Medio centenar de empresas han
apostado por la explotación silvícola de
alta rentabilidad. Aunque es una inversión de largo plazo, este
incipiente pero intenso agronegocio tiene en marcha mil 572 proyectos
apoyados con 200 millones de pesos por la Comisión Nacional
Forestal.
Roberto Campa
Zúñiga
Compañías como
Liverpool, Chedraui,
Hoteles Qualton, la industrial Desc, Unitec y Kimberly Clark no
pudieron resistir la tentación de aprovechar la seguridad de un
negocio
rentable convirtiéndose en "fábricas de bosques".
Aunque es una inversión a
largo plazo,
este incipiente pero intenso agronegocio ya lo aprovechan 50 empresas
que participan dentro de los mil 572 proyectos existentes y apoyados
financieramente (200 millones de pesos actualmente) por la
Comisión
Nacional Forestal (Conafor). Estos proyectos han establecido metas para
cubrir 320 mil hectáreas de cultivos de árboles para la
generación de
maderas finas y preciosas (cedro, caoba, teca y melina) y de maderas
propias para la producción de celulosa y papel.
Del total de proyectos
existentes a octubre de 2004, alrededor de 841
pertenecen a pequeños propietarios, más de 700 a ejidos y
sociedades y
sólo a 50 a compañías como las mencionadas, seis
de las cuales
representan inversiones de casi 700 millones de pesos, según la
Conafor.
La perspectiva es de una
creciente demanda de maderas. A decir de
Marilio Morell, experto en Silvicultura de la Organización de
las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las
zonas
forestales en el mundo con árboles plantados aumentarán
de 12 millones
a 16 millones de hectáreas en 2020 y cada vez se
designarán más bosques
naturales protegidos. Además de la necesidad de cubrir el
déficit
forestal de más de 6 millones de metros cúbicos anuales.
Decisión arbórea
Empresas como la productora de
papel
Kimberly Clark, por medio de su subsidiaria Silvicultura Soraya,
decidió incursionar en las plantaciones comerciales.
Manuel Araujo, gerente general
de
Soraya, afirma que las 6 mil hectáreas de eucalipto a plantar en
Guerrero servirán para abastecer parte de la celulosa que
requiere
Celulosa y Papel de Michoacán (Cepamisa) la fábrica de
papel de la
trasnacional. La primera cosecha será en 2008, pues comenzaron a
sembrar en 2000. El directivo indica que hasta ahora se han invertido
20 millones de los 120 millones de pesos que Kimberly Clark espera
dedicar a este proyecto.
Lo mismo sucedió con el
Grupo Chedraui
(tiendas de autoservicio) que en 1996 fue invitado por el cafetalero y
ganadero veracruzano Rafael Riaño, quien ya había
incursionado en la
"fabricación de bosques" desde 1991 en Veracruz y Campeche. La
firma
Agroindustrial Agua Fría, que dirige Riaño, principal
accionista, junto
con Chedraui, obtendrá su primer cosecha de maderas preciosas en
2005,
misma que servirá para exportar madera dimensionada de teca y
melina,
abastecer de tarimas a la industria citrícola de Martínez
de la Torre
(Veracruz) y a la industria de la construcción, así como
al desarrollo
y fabricación de triplay en el mercado nacional. La
inversión total
para la siembra de las 15 mil hectáreas por desarrollar
será de 402.5
millones de pesos.
La familia Sourverville,
accionista minoritaria de la cadena de tiendas
departamentales Liverpool, pero madereros por décadas, se
aventuraron a
crear su propia materia prima al constituir Promotora de Plantaciones
del Sureste (Proplanse), en Balancán, Tabasco con 3 mil
hectáreas de
cedro, caoba, melina, teca, ceiba y eucalipto tropical. Intentan lograr
el autoabasto a su planta y aserradero de tabla en moldura de Toluca,
estado de México.
Antonio Martínez, gerente
de
desarrollo y finanzas de Proplanse, detalla que se invertirán
casi 200
millones de pesos, de los que 150 ya se ejercieron. Planea, por
ejemplo, instalar un aserradero cerca de la plantación en
Tabasco para
luego fabricar muebles. Aunque desiste en dar a conocer el nombre, el
ejecutivo revela que se encuentra en pláticas con un grupo
canadiense
para formalizar una inversión conjunta.
A pesar que las plantaciones de
Proplanse son de 2000, en 2005 tendrán su primeros cortes debido
a que
cuentan con mil 500 hectáreas de eucalipto (medio millón
de metros
cúbicos), para celulosa y fabricación de tablas y
tarimas, ya que en
noviembre de 2003 adquirieron Desarrollo Forestal, propiedad de Alfonso
Romo, del Grupo Savia, con ocho años de existencia.
Del
pinino al auge
Las incursiones de grandes
empresas en
la incipiente industria forestal mexicana data de los años 1930.
El
primer intento por desarrollar plantaciones forestales comerciales se
llevó a cabo en 1932 por la cerillera La Imperial, que
creó
plantaciones de álamos en las cercanías de Chalco, estado
de México.
Luego hubo tibios intentos,
básicamente por pequeñas
compañías. Pero en
1953 nuevamente una compañía como Fibracel inició
un programa para
abastecer a la industria de tableros de fibra, por lo que fincó
5 mil
hectáreas de plantaciones de eucalipto y melina en
Tamuín, San Luis
Potosí, que cosechó en 1969.
Otros empresarios retomaron el
rumbo a partir de 1991. En ese
año
Rafael Riaño vio cómo la industria del café se
sumía en crisis y
avizoró el potencial de rentabilidad de plantar árboles.
También los extranjeros
vieron con perspectiva rentable las
fábricas de
bosques en México y aprovecharon en 1997 la creación del
Programa para
el Desarrollo de Plantaciones Forestales (Prodeplan), pero se salieron
pronto. Fue así que el consorcio forestal estadunidense Simpson
estableció un proyecto de eucalipto en Las Choapas (entre
Veracruz y
Tabasco) para enviar la madera a Luisiana, Estados Unidos. Asimismo,
Smurfit instaló una plantación de eucalipto en Campeche.
Pero 1998 ante el desplome de
los
precios internacionales del papel de 600 a sólo 280
dólares por
tonelada, ambas empresas abandonaron el negocio. Simpson vendió
su
proyecto a Planfosur y Temple Inland, que terminó pasando a
manos de
Rexel, del Grupo Desc; mientras Smurfit lo transfirió a Rafael
Selem
Ferrer, propietario de la empresa Tres Hermanos, que cultiva eucalipto
y melina en Campeche y ahora produce muebles que vende a cadenas
hoteleras internacionales, sobre todo en Cancún.
Riesgos
Como todo negocio, la industria
de los
bosques no está exenta de riesgos y trabas, la mayor parte
asociados a
la tenencia de la tierra, abundancia de trámites y pésima
infraestructura de carreteras y caminos.
Antonio Martínez, gerente
de
desarrollo y finanzas de Proplanse, sostiene que se enfrentan muchas
deficiencias de infraestructura, pues no hay accesos; es un vía
crucis
llegar hasta el ferrocarril.
Por si fuera poco hay que
negociar con
las empresas de ferrocarril para mover la madera, en un servicio caro y
malo. Por ejemplo, para desplazar un metro cúbico de Campeche,
centro
productor, a Morelia, centro manufacturero, el flete representa casi 70
por ciento del precio de la madera. Además, en la etapa
productiva de
sembrar y luego cosechar, hay que padecer sobrerregulación de la
Semarnat para los trámites para cortar y embarcar el producto.
No obstante, la perspectiva del
negocio es alentadora, ya que según el Inventario Nacional
Forestal
Periódico, el país tiene 8 millones de hectáreas
de terrenos
preferentemente forestales y 4 hectáreas dedicadas a uso
agropecuario
poco productivas con aptitud para plantaciones forestales §
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