Crónica Sero
Por Joaquín Hurtado
Bajas
y subes. Entras y sales. Preguntas y esperas. Te escuchas y piensas. Y sin
pensarlo mucho decides. Todo depende del resultado de hoy. Tu mayor problema
es elegir. Desde muy chavo tu padre te enseñó la inmensa tragedia que guarda
todo acto electivo. Si es A, malo. Pero si es B, peor, decía.
Tenía
razón. Esto no es un disco en la máquina reproductora que puedas controlar
con un botón remoto. La vida tiene la reversa trabada. Estas son las reglas
del juego, aunque el impulso primario sea derribar las piezas y abandonar
la mesa y salir al sol y ponerte en pausa. Salir a la calle y andar como
si no trajeras el alma a punto de congelación y los ojos nublados por el
vapor del pasmo.
El técnico te dijo que el procedimiento
no tardaría. "No se mueva hasta que yo le diga". La máquina de resonancia
magnética produce distintas voces con ritmos narcotizantes. Distintos sonidos
te murmuran que todo está bien, que no te angusties. Arrullo de madre. Madre
perra.
El infectólogo te recibe al día siguiente.
Confirma la naturaleza sospechosa de la mancha que le ensombreció la frente.
"Es posible", dice. Habrá que hacer más estudios. Su semblante es elocuente,
dice mucho más que sus parcas frases. Aclara: "esto no es efecto de los antivirales".
No es colitis asociada a un factor alimenticio. Ese cuerpo extraño es resultado
de un misterioso proceso metabólico que ha desatado el virus de la inmunodeficiencia
a niveles de un capricho nanomilimétrico. Veinte años de convivir con el
huésped tenían que presentar la factura. Carísima por cierto. ¿Pero ahora?
El médico interpreta tu tic en el párpado derecho. Es muy prematuro para
adelantar vísperas, dice. Está la opción de la quimio y la radioterapia.
Recuerdas a Héctor y el estómago se te retuerce. El descomunal tratamiento
lo mató.
Gonzalo te quiere animar. Vamos al cine,
propone el pobrecillo. Quiere llevarte al nuevo restaurante de comida japonesa.
Es la más sana y de fácil digestión. El salmón es lo mejor para reducir el
nivel de colesterol. Cree que tu oscuro semblante es por el resultado de
la bioquímica sanguínea de la semana anterior y su insobornable tendencia
a acumular triglicéridos. Para qué decirle lo de la resonancia y sus maravillosas
tomas de tus tripas acosadas. Lo escuchas y callas. Y sin dudarlo más le
respondes: vamos a la Cineteca. Antes pasarás al patio a alimentar al perro.
Nuestro
mayor drama ha sido siempre elegir. Esto es lo bueno, esto lo malo. Esto
es lo sano, esto lo peligroso. Fumaste un tiempo, luego dejaste el hábito.
Ligaste y bebiste, y amaste y te amaron amores furtivos de la disco o del
bar de moda. Fue tu soberana decisión. Gozosa hasta el delirio. Vieja historia.
Gonzalo ha sido tu más dulce compromiso, pero no puedes mentirte más. No
merece caer en tu desbarrancadero. Aprietas muy bien el nudo del tendedero
y te dejas ir. Después sólo silencio.
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