Usted está aquí: sábado 5 de febrero de 2005 Cultura Alondra de la Parra, directora

Juan Arturo Brennan

Alondra de la Parra, directora

Una parte sustancial de las discusiones de género en el ámbito de la música se ha referido al papel que juega (o deja de jugar) la mujer en el campo de la ejecución, particularmente en lo que se refiere a la dirección de orquesta. Una de las conclusiones inescapables de este debate es que el podio y la batuta parecen seguir siendo reductos fundamentalmente masculinos, sobre todo en sociedades atávicas, excluyentes y machistas como la nuestra.

¿Alguno de ustedes recuerda a Isabel Mayagoitia? ¿Alguno ha visto dirigir a Teresa Rodríguez, Gina Enríquez, Josefina Alvarez Ierena, Gabriela Díaz Alatriste o Evelyn Groesch? ¿No? Entonces, a manera de introducción tangencial, remito al lector interesado en las directoras de orquesta a asomarse a la página www.kapralova.org/CONDUCTORS.ht, en la que hay interesantes sorpresas.

Como también fue una sorpresa (positiva, por cierto) la reciente audición de un disco compacto que recibí hace unos días. Se trata de un cd no comercial que contiene la grabación del concierto inaugural (Nueva York, noviembre de 2004) de la recién formada Mexican American Symphony Orchestra, conducida por su fundadora y directora artística, la joven mexicana Alondra de la Parra, en un programa dedicado íntegramente a la música mexicana. He aquí mi reseña de esta audición.

En su versión al popular Danzón No. 2, de Arturo Márquez, la joven directora perfila con claridad las participaciones clave de algunos instrumentos cuasi-solistas y, de manera interesante, imparte la necesaria variedad al tempo de las diversas secciones de la obra.

En lo general, logra un adecuado balance entre lo sensual y lo extrovertido, las dos caras de la sabrosa moneda que es un danzón. La segunda pieza del programa es sin duda lo más interesante que contiene esta grabación de concierto. Se trata de Clepsidra, de Mario Lavista, interpretada con pulcritud y refinamiento por Alondra de la Parra. Especial mención merece el trabajo sobre los puntos culminantes de tensión y distensión armónica, así como la claridad con que la directora ha logrado de su orquesta la emisión de los nuevos modos de producción sonora, todo ese mundo de técnicas de ejecución que el propio Lavista ha llamado ''nuevo renacimiento instrumental".

Además, en esta versión de Clepsidra se aprecia un trabajo dedicado y detallista en lo que se refiere al contraste entre las sutiles texturas orquestales propuestas por el compositor. Enseguida, en abierto contraste con las dos obras anteriores, la divertida pieza titulada Inguesu, de Enrico Chapela. Lúdico poema sinfónico de corte plenamente posmoderno, en el que el compositor narra detalladamente las incidencias de un partido México-Brasil (con porras, mentadas al árbitro, tarjetas, expulsiones y demás parafernalia futbolera), Inguesu recibe aquí una interpretación adecuadamente sarcástica y marcada por el desparpajo, pero con atención y seriedad en lo que se refiere a lo técnico.

La siguiente obra es lo menos satisfactorio del programa como trabajo de composición: La promesa del guerrero, para tenor y orquesta, con violín obligado, del violinista y compositor mexicano Ernesto Villa-Lobos. Compuesta sobre un texto de Manelick de la Parra, la pieza no termina por encontrar su estilo propio, y transita en un ámbito épico-heroico sazonado con elementos regionalistas o indigenistas que por momentos son contrastados con sonoridades arcaizantes y españolistas. Más interesante, por mucho, la versión de Alondra de la Parra al Sensemayá, de Silvestre Revueltas.

La joven directora mexicana ha logrado, una vez afianzado el hipnótico pulso de métrica irregular de la obra, impartir el necesario elemento sinuoso que enfatiza el hecho de que el personaje protagónico del poema sinfónico de Revueltas es una culebra que se desliza.

En suma, versiones muy bien preparadas y realizadas de estas partituras sinfónicas mexicanas, a cargo de una joven directora mexicana cuya carrera parece prometer mucho. La audición de esta grabación de concierto (con todo lo que pudiera tener de ilustrativo o de engañoso) permite intuir un temperamento musical fuerte, una técnica sólida y una aproximación seria y estudiosa a los materiales musicales a interpretar. (Por si fuera poco, es también una pianista de buen nivel).

Se antoja necesario que alguna de nuestras orquestas importantes convoque pronto a Alondra de la Parra como directora huésped de un concierto de temporada. El hecho de que sea mujer, mexicana, y que tenga sólo 23 años no debería ser obstáculo. Al contrario.

 
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