Aunque el discurso oficial del gobierno de Vladimir Putin sigue refiriéndose a Masjadov como "terrorista" y "delincuente", lo cierto es que el líder desaparecido condenó invariablemente las acciones terroristas realizadas por otras facciones de la resistencia chechena, como los atentados dinamiteros en Moscú, el derribo de dos aviones rusos en pleno vuelo y la criminal toma de una escuela repleta de alumnos y maestros en Beslan, Osetia, en septiembre pasado, que dejó un saldo de más de 300 muertos y 700 heridos.

Para Shamil Basayev, el dirigente del grupo responsable de esos atentados, la muerte de Masjadov significa la eliminación de su principal adversario y la oportunidad de hacerse con el control del conjunto de la resistencia chechena, la cual, previsiblemente, cancelará cualquier perspectiva de negociación y se concentrará en la realización de nuevos atentados terroristas. Esta perspectiva recuerda el resultado conseguido hasta ahora por Bush en Irak al eliminar al régimen de Saddam Hussein: el fortalecimiento y la multiplicación de las organizaciones que recurren al terrorismo y la consolidación de los sectores más radicales del fundamentalismo islámico.

 
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