Usted está aquí: domingo 13 de febrero de 2005 Cultura Hoy, última función de Orfeo y Eurídice

La puesta marca el regreso de Enrique Arturo Diemecke a la dirección operística

Hoy, última función de Orfeo y Eurídice

CARLOS PAUL

Ampliar la imagen Orfeo y Eur�ce es considerada una de las �as con m�versiones en la historia del arte l�co FOTO Maria Melendrez Parada

Este domingo se realizará en el Palacio de Bellas Artes la cuarta y última función de la célebre ópera Orfeo y Eurídice, compuesta por Christoph Willibald Glück, obra con la que Enrique Arturo Diemecke regresó a dirigir ópera después de 11 años de no hacerlo, y el director escénico argentino Alejandro Chacón hizo su debut en México.

Orfeo y Eurídice es considerada una de las óperas que cuenta con más versiones en la historia del arte lírico, difiriendo mucho unas de otras, ya sea por los registros musicales, el libreto, la integración de la orquesta, incluso si es hombre o mujer quien la interpreta.

De las diversas versiones que hay, son cuatro las más importantes, según la crítica especializada.

La primera data del año 1762 y fue compuesta en Viena por Glück sobre un texto de Ranieri de Calzabigi y especialmente pensada para la voz del castrato Gaetano Guadagni.

La segunda se realizó en 1774 por el propio Glück, adaptando su obra a las exigencias del público francés, que no gustaba mucho de los castrato. El texto se tradujo para esa ocasión al francés, y se agregaron varios pasajes sobre versos de Pierre-Louis Moline.

La tercera la realizó el compositor francés Héctor Bernio en 1859, quien preparó una nueva versión para el Teatro Lírico de París. Bernio fusionó las versiones de Viena y de París y asignó el papel de Orfeo a la mezzosoprano Pauline Viardot, comenzando la gran tradición de Orfeos trasvestidos.

La cuarta versión más importante es la que publicó la famosa casa editorial Ricordi en 1889.

Para la representación en México se decidió por la versión de Bernio, eliminando una danza final.

Aunque para Glück la música debía reflejar la acción dramática más que resaltarla, la presentación de Orfeo y Eurídice en el Palacio de Bellas Artes dejó mucho que desear respecto de esa premisa, pues en la función del martes se pudo apreciar cómo la calidad interpretativa -celebrada por el público- de la mezzosoprano Carla López Speziale (Orfeo) y las sopranos Lourdes Ambriz (Eurídice) y Irasema Terrazas (Amor), quienes estuvieron acompañadas por la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, contrastó con el trabajo escénico realizado por el director argentino Alejandro Chacón, con muy poca atención a la producción y un elemental trazo escénico.

Aunque en el programa de mano la ópera de Glück se anuncia en tres actos, la obra se presentó en dos.

Los espectadores escucharon las primeras armonías ante un telón rojo, para segundos después, al levantarse, mostrar sobre el escenario una especie de roca geométricamente estilizada, junto a la que un desdichado Orfeo lamenta la muerte de su amada, quien yace simbólicamente en una urna, alrededor de la cual un coro ataviado con trajes fúnebres acompaña al amado en el luctuoso acto.

Casi siempre sobre el proscenio del teatro, de frente al público, Orfeo cantó, suspiró y expresó su dolor y tristeza. Luego, conmovido por su situación, apareció en escena el dios del Amor (la soprano Irasema Terrazas), quien le concede la vida a Eurídice, siempre y cuando Orfeo viaje al averno para rescatarla, advirtiéndole que no debe mirarla, pues si lo hace ella volverá a morir.

Orfeo emprende en escena la aventura, evocada más musicalmente que dramatizada, hasta que se tiene que enfrentar y ''vencer'' a las ''horribles furias'' del infierno, encarnadas por los bailarines del grupo Contempodanza. Furias que más que confrontar a Orfeo con sus movimientos, ''parecían tiernas y poco pacíficas'', según comentarios de algunos espectadores.

Sobre el fondo del escenario, conforme transcurría la historia y mientras Orfeo lamentaba su cruel destino, se proyectaron distintas imágenes, que fueron desde un bosque y un lago hasta enormes llamas que evocaban el infierno.

Videos que se distinguieron por su calidad en su manufactura, no así los largos y verticales pliegos que en teatro sirven como espejos, algunos de los cuales se veían arrugados y opacos y no provocaban el efecto deseado. Algo similar ocurrió en esta función con las cortinas que cubrían los ''espejos'', las cuales tuvieron problemas para plegarse por completo.

No obstante esos pequeños, pero importantes detalles, no pocas las intervenciones de las cantantes protagonistas fueron vitoreadas. Uno de las más relevantes fue el aria cantada por la mezzosoprano Speziale, cuando Eurídice muere por segunda vez, así como aquella cuando Orfeo y Eurídice tienen un desgarrador encuentro amoroso, interpretado a dúo, en el que, concluirían los antiguos, las voces de mezzosoprano y soprano se conjugaron en perfecta armonía. La cita para poder apreciar este trabajo es hoy, domingo, a las 17 horas, en el Palacio de Bellas Artes.

 
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