Usted está aquí: lunes 21 de febrero de 2005 Opinión ¿LA FIESTA EN PAZ?

¿LA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Deliberada dependencia

LUEGO DE UNA fugaz y fructífera independencia de ocho años -1936 a 1944- propiciada por el celo mal entendido de algunos diestros españoles antes que por una conciencia de autonomía de los mexicanos, la dependencia taurina de México ha ido en lamentable aumento, hasta alcanzar niveles de verdadera indignidad, llegando incluso a la imposición descarada de alternantes y ganado por parte de las figuras importadas.

EN LOS PASADOS 20 años la balanza comercial torera entre los dos países "hermanos" ha resultado totalmente desfavorable para México, instalado en una patética falta de rumbo que confunde modernidad con entreguismo, apertura con coloniaje, amor por lo español con sometimiento. Ahora, no se puede culpar de esta situación a los diestros hispanos. Es volver a responsabilizar a los otros de nuestros errores, fingir impotencia frente a los abusos, continuar instalados en menores simpáticos frente a adultos eficaces.

A NUESTROS TOREROS y empresarios nomás no se les da exigir de sus colegas españoles un reconocimiento y un trato mínimamente recíprocos, y no porque los peninsulares desconozcan la reciprocidad, que de sobra la han demostrado en sus eficientes relaciones con el resto de Europa en el último cuarto de siglo, sino porque los taurinos de México, en peligrosa sudamericanización, han perdido todo asomo de nacionalismo, acusando una dañina falta de reciprocidad interna que haga valer lo propio.

A UNA CRISIS económica reiterada, añaden una graciosa fuga de divisas por concepto de salarios a los diestros españoles -no menos de 500 en los pasados 15 años- sin que éstos representen mayores utilidades para sus mexhincados contratantes, pues carecen de suficiente atractivo para el gran público -un cuarto de entrada hizo Hermoso de Mendoza en su reciente actuación en la monumental de Aguascalientes.

ESTA ACOMPLEJADA ACTITUD se traduce además en una vergonzosa generosidad para con los de afuera y en tacañería sistemática para con los de casa, no sólo en lo referente a sueldos sino en oportunidades planeadas y en una postrada crítica taurina. Tanta torpeza profesional ha reducido la fiesta de toros a antojadiza celebración particular sin ningún rigor de resultados.

EN SUS PLAZAS hacen su fiesta para su complaciente satisfacción con sus toreros amigos, sin incluir por supuesto a quienes en corto plazo pudieran contribuir a la revitalización del espectáculo taurino de México.

EL BOTON DE MUESTRA más reciente es el cartel caudrado de la decimséptima corrida de la temporada, en la que tres toreros modestos, uno de ellos impuesto por el todo poderoso Capea, enfrentaron un interesantísimo y encastado encierro de San Marcos al que poco pudieron aprovechar. Otra cosa muy distinta hubirera sido que ese tipo de ganado con los problemas que dan la edad y la buena crianza, lo hubiesen enfrentado Ponce y El Juli. Su torería se habría consolidado.

 
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