374 ° DOMINGO 20 DE FEBRERO DE 2005

Historia e iconografía de la migración México-Estados Unidos
‘La vida
en el norte’

Tania Molina Ramírez

Fruto de años de investigación de Jorge Durand y Patricia Arias, La vida en el norte rescata las experiencias de los mexicanos que ayudaron a construir Estados Unidos. Las narraciones van de la mano de una extensa colección de fotografías, caricaturas, ilustraciones, corridos y retablos
 
 

Llegada del primer grupo de braceros a
Stockton, California
Fotografías tomadas de La vida en el norte..., 
Universidad de Guadalajara y El Colegio de San Luis, 2005
Si el rescate de la memoria es un acto subversivo –por recordarnos de dónde venimos, quiénes somos–, el libro La vida en el norte, historia e iconografía de la migración México-Estados Unidos es uno de los actos subversivos más bellos: nos muestra la vida de los mexicanos que se fueron –y se van– a buscar una mejor vida en el país vecino.

Jorge Durand y Patricia Arias, antropólogos y profesores investigadores de la Universidad de Guadalajara, son los autores del volumen, recién publicado por esta casa de estudios y El Colegio de San Luis.

La obra (una primera versión fue publicada en 2000 bajo el título de La experiencia migrante) refleja años y años de recorrido en ambos lados de la frontera, desde iglesias en busca de retablos, archivos bibliotecarios, hasta pueblos de migrantes.
 
 

Mujeres trabajando en los patios del ferrocarril
En Estados Unidos, los investigadores rescataron fotografías, corridos, carteles, documentos, postales, ilustraciones, anuncios y periódicos de la Biblioteca del Congreso en Washington, bibliotecas en El Paso, Texas, y el Museo de Oakland en California. Se trata de material que difícilmente sería conocido por lectores mexicanos de otra manera.

Además, en México, Arias y Durand consultaron la Colección de los Hermanos Mayo en la fototeca del Archivo General de la Nación, el Archivo Casasola, el Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores y archivos gubernamentales estatales y municipales.

Incluso hubo quienes, además de platicar sus experiencias, proporcionaron credenciales, green cards y micas suyas o de familiares.

Finalmente, las historias, con el material gráfico, fueron armadas con el destacado diseño editorial de Avelino Sordo Vilchis.

uuu


Cholos. De generación en generación
En primer plano, tres hombres morenos, de sombrero y huaraches, posan en un andén, con una amplia sonrisa, hacen la V de la victoria. Acaban de bajarse del tren. Forman parte del primer grupo de braceros que llegó el 29 de septiembre de 1942 a Stockton, California. Atrás de ellos, el vagón y algunos hombres que intentan salir en la foto. La imagen, tomada por la estadunidense Dorothea Lange, refleja la emoción de la llegada, de la vida nueva, llena de promesas, el orgullo de contribuir en la guerra contra los nazis.

El trabajo de la fotógrafa Dorothea Lange (contratada por la Farm Security Administration para un proyecto sobre el mundo laboral) fue valiosísimo para mantener la memoria visual de la vida de los mexicanos de aquella época.

Lange estaba casada con el economista rural Paul S. Taylor, quien –narran los autores– hizo una investigación sobre Arandas, Jalisco, donde vivió en 1931. "Con su estudio, se convirtió no sólo en el pionero, sino también en uno de los especialistas más destacados, desde luego más originales, en el campo de los estudios migratorios entre México y Estados Unidos", explican los autores.
 
 
El trayecto, lleno de expectativas
El libro también deja testimonio de los mexicanos que trabajaron en el tendido y mantenimiento de las vías ferroviarias (el traque). Cuenta uno de los protagonistas: "El primer día apenas pude terminar la jornada, creía que me iba a morir por el trabajo tan pesado. Por la noche les pregunté a los muchachos dónde estaba Dallas, Texas, o cualquier ciudad grande y me dijeron que por la vía y que si quería que me fuera de ‘mosca’ en un tren de carga".

Y de los corridos que los acompañaron y dan cuenta de cómo esa ilusión inicial se fue esfumando: "Año de mil novecientos/ veinte y tres en el actual/ fueron los betabeleros/ a ese ‘Michiga’ a llorar./ Por qué todos los señores/ empezaban a regañar./ Y don Santiago les responde:/ Yo me quiero regresar./ Porque no nos han cumplido/ lo que fueron a contar/ aquí vienen y les cuentan/ que se vayan para allá/ porque allá les tienen todo/ que no van a batallar". Los betabeleros fue tomado del libro Mexican immigration to the United States, de Manuel Gamio, considerado padre de la antropología mexicana.
 
 
Devoción por la Virgen morena
En el libro también puede conocerse la obra del mexicano Martín Ramírez, peón en las vías del ferrocarril, que fue internado en un hospital psiquiátrico californiano en 1930, a los 35 años, y que, gracias a un doctor de la institución, se dio a conocer como pintor.

Una fotografía desplegada en dos páginas muestra a unos músicos en una fiesta en Nuevo México en 1940. Los festejos, en particular las celebraciones de aniversarios, sobre todo del 5 de mayo, perpetuaron las tradiciones del país natal. "Con el inicio del movimiento chicano, el 5 de mayo se definió, cada vez más, como una celebración de mexicanos en Estados Unidos, como la ocasión para reforzar su identidad de norteamericanos con raíces mexicanas". Sin olvidar que "recuperan el aspecto subversivo de la fiesta como el recuerdo de una batalla exitosa contra el invasor extranjero".

La narración del libro cubre hasta el Manhatitlán de nuestros días, capítulo que abre con la ilustración de un mural en un restaurante de Brooklyn: unos aztecas miran hacia una Nueva York que está cruzando el mar, en el cual hay un islote con un nopal; lo sobrevuela un águila que sostiene una serpiente.

uuu

Los mil 500 ejemplares parecen pocos para un libro del cual se antoja que hubiera un ejemplar en cada una de nuestras bibliotecas públicas y escuelas; para así recordar a todos la vida en el norte de los mexicanos, que han contribuido a la construcción de Estados Unidos.


Cruzando el río Bravo