Jornada Semanal, domingo 6 de febrero de 2005                   núm. 518
LAS ARTES SIN MUSA
Jorge Moch 
 

 

¡AY BAZOFIA!

La televisión mexica es la imagen viva del cinismo. Compinche alebrestado del poder presidencial pero lerda creadora de espacios de entretenimiento, cuando intenta plagiar con alguna elegancia el resultado suele ser lamentable. Agobiados por obtener clientela para el espacio publicitario, los creativos –¿creativos?– de TV Azteca han llegado al ridículo extremo de plagiarse... a sí mismos.

El mejor ejemplo de esto es eso –no me atrevo a llamarlo "programa"– que antecede las transmisiones de Los Simpson en la barra de Canal 7 al caer la noche, Ay caramba, un programa –otra vez y las que sigan, llamarlo programa es un sobrado elogio– en el que vemos "videos" caseros chuscos de trompicones y pastelazos, humor fácil del que pocos logran sustraerse. A todos nos hace reír alguna vez este porrazo o aquel chapuzón. De hecho, es una buena idea hacer un programa con un mínimo de locución en el que sencillamente se edite y encadene el material con que profusamente regalará el mismo público al que hechiza la sola idea de mirarse hacer el ridículo en la tele el día que la abuela cumplió noventa y todos acabaron embarrados de pastel o babas de perro. El problema radica en el manejo de la fórmula, con el agravante de que ya siendo una fórmula vieja, el material debería ser nuevo pero la mayoría de los videos que se presentan en Ay Caramba son desechos reciclados de America´s funniest home videos, uno de los programas más sólidos de la ABC que desde 1990, con la suave conducción y los chistecillos pasables de Bob Saget, se convirtió en uno de los programas más vistos de Estados Unidos. Lo malo es que Ay Caramba parece solamente abrevar de una decena de programas, y constantemente repiten los mismos videos, apenas, a veces, cambiando el orden.

A los productores el asunto les viene guango como calzón de gorda. Desde el título es un plagio: "¡Ay, caramba!" es la frase insignia con que Bart Simpson rubrica sus aventuras, así, en español en la locución original de Nancy Cartwright (un alter ego de Bart es El Barto, en alusión a El Zorro). De hecho, en las primeras transmisiones de la penúltima temporada de Ay Caramba, locución y cortinillas se hacían con las voces mexicanas de los varones Simpson. Sin decir claramente que se trataba de Bart y Homero se establecía en off un diálogo que remitía inmediatamente a los célebres monigotes amarillos. Frases como "¡Pequeño demonio"!, la risa de Bart o los quejidos de Homero eran la presencia auditiva a lo largo del programa, comentando las situaciones chistosas de los videos. Supone esta malpensada columna que algún problemilla debió surgir entre la producción de Ay Caramba y los dueños originales de las voces de Los Simpson, Matt Groening y su gente, y ya se sabe luego cómo se las gastan los gringos en eso de cobrar derechos usurpados de marca. El programa mutó de mascota pero no de nombre, y después de ensayar con un esperpento que pretendía pasar por chistoso llamado Met-Met, similar al pleonástico Furcio de Televisa y que afortunadamente duró muy poco en pantalla, quedó como anfitrión animado un perro que solamente aparece como indicador de risa sin mayores atributos que ser morado. El apoyo a la injustificable presencia del perro viene de la locución realizada, según el sitio de internet www.TVazteca.com/programas/entretenimiento/aycaramba por Gabriel Filio, aunque se escucha más de una voz. La locución hace comentarios improvisados de lo que va saliendo en pantalla, y se antoja que los locutores lo hacen en vivo, visto lo escaso de recursos humorísticos con que evidencian que la chamba se está haciendo con prisa. De estar esta columna en un error y de haber una adecuada edición de todo lo que se dice cuando se graba, entonces sí que estamos ante un lamentable caso de estulticia televisiva.

Víctima de la falta de material nuevo, el programa pretende hacerse divertido a partir de los comentarios y las referencias en doble sentido de la locución. El humor cutre se desborda cuando el locutor saluda a su "perro Rito", o sea su pedorrito, obvia y albañilesca alusión alburera al ano, y que éste le contesta ladrando algo así como "guagüevo", o sea, la delicada afirmación imperativa "A huevo" con entonación indiscutiblemente achilangada, orgulloso producto de barrio para gente palacio.

Me pregunto cuánto se atreverá a cobrar tv Azteca a sus anunciantes en el espacio publicitario correspondiente. ¿Será que de veras algo tan chafa vende?