Usted está aquí: jueves 10 de febrero de 2005 Opinión Legalidad y violencia en Guerrero

Adolfo Sánchez Rebolledo

Legalidad y violencia en Guerrero

La victoria electoral de Zeferino Torreblanca vino a contradecir viejos y nuevos mitos sobre Guerrero, entidad azotada desde tiempos inmemoriales por el caciquismo, la pobreza y la violencia en todas sus expresiones. La coalición impulsada por el Partido de la Revolución Democrática consiguió reunir fuerzas suficientes para ganar tanto en los distritos urbanos de Acapulco o Chilpancingo como en las regiones apartadas de la sierra, en las zonas indígenas de mayor pobreza y en los distritos donde la globalización modela la vida cotidiana de la gente.

El hartazgo del PRI ha jugado su papel, pero sobre todo se impuso la voluntad de cambio de una sociedad que ya es políticamente moderna, a pesar del atraso o la miseria en que aún sobreviven muchos de sus integrantes. Que el nuevo gobierno tenga éxito dependerá, sobre todo, de su capacidad para articular esa constelación de intereses sin sacrificarlos al clientelismo que lucra con las necesidades de la gente, estableciendo al mismo tiempo prioridades claras, alejadas de la demagogia tradicional que hasta ahora ha corrompido la política en Guerrero. En un estado tan urgido de recursos y buenas políticas públicas nada se puede hacer sin la participación activa y organizada de los municipios y las comunidades, donde en buena hora ya se ha sedimentado una larga experiencia de sobrevivencia bajo las condiciones más difíciles.

En ese camino, el PRD y las fuerzas que acompañan a Zeferino tendrán que reducarse para gobernar el estado, superando los vicios partidistas de todos conocidos. No será tarea fácil, pero es obligado hacer el esfuerzo. Luchar contra la pobreza, fomentar el desarrollo social, la construcción de una sociedad menos marcada por la desigualdad y el peso de los privilegios supone una reforma radical que exige decisión y claridad, serenidad para no perder el rumbo e infinitas ganas de aprender. Por lo demás, los grupos que han mantenido el poder incólume durante décadas tratarán de hundir el barco con los métodos conocidos: la provocación e incluso la violencia. No hay que echar en saco roto lo ocurrido en vísperas de los comicios: el asesinato a la luz del día de varios policías para crear un clima de zozobra y tender una cortina de humo sobre posteriores actos de violencia. Es crucial que estos hechos se investiguen a fondo hasta esclarecerlos.

Igual con los libelos que se difundieron antes de la jornada, en los que presuntamente la directiva del PRD amenazaba con contactar "por lo menos siete de los 26 grupos guerrilleros del país para pedirles su intervención en la entidad", según relata la reportera Rosario García Orozco en La Jornada de Morelos (6/2/05).

El documento titulado "Operación Patria o Muerte", atribuido a "los altos mandos del PRD nacional", menciona, entre otras afirmaciones burdas, que "Guerrero debe ser para los perredistas y nada mas" y termina con un "Viva la lucha armada". ¿De qué se trata? Quizá el Cisen o los organismos de seguridad del estado y la Federación lo sabrán algún día.

Hoy, a toro pasado, podría asegurarse que la vida guerrerense transcurre por vías muy ajenas a las que tenían en mente los provocadores, a quienes la ciudadanía ha dado con su participación en las urnas un claro revés. Y así es. Hoy fracasaron, pero no se olvide que hubo muertos y los asesinos están impunes. Bienvenido el triunfo de la izquierda en Guerrero. Ojalá y sirva para hacernos pensar a todos.

 
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