Jornada Semanal, domingo 6 de febrero  de 2005           núm. 518

Germaine Gómez Haro

 RICARDO MAZAL: LA TUMBA DE LA REINA ROJA

En el Museo Nacional de Antropología e Historia se presentaron el año pasado dos exposiciones de arte contemporáneo que llamaron la atención en ese espacio dedicado exclusivamente a las culturas precolombinas y a la etnografía. Cuerpos terrenales reunió el trabajo de creadores cuya escultura en cerámica revela ciertos lazos con el México antiguo. La obra variopinta de Francisco Toledo también convivió en ese recinto con piezas precolombinas y objetos de arte popular. Actualmente se presenta la muestra La tumba de la Reina Roja. De la realidad a la abstracción, de Ricardo Mazal, que reúne fotografía, dibujo, pintura y una instalación, inspirados en el soberbio ajuar funerario del Templo XIII de Palenque. Es digno de mención el criterio no ortodoxo de los directivos de este museo que ha hecho posible que, a través de exposiciones de esta naturaleza, el público pueda establecer diálogos metafóricos afortunados y evocadores entre el arte antiguo y los lenguajes contemporáneos.

Ricardo Mazal (1950) se formó como arquitecto y ha desarrollado un trabajo plástico de una gran solidez y reconocimiento. En 1986 se instaló en Barcelona, donde su estilo pictórico se desprendió poco a poco de las referencias figurativas para instalarse plenamente en la abstracción gestual. Desde 1990 vive y trabaja en Nueva York, y en los últimos tiempos ha incorporado a su quehacer artístico nuevas inquietudes conceptuales que lo han llevado a experimentar con procesos digitales altamente sofisticados. La exposición que aquí nos ocupa se presenta paralelamente a otra titulada Rostros mayas. Linaje y poder que reúne una selección de las más hermosas máscaras y rostros escultóricos del Imperio maya, asociados a algunas otras obras maestras provenientes de ofrendas funerarias.

La exhibición de Mazal está ubicada al final de la muestra prehispánica y da inicio con un video documental en el cual el propio creador explica cómo se originó esta serie inspirada en la Tumba de la Reina Roja de Palenque, descubierta en 1994. El artista visitó la zona arqueológica en 2003 y se enamoró de sus edificios y de la exuberante belleza natural. Un minucioso registro fotográfico de las superficies pétreas de los templos y de la frondosa maleza de su entorno constituyeron la materia prima de este trabajo. En el video, Mazal muestra cómo fue manipulando las fotografías digitalmente a partir de ediciones y reconstrucciones, hasta crear unas especies de bocetos virtuales que dieron origen a las pinturas y monotipos. Es fascinante constatar cómo el artista consigue combinar y fusionar diversas técnicas hasta llevar las formas sintéticas que captó su cámara a lienzos de grandes dimensiones. Para ello utiliza herramientas no convencionales como unos grandes rodillos de esponja que le permiten aplicar la pintura sobre las vastas telas mediante movimientos libres y gestuales.

La Tumba de la Reina Roja lo cautivó por el misterio que despierta y por el dramatismo que provoca el cinabrio que utilizaron los antiguos mayas para recubrir el cuerpo y la ofrenda. El color rojo fue fundamental en la cosmogonía mesoamericana por los códigos simbólicos que encierra, asociados a la vida y a la regeneración, a los puntos cardinales del Oriente y del Sur que marcan el trayecto del sol del levante al ocaso, y a la sangre, alimento divino de los dioses. Ricardo Mazal crea su propia ceremonia ritual con explosiones de rojos descarnados y fulgurantes en lienzos de gran formato y en su instalación realizada a base de pigmentos, obras que evocan sintéticamente, en un lenguaje no figurativo, la cámara mortuoria y el entierro.

De la realidad a la abstracción, Mazal recorre un itinerario metafórico para entonar visualmente un canto poético a la grandeza de nuestros ancestros mesoamericanos cuyo imponente legado sigue siendo fuente de inspiración para los creadores contemporáneos.