Jornada Semanal, domingo 6 de marzo de 2005                   núm. 522
LAS ARTES SIN MUSA
Jorge Moch 
 

 

BORRASCAS Y SEUDONOTICIEROS

A la memoria del Bustro


 A menos que sea usted optimista irredento o ande hasta las manitas con la sustancia de su personal elección, no se ven más que borrascas en el horizonte mexicano. El principal espejo de ello es, desde luego, la televisión.

La cuestión viaja del espectro cromático de lo peliagudo al negro tragedia en cuanto nos ponemos a pensar que los noticieros deberían ser eso, diarios televisivos más o menos imparciales, cosa prácticamente imposible. En la mayoría de los casos, salvo honrosas excepciones entre las que brilla gente como Carmen Aristegui, Adriana Pérez Cañedo, Javier Solórzano o José Gutiérrez Vivó, el grueso del gremio obedece a consignas, a encargos, a intereses de grupo. Por eso no hay cómo creer lo que dicen, si es que lo dicen.

¿Si es que lo dicen? Pero entonces, si no dicen las noticias... ¿qué dicen? Si nomás viera lo que dicen con tal de no decir... Mire usted, como gema de los que nada dicen, ese presunto noticiero de TV Azteca, Canal 7 a las 21:00, Hechos del 7, conducido por Ana Winocur y Ramón Fregoso. Adelantan un par de noticias en las que invariablemente alimentan el golpeteo contra el Gobierno del df orquestado desde algún rincón de Bucareli y luego dan noticias como que en una playa de Acapulco el burrito sigue tragando cerveza. Desde luego nunca han mencionado los avatares jurídico-financieros de Ricardo Salinas Pliego, y desde luego no hay periodismo de investigación acerca de asuntos nacionales que todos los demás noticieros de TV Azteca, y los de Televisa, también soslayan, como la presunta cercanía de los hijos de Marta Sahagún con Carlos Ahumada, que si quieren escándalos, allí tienen para revolcarse un rato. Pero qué tal cuando se trató de sostener el pleito entre otra conductora de TV Azteca de dudoso profesionalismo, Lily Téllez, y la autoridad judicial del DF, toda vez que Samuel del Villar, entonces procurador, descubrió los vínculos del asesinado Paco Stanley con el narcotráfico. ¿En cambio ha visto usted alguna investigación de TV Azteca sobre cómo esta televisora nació a la sombra del presidencialismo priísta más rancio, apadrinada por nada menos que Raúl Salinas de Gortari, personero de su hermano Carlos cuando éste era presidente? Qué va, si se los puede tildar de perversos, pero no de tontos.

En Televisa la cosa no es tan distinta. A la muerte del Tigre Azcárraga Milmo, contlapache incondicional de los regímenes priístas de la guerra sucia con Jacobo Zabludowsky como su principal pregonero público, su heredero, Emilio Azcárraga Jean dejó la conducción de las políticas noticiosas en manos de los hermanos Bernardo y Leopoldo Gómez, decididamente partidarios del régimen foxista, y donde estaba antes Jacobo el del los audífonos elefantiásicos hoy está el sobrio Joaquín López Dóriga y ello no es precisamente un cumplido. Aunque Televisa se deshizo de la disidencia informativa, por ejemplo como cuando botaron a Guillermo Ochoa o a Ricardo Rocha –en detrimento no de la credibilidad de los comunicadores, sino de la empresa misma– hay que admitir que hay mucha más apertura que en TV Azteca; los noticieros de Víctor Trujillo con y sin maquillaje o el espacio que detenta ahora Carlos Loret de Mola son un aceptable ejemplo, y sin embargo, el primero fue utilizado como ariete mediático incontestable cuando se cerró el cerco de las connivencias y René Bejarano fue entrampado o apañado en la movida con todo y ligas, víctima de su propia desmedida ambición y de una estupidez galvanizada con fuertes dosis de cinismo.

En fin, la televisión mexicana es un personero del gobierno. No creo que vaya a ser igual si un día este país tiene uno que no sea ni derechista ni mafioso. Entonces, tal vez, sacará la vena crítica y entonces sí, aunque no fincando su credibilidad en los criterios más honorables, va a decir todo lo que sabe y hoy hipócritamente calla.