Usted está aquí: domingo 27 de febrero de 2005 Mundo Nueva evidencia cuestiona a Blair por la guerra contra Irak

En marzo de 2003, el acuerdo con Bush, acusan

Nueva evidencia cuestiona a Blair por la guerra contra Irak

RAYMOND WHITAKER Y SEVERIN CARRELL THE INDEPENDENT

Londres, 26 de febrero. Nueva evidencia ha salido a la luz que sugiere que Tony Blair se comprometió a apoyar la guerra en Irak casi un año antes del asalto estadunidense y británico, en marzo de 2003.

Esta noticia incrementará la presión que enfrenta el primer ministro para que revele cuándo fue que Gran Bretaña decidió involucrarse en el conflicto.

Esta misma semana, un importante legalista internacional publicó un libro que cuestiona la asesoría legal en que se basó el gobierno para ir a la guerra.

Downing Street ha rehusado repetidamente revelar la fecha en que Blair prometió a George W. Bush que Gran Bretaña se uniría a Estados Unidos contra Irak.

Pero evidencia obtenida por The Independent on Sunday sugiere que esto sucedió desde abril de 2002, cuando el primer ministro se reunió con Bush en el rancho de éste último, en Crawford, Texas.

Un documento del ombudsman parlamentario, al que The Independent on Sunday tuvo acceso, afirma que el gobierno laborista buscó asesoría respecto de la legalidad de una posible invasión a Irak en la primavera de 2002.

El documento añade que esta asesoría obedeció a "declaraciones hechas en un boletín en particular".

Se entiende que el boletín en cuestión se hizo en nombre del secretario del Exterior, Jack Straw, quien había condenado a Israel por no acatar las resoluciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) llamando a detener las incursiones armadas de su ejército en zonas palestinas.

Además de exigir que Israel "respetara el derecho internacional", el boletín citaba al entonces embajador británico ante la ONU, sir Jeremy Greenstock, quien aseguró que "la autoridad política y moral de la organización mundial no puede hacerse a un lado así como así".

El boletín se emitió el 9 de abril de 2002, un día después que Blair completó su reunión de dos días con Bush en Texas. Lo que esto implica es que, inmediatamente después de que el vocero oficial de Downing Street negó públicamente que el encuentro hubiera sido un "consejo de guerra", el gobierno se puso a investigar la legalidad de una guerra en territorio extranjero.

El tema está siendo enarbolado por los Demócratas Liberales, preocupados por la repentina urgencia de los ministros de asesorarse en cuestiones de derecho internacional, justo después de la reunión con Bush.

"Afirmar la autoridad de la ONU mientras se discutía la posibilidad de violar la carta de Naciones Unidas es aplicar un doble rasero, por decir lo menos", argumentó el vocero de la Oficina del Exterior, Manzies Campbell. "Esto subraya la necesidad de saber el momento preciso en que se solicitó (esta asesoría legal)".

La posibilidad de que Blair se haya comprometido con tanta anterioridad a una guerra en Irak, a pesar de que insistió hasta comienzos del año siguiente en que "seguía abierta la opción militar", sólo alimentará especulaciones surgidas de un libro publicado esta semana por Philippe Sands, uno de los más importantes expertos británicos en derecho internacional.

Entre otras cosas, el libro repite acusaciones de que el fiscal general recibió el encargo de enmendar sus consejos legales una vez que la guerra se volvió inminente.

La noche del sábado hubo versiones según las cuales el gobierno se encontraba en estado de pánico debido a que trascendió, este fin de semana, que la rama especial de la policía ha interrogado a partidos de oposición en torno a documentos sobre la guerra que pudieron haber sido filtrados.

Se cree que esta acción para descubrir filtraciones es un intento por impedir que todo el texto del asesoramiento que hizo el fiscal general salga a la luz, al igual que documentos fechados en 2002, en los que constaría que Gran Bretaña y Estados Unidos ya estaban discutiendo un "cambio de régimen" en Irak.

Detectives de la rama especial entrevistaron al personal de alto rango en la oficina de Charles Kennedy, líder de los Demócratas Liberales, y a Adam Price, diputado nacionalista de Gales, en el contexto de una investigación ordenada por la Oficina del Gabinete sobre la filtración de documentos altamente confidenciales, propiedad de la Oficina del Exterior y relativos a la guerra contra Irak.

Price, quien ha encabezado los esfuerzos para impugnar al primer ministro laborista, al que acusa de haberle mentido al Parlamento sobre la guerra, se ha rehusado a responder a las preguntas de la policía por considerar que someterse a un interrogatorio pondría en tela de juicio la independencia parlamentaria.

El representante de Plaid Cymru dijo que la policía le aseguró que las filtraciones han causado "furia en los más altos niveles" del gobierno laborista.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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