Usted está aquí: viernes 4 de marzo de 2005 Espectáculos Con virtuosa sesión, comenzó Encuentro de Jazz y Música Viva, en Monterrey

La tercera edición se inauguró el pasado martes en el Centro de las Artes de esa ciudad

Con virtuosa sesión, comenzó Encuentro de Jazz y Música Viva, en Monterrey

En el primero de cinco conciertos, se presentaron Sonny Fortune, Marcos Miranda y Rashied Ali, entre otros

Lamenta Omar Tamez que la cultura musical en la capital regia esté en pañales

ANTONIO MALACARA ESPECIAL

Monterrey, NL., 3 de marzo. El pasado martes dio inicio en esta ciudad la tercera edición del Encuentro Internacional de Jazz y Música Viva, una de las reuniones musicales más originales y propositivas de los tiempos recientes en nuestro país. A iniciativa del guitarrista Omar Tamez, y con el apoyo de la Secretaría de Educación y Cultura, el Centro Cultural Alemán y la Alianza Francesa, 14 artistas de ocho países se han reunido para construir alrededor del jazz y la música contemporánea.

Varios edificios de una antigua planta siderúrgica, en pleno Parque Fundidora, fueron habilitados hace cinco años como Centro de las Artes. En la planta alta de la pinacoteca se levanta el teatro y ahí, con regia puntualidad, a las ocho y media de la noche, se inició el primero de cinco conciertos. Diez músicos y dos poetas en escena. La tan manoseada idea de la aldea global cobró forma y sentido durante dos horas y media.

Primero aparecieron los alientos. Sonny Fortune (Estados Unidos), una de las últimas leyendas vivas del jazz mundial, se sentó con su sax alto bajo el brazo; André Jaume (Francia) se colgó toda la noche un sax tenor, a pesar de su fama como virtuoso del clarinete; Felix Petry (Alemania) tomó un segundo sax tenor, y Marcos Miranda (Bolivia-México) se paseó entre el clarinete bajo, el sax soprano, la kalimba, el arpa judía y los juguetes.

Hay tres bateristas: Rashied Ali (Estados Unidos), legendario desde sus días como mancuerna de John Coltrane; Ramón López (España), verdadero virtuoso de la improvisación que dictó cátedra de la batería a la tabla, y Milo Tamez (México), la enorme sorpresa local que también pasaba de su instrumento a un par de djembés africanos con diferente afinación.

Dos guitarristas: Rémi Charmasson (Francia) y Omar Tamez (México), transitaron con deliberada discreción y muy tenues apuntes que rayaron en el minimalismo. Finalmente, el pianista argentino Hernán Ríos, quien ya había estado en México con El Terceto y en plan solista, pasó del teclado a un curioso set de percusiones con platillos rotos y udu (ese cántaro africano tan parecido a las ollas de barro de los músicos indígenas de México).

A esta impresionante orquesta se agregaron las líneas de dos poetas, Teresita Soto (México) e Indran Amirthanayagam (Sri Lanka) como dos instrumentos más. Una docena de voces que recién acababan de conocerse, que apenas si habían ensayado tres horas un día antes, y que lograron conformar un cuerpo único y de modalidades exquisitas. No hubo desperdicio. Fue una larga sesión que fluyó como agua bendita ante tantos colores y fragancias.

Cuatro momentos

Imposible escribir en este espacio todo lo que sucedió. Hubo mil giros, las dotaciones iban y venían. Digamos que todos los músicos estuvieron juntos sólo en tres temas: el enorme inicio con Hugo cuando duerme, que de la perruna anécdota del título pasó a convertirse en una pausada oración a cargo de los alientos que contrastó con acelerada tormenta de los bateristas; el portentoso final con un afro blue donde Rashied pulsó las congas con felpas y que hizo que el teatro entero aplaudiera de pie para despedirlos; y una improvisación libre, donde no dejaron de escucharse bizarros a pesar de la pulcritud y la amabilidad con que la abordaron todos y cada uno.

Obviamente, hubo algunas huidas tácticas de dos o tres parejas, pero en general el público regiomontano, aunque nunca se mostró muy expresivo, aplaudió con ganas toda la noche.

Ya puesto a escoger, nos quedaríamos con cuatro momentos: cuando Jaume, Petry y Miranda se quedan solos en escena para hacer una enésima y bellísima reedición de Round midnight, de Thelonious Monk; el dueto de Ríos y Fortune en Allioeill, del pianista; el dueto bopero y cabalgante de Fortune y Ali para dialogar con Rhythm-a-minin, también de Monk; y un poema de Elizabeth Bishop donde la voz de Teresita creció en intensidad para ilustrar los años de Ezra Pound en el manicomio, mientras la música de Omar, Marcos, Ramón, Hernán y Milo fue enloqueciendo, también paulatinamente, hasta llegar al caos y a un juego conceptual relampagueante e intenso.

La noche del miércoles 2, con excepción de Rashied Ali y Sonny Fortune, que fueron a una recepción que les ofreció su consulado, los músicos se fueron a una jam session en la Casa Guimbarda.

Poco después, Omar Tamez, responsable del encuentro, declaró para La Jornada: "La cultura musical en Monterrey está en pañales, porque hay muchas ideas, pero demasiado dispersas, no hay una línea de trabajo, y para los 10 millones que vivimos por acá es realmente patético.

"Con este encuentro queremos básicamente hacer jazz, ejercitar el arte de escuchar al prójimo, y queremos que esto siga avanzando, que en el futuro hagamos un encuentro de metaarte, como decía mi padre, que es las artes fundidas en una sola cosa."

Para esta noche se presenta la película Metropolis, el clásico de Fritz Lang, musicalizado en vivo por el grupo local Non Jazz, y la noche de este viernes se rendirá un homenaje al maestro Nicandro Tamez, compositor vanguardista regiomontano, en su vigésimo aniversario luctuoso. Aquí intervendrán 11 músicos, pues acaba de llegar el cellista Jonathan Golove.

 
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