Usted está aquí: miércoles 2 de febrero de 2005 Opinión ¿Le llegó su hora a Marcial Maciel?

Carlos Martínez García

¿Le llegó su hora a Marcial Maciel?

Varias fuentes hablan de que la demanda contra Marcial Maciel por abusos sexuales por fin ha encontrado oídos sensibles entre la burocracia del Vaticano. Esta sería la razón por la cual el fundador de los Legionarios de Cristo declinó seguir al frente de la orden, y no, como él mismo ha declarado, para dar paso voluntariamente a una nueva generación en el liderazgo y acompañarlo en el proceso del cambio.

El caso de Maciel, para entenderlo mejor y más allá de la coyuntura presente, debe analizarse en el contexto más amplio de cómo ha reaccionado la alta jerarquía católica romana, con el Papa al frente, en casos similares al del sacerdote mexicano. Bajo el papado de Karol Wojtyla han salido a la luz pública escándalos sexuales de clérigos en varias partes del mundo, destacadamente en Estados Unidos (EU) e Irlanda. En EU el asunto alcanzó proporciones enormes por la decisión de las víctimas de dar a conocer su tragedia. También contribuyó a que el tema trascendiera las catacumbas el activo papel de un buen número de medios informativos en el seguimiento del asunto. Además, el hecho de que la Iglesia católica, aunque importante en el panorama religioso estadunidense, carece del poder que tiene en otras sociedades donde es sin discusión la principal institución religiosa y ello le da un peso político especial.

Después de que las dimensiones de los abusos sexuales fueron conocidas por la opinión pública estadunidense, lo que agregó más indignación al tema fue saber que el problema había sido minimizado y encubierto por las autoridades eclesiásticas que tenían el poder de sancionar a los abusadores. Ante las evidencias de su pésima actuación frente a los depredadores sexuales en su diócesis, el obispo de Boston, Bernard Law, se retiró del cargo y encontró cobijo en Roma. Esto fue posible porque Juan Pablo II, fiel a su política eclesiástica, mueve los mecanismos protectores de la Iglesia católica en favor de los altos clérigos que han mostrado obediencia al pontífice romano. Se pasa por alto que si bien como integrantes del clero los victimarios, y quienes los encubrieron, cometieron faltas morales (pecados en el lenguaje eclesial), de acuerdo a las leyes civiles son delincuentes y debieran enfrentar las consecuencias jurídicas de sus actos.

Es importante el caudal de investigaciones que documentan el clericalismo y autoritarismo que se revigorizaron con Juan Pablo II, para quien los altos clérigos son una casta divina que sólo debe responder de sus actos al Papa. El fundador de los Legionarios de Cristo sigue tan irrestrictamente este principio, que no sólo es obediente al máximo jerarca, sino que incurre en la papolatría. Por ello mismo, al interior de su organización Maciel es como un pequeño Papa, a quien los integrantes de la orden le deben total sumisión. Y si observadores externos quisieron ver una luz esperanzadora en el cambio de liderazgo formal en los legionarios, el sucesor de Marcial Maciel, Alvaro Corcuera, ya les dio una muestra de por dónde irán las cosas en la entrevista que a modo le hizo la agencia católica de noticias Zenit, y que se reproduce íntegra en la página web de la legión (www.legionariesofchrist.org).

Para empezar, si algo deja en claro Corcuera es que le debe todo al padre Maciel, a quien conoció desde niño como estudiante en una escuela de la orden. El nuevo director va más allá de las normales palabras de cortesía en los casos de sucesión de un fundador que todavía vive, hace exaltados elogios de Maciel y se refiere a él con palabras que no describen a un ser humano, sino a un personaje angelical que trasciende a los simples mortales. De la pregunta sobre cuál es su relación personal con Marcial Maciel, reproduzco sólo algunas líneas de su respuesta: "Tengo un deber de gratitud que sólo podría expresarle siendo fiel a aquello que me ha enseñado siempre con sus palabras y ejemplo de un auténtico y verdadero padre que a todos nos ha dado su vida sin escatimar esfuerzo alguno. Realmente cuando le veo trabajar al ritmo que lleva, cuando le veo desgastarse con tanto amor a Dios, no puedo sino decir que aquí hay un hombre de Dios, un hombre que sólo piensa en cómo servir y cómo darse a los demás como sacerdote, a ejemplo de Cristo".

En el mejor de los casos el expediente contra Maciel que se reabre en Roma va para muy largo. El caso está conformado por las denuncias presentadas en 1996 por ex legionarios, casi todos mexicanos, que sufrieron abusos sexuales de Marcial Maciel en los años 50. Recordemos que el pormenorizado recuento de las víctimas fue desdeñado en Roma y los agredidos han tenido que ver cómo con el paso de los años su agresor recibe públicos reconocimientos de Juan Pablo II, el más reciente a finales de noviembre pasado en ocasión del 60 aniversario de la ordenación sacerdotal de Maciel. Solamente que a las denuncias anteriores se agreguen nuevos casos, y que los medios difundan esa información, será posible develar ampliamente la red de complicidades que hasta hoy mantiene a Marcial Maciel en la impunidad.

 
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