En San Cristóbal de las Casas, Chiapas

De la costumbre a la búsqueda de autonomía
cuatro fotógrafas indígenas aspiran a un lugar propio

--Xunka’ López Díaz, Juana López López, Maruch Santiz Gómez y Antonia Santiz Girón se formaron en el Archivo Fotográfico Indígena

Gaspar Morquecho

Para las indias y los indios de Chiapas la Ciudad es un espacio de oportunidades. San Cristóbal de Las Casas acogió a la población que fue violentamente expulsada de sus comunidades por los caciques. Recibe a quienes pretenden escapar de la situación de sobrevivencia en el campo y a las/los pocos afortunados que tienen los recursos necesarios para convertirse en ciudadanos. Ahora miles de indígenas viven en Las Casas y constituyen cerca del 40 por ciento de la población en ese municipio. Pero además – como dice la antropóloga Dolores Aramoni –, es un espacio que posibilita los intercambios sociales. Ejemplo de ello son Xunka’ López Díaz, Juana López López, Maruch Santiz Gómez – tzotziles de San Juan Chamula- y Antonia Santiz Girón –tzeltal de Tenejapa– que hoy se desempeñan y se forman como fotógrafas en el Archivo Fotográfico Indígena, proyecto que inició Carlota Duarte en 1992.

Cuenta Xunka’ que se inició como fotógrafa en 1996 y un año después expuso por vez primera su trabajo, logrando un tercer lugar con sus imágenes. Xunka’ estudió la secundaria y fue alfabetizadora: “Yo enseñaba a leer, a escribir. Ahí fue donde Carlota me fue a visitar y me dijo que si quería sacar fotos y yo le dije que sí. No sabía sacar fotos y recibí cursos. Nos enseñaron la fotografía y el cuarto oscuro. De los primeros seis que empezamos seguimos dos con Juana. Al primero recibía dos pesos por foto y en 98 cuando ya trabajaba en el Archivo tenía una beca quincenal de 400 pesos. Ahora es de mil 500”. En el 2001 Xunka’ declaró a la prensa: “Las primeras fotos no salieron bien, porque salieron cortadas, sin cabeza, sin pies y negras. Todo fue muy chistoso. Las mujeres se rieron mucho porque no salió nada.”

Esta mujer nació en Joltzemen y creció en San Cristóbal, pues sus padres fueron expulsados de Chamula cuando era muy pequeña. Ella es una tzotzil presbiteriana y se casó con un católico tzeltal. La religión no fue un impedimento: “En el 2002 me miró con amor y me empezó a preguntar si estaba casada. Al principio lo rechacé pero Emiliano es un buen hombre, amable y ayuda. Nos miramos, nos hablamos y quería ver como es su carácter.” Ahora la mujer tzotzil, chamula, usa el atuendo de la mujer tzeltal de Tenejapa: “Tienes que cambiar tu ropa me dijo mi marido” ¿Por qué? le pregunté y me dijo “por que me gusta mi ropa que tenemos”.

--¿Por qué aceptaste cambiar tu ropa?
--Pues hay que obedecer y se viste la mujer de donde es el hombre pero cuando voy a mi iglesia me pongo mi ropa. De por sí ahora uso ropa de Tenejapa, de Chamula y de mestiza.”
--¿Ya hay seña de pichito (embarazo)?
--Todavía (no).

Para Xunka’ la fotografía es “un recuerdo, un retrato de mi familia” y el tema que trabaja es la vida cotidiana de los indios. Xunka’ publicó su primer libro en el 2000 titulado Mi hermanita Cristina, una niña chamula. En él narra su historia, la de su familia y de Cristina su hermanita, ilustrada con 33 fotografías de Xunka’. En el 2001, sus trabajos se expusieron en la Universidad de Harvard junto con los de otros fotógrafos indígenas.

Juana López es la tía de Xunka’. Ella es soltera, más reservada y a sus 33 años estudia primaria. Para la entrevista Juana quería que sus compañeros fotógrafos participaran pues, según ella, como mujer “no muy sabe hablar”. Esta mujer chamula nació en 1970 y se inició como fotógrafa en 1996: “Carlota nos visitó y nos preguntó si queríamos sacar foto, aprender cámara. Yo tenía miedo pero use la cámara y salió bien una foto que salió en exposición en la galería de la Plaza Real, pero nos falta mucho. De un rollo sale una o dos fotos buenas”, dijo.

La obra fotográfica de Juana López se ha presentado en varias exposiciones de México y en el extranjero. Algunas de sus fotos se incluyen en el libro Camaristas y es la autora de Kichtik – Nuestro Chile, libro publicado en el 2002. En esta obra Juana nos muestra, sobre textiles, la variedad de chiles que se producen y consumen en Los Altos de Chiapas. En los textos Juana cuenta: “Empecé con las fotos de los chiles en 1998 [...] Me interesó tomar fotos de chiles porque quería expresar la historia de los chiles y que los chiles tienen diferentes sabores. [...] Puse los chiles encima de los rebozos porque quise ver la variedad y contraste de colores.”

Maruch Santiz Gómez es más abierta. Su forma de ser tiene que ver con su historia en la Ciudad. Antes de ser fotógrafa fue integrante de Sna’ jtz’ibajom, una asociación de actoras/es y escritoras/es indígenas de Los Altos de Chiapas. En Chamula, dijo, “sólo trabajaba en el campo y no hablaba español”. Juana es originaria de Cruztón, tiene 29 años y estudió secundaria. Vive en unión libre y tiene una hija, un hijo y... no quiso hablar más de su vida personal: “¿Acaso es fuerza que hable de mis cosas?”, reclamó. Su familia es costumbrista y quizás por eso fue la indicada para realizar el libro de Creencias. Sin embargo, Maruch ahora está cerca de los Testigos de Jehová.

Cuenta Maruch que como escritora “no muy” le gustaba escribir los cuentos y que como actriz participó en El haragán y el zopilote, ella era la mujer del haragán y también actuó en Dinastía de Jaguares y en De todo para todos: “donde la gente se ayuda y aprendía a defenderse” dijo. En Creencias (1998) las fotografías nos hablan precisamente de las creencias que prevalecen en tierra Chamula, por ejemplo: Si una persona ronca al dormir se le da un golpe en la nariz con el guarache o se le introduce una cola de lagartija en una fosa nasal y santo remedio. Como sus compañeras, Maruch pasó del uso de la cámara desechable, a la automática y a la profesional. Ahora se han iniciado en la digital y la digitalización de imágenes y lo muestra: Maruch tomó mi cámara, hizo varias fotos, las revisó y las comentó con sus compañeras. Tampoco la Internet le es ajena.

Antonia Santiz Girón es tzeltal de Tenejapa, de 26 años de edad, vive en San Cristóbal y estudia Antropología Social. Es soltera y de familia costumbrista. De las mujeres es la última que se integró al Archivo Fotográfico Indígena (2004). Ella sabía fotografía y se desempeñó como asistente en la asociación de Fotógrafos Mayas – Lok’ ta mayach (2002). Antonia comentó: “La fotografía es algo que me gustó, era algo que no conocía qué era y me gusto. Me integré al Archivo para seguir tomando fotos. Saco fotos de la modernidad, las comidas de mi pueblo, la vida cotidiana cuidando los diferentes ángulos, los planos y la luz”, sin embargo, Antonia quiere graduarse como antropóloga.

Para estas fotógrafas indígenas “lo más duro” ha sido el “trabajo para aprender con diferentes cámaras” y el lenguaje fotográfico. Ellas han dejado atrás la creencia que con la foto se “afecta el Ch’ulel (espíritu) y que la gente se puede enfermar”, “que se va el espíritu de la persona”. Para ellas “la costumbre encierra al indígena” y es “el miedo” lo que realmente los “puede afectar”. Sin embargo, cuando van a hacer una foto piden permiso a la gente y evitan interferir en las celebraciones.

Las fotógrafas también sueñan: buscan “autonomía” e “independencia”. Quieren hacer su “propio archivo indígena”, contar con asesores, hacer sus publicaciones y un “lugar” para la asociación de Fotógrafos Mayas - Lok’ ta mayach. Quizás el Archivo Fotográfico Indígena ya no es el mejor espacio para ellas. Una cosa es cierta: la apropiación de los procesos -políticos, económicos, sociales y culturales-, por las mujeres y hombres indígenas es una dinámica social que está a la orden del día en Chiapas.

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