Usted está aquí: miércoles 23 de febrero de 2005 Opinión Mar adentro

Arnoldo Kraus

Mar adentro

Las palabras del padre de Ramón Sampedro "hay algo todavía peor que la muerte de un hijo: tener un hijo que quiere morirse", congelan el aliento y retuercen el alma. El sentir de Ramón, tetrapléjico durante casi 30 años, detiene el tiempo: "La vida es un derecho, no una obligación". ¿Cómo lidiar con la paternidad que no puede entender que un hijo quiera morir pese a sus circunstancias y la sensación de un ser humano que siente que vivir sin cuerpo carece de sentido? Mientras el primero se aferra a la vida y asevera que ésta debe vivirse hasta el último respiro el vástago siente que no ha dejado de morir desde el día que perdió su cuerpo. ¿Vida como obligación o vida como derecho?

Mar adentro es un poema de Ramón Sampedro y es el título de una película de Alejandro Amenábar. Mar adentro es también parte del filme de la vida de Sampedro y un poema cinematográfico de Amenábar. "Pero me despierto siempre / y siempre quiero estar muerto / para seguir con mi boca / enredada en tus cabellos" es el testimonio escrito de la mirada aguda y llena de vida de un ser que fue, como dice él mismo, tetrapléjico durante 28 años, cuatro meses y algunos días. La historia terminó -y, paradójicamente, inició- cuando un equipo de amigos le ayudó a cumplir un sueño quizás tan largo como su invalidez: encontrar la muerte voluntaria como solución a una vida que había dejado de ser vida y que había dejado de ser voluntaria.

La trama de Mar adentro es sencilla: Ramón vive postrado en cama casi 30 años. Tras sufrir un accidente en el mar quedó totalmente dependiente, por lo que tiene que vivir en casa de su hermano, donde es atendido por la familia de éste. Su único contacto con el mundo es la ventana de su habitación y las visitas de algunos amigos y amigas, dentro de las que destacan la de Julia, abogada que padece esclerosis múltiple y que quiere apoyar su lucha para conseguir una muerte digna, y Rosa, mujer sencilla, madre soltera, con una vida trunca y que desea convencerle de que a pesar de su invalidez, merece la pena vivir. Ambas se enamoran de él. A las dos les habla de su necesidad de morir. Rosa comprende el mensaje de Ramón: sólo quien lo ame de verdad lo acompañará en el último viaje.

Las inquietudes que plantea Mar adentro no son sencillas. Con profunda sutileza y alejado de todo maniqueísmo y amarillismo, Amenábar, apoyado en pláticas con personas cercanas al Ramón real, así como en dos testimonios escritos de Sampedro -Cartas desde el infierno y Cuando yo caiga- y arropado por un inmejorable elenco, invita al lector a reflexionar acerca de una de las cuestiones fundamentales de la vida: ¿tiene o no el ser humano derecho de terminar motu proprio con su existencia?

A lo largo de la trama surgen palabras indispensables para el diccionario de todo ser laico y de los religiosos que entiendan que los mandatos divinos no son dogmas y que en ninguna materia nunca podrá ser escrita la última palabra. Leo en el diccionario Sampedro-Amenábar: dignidad, eutanasia, voluntad, autonomía, Tribunales ineptos y decimonónicos, Iglesia sorda -en la voz de un padre también tetrapléjico-, organizaciones que apoyan morir con dignidad. Ese diccionario es un libro inconcluso que incita y que pregunta. Las palabras son manejadas con suma prudencia y más que imponer invitan al espectador a pensar en el valor de la vida y en el valor de la muerte.

La película no aboga por la eutanasia ni denuesta a quienes se oponen a ella. Es un abanico abierto por una persona fatigada por no poder viajar -en el sentido amoroso de la palabra- y por la sordera de las autoridades, cualesquiera que sean, que impiden que los seres humanos determinen cuáles son los límites de sus vidas. Amenábar y Sampedro abren las puertas para que el lector-espectador cavile acerca de las fronteras de la vida y del significado del término dignidad.

Vida, dignidad y derecho a morir deberían ser temas cimentales del quehacer cotidiano, pero no lo son. Mar adentro es un pasaporte -Sampedro era marinero- para adentrarse en el complejo camino del qué hacer con la vida propia cuando el dolor y la desesperanza pesan más que el valor del día. Mar adentro es una mirada profunda de la muerte a partir de la vida.

 
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