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BUCANEROS DE LA LETRA IMPRESA 27 de diciembre de 2004

Al menos dos de cada 10 libros que se ofrecen en el mercado mexicano son piratas. El daño a los editores alcanza mil 250 millones de pesos, 10% del valor de la producción anual de la industria. Mientras el país padece de bajísimos niveles de lectura, se ubica ya en tercer lugar mundial en la comercialización de copias falsificadas.

Ana Cecilia Terrazas

¿Hasta qué grado llegará la piratería en México que, aun con los bochornosos bajos índices de lectura nacionales, la industria editorial la padece enormemente?

Según los datos menos optimistas de la Cámara Nacional de la Industria Editorial (Caniem), los mexicanos leen sólo medio libro al año (sin contar los libros de texto). Sólo por poner un ejemplo, los españoles, según la información de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, leen ocho títulos al año per cápita.

No obstante, los bucaneros literarios mexicanos han hallado cómo hacer su agosto con los libros aunque las cifras de su negocio, por su naturaleza, pueden ser inexactas.

De acuerdo con el presidente del Consejo del Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro), Gerardo Gally, la piratería de libros "causa un daño a los editores y libreros mexicanos del orden de los mil 250 millones de pesos al año. Esto equivale a 10 por ciento de la producción editorial nacional. En el caso de los autores, el perjuicio económico está calculado en 110 millones de pesos anuales por concepto de regalías no cobradas".

Las cantidades mencionadas impactan de modo adverso a una industria editorial privada golpeada de por sí, en casi 50 por ciento de la producción anual. Ese efecto se genera también por la reprografía, el fotocopiado ilegal de libros. El Cempro estima que los editores afectados dejan de percibir 6 mil millones de pesos al año, porque tan sólo universitarios y estudiantes fotocopian, sin pagar los derechos correspondientes, 200 millones de páginas en un año.

feria_libro01De acuerdo con la Asociación de Editores Norteamericanos dos de cada 10 libros en el mercado son piratas. Por lo pronto, México parece ocupar el tercer lugar mundial de la industria de la piratería en general". De hecho, los editores mexicanos pronostican que en un futuro no muy lejano le suceda a la industria del libro lo que ocurrió en la del fonograma, es decir, casi su desaparición. En 2002, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica estimó la circulación mundial de 19 mil millones de unidades pirata entre discos y casetes de música, 40 por ciento de la producción mundial.

La situación se agrava si se considera que la cadena económica del libro afecta al autor, editor, librero, distribuidor, impresor, a los trabajadores de empresas culturales, así como al erario y, finalmente, al mismo consumidor. Esto último lo refuerzan investigaciones del Cempro, que han encontrado, por ejemplo, que el libro pirata de una editorial como Oxford cuesta 100 pesos mientras el original cuesta 120. "A lo mucho ­comenta Gally­ los libros pirata se venden en 20 o 30 por ciento menos del precio original".

Los títulos piratas más socorridos actualmente son Fish!, ¿Quién se llevó mi queso?, los que hablan de Marta Sahagún, Dios mío, házme viuda; Dios mío, quítame lo bruto; todos los referentes a caballos de Troya, El hombre de la armadura oxidada; todos los de Paulo Coelho, de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, de Carlos Fuentes y de Gabriel García Márquez.

Justamente los títulos más vendidos de manera ilegal son los que más se venden, "los que más nos ayudan a la publicación de otros que no siendo tan rentables consideramos que deben estar en el mercado al alcance de los lectores", dice el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial, José Angel Quintanilla. Añade que "el problema es gravísimo porque representa casi 20 por ciento de los libros que se comercializan y porque refleja el poco respeto que tiene nuestra sociedad por la obra ajena".

Para cercar un poco al mundo de los piratas sirvan los siguientes datos que han sido recogidos por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc):

-En 2001, la International Intellectual Property Alliance estimó las pérdidas por piratería de libros sólo de origen estadunidense en el mundo en 653 millones de dólares.

-De acuerdo con un estudio que pidió el Grupo Interamericano de Editores en 2000, se calculó que, según promedios de las estimaciones de las cámaras de libros en diferentes países, México lleva la batuta de América Latina respecto de la circulación de libros piratas (10 millones de libros al año), seguido por Argentina (3.5 millones), Chile (1 millón 365 mil), Colombia (1 millón 283 mil) y Guatemala (300 mil).

Así que, ni el libro con su distancia respecto de los hábitos culturales mexicanos, se salva de la piratería §

PIRATERIA DE LIBROS

Las cuantiosas pérdidas económicas derivadas de la reproducción ilegal de libros han obligado a autores y editores a tomar medidas para reducir los daños. La publicación de la más reciente novela de Gabriel García Márquez, Memoria de mis putas tristes, muestra las estrategias para combatir la piratería.

El lanzamiento mundial de la obra estaba programado para el 27 de octubre pasado; sin embargo, ante la aparición en Colombia de copias piratas de la novela, los editores decidieron adelantar su presentación una semana.

Eso no fue todo. Cambiaron la edición final de modo que el texto falsificado no incluye la corrección de los detalles finales ni tiene el mismo desenlace que la versión final y contiene errores ortográficos.

En Colombia los editores fijaron el precio de la novela en el equivalente a 11.44 dólares, mientras que los piratas la vendían a 4.73 dólares, menos de la mitad.

García Márquez no es el único escritor afectado por la piratería. Los libros de la saga de Harry Potter, escritos por J. K. Rowling, así como la colección de Caballo de Troya, de J. J. Benítez, son algunos de los títulos más falsificados.

En el caso de Harry Potter, Editorial Océano, encargada de publicar la serie en México, colocó hologramas para garantizar la autenticidad de los libros y así poder identificar a las versiones piratas. Pero la medida no resultó. Los piratas también hicieron copia de ellos, por lo que la posible detección de los libros falsos fue mucho más complicada; finalmente los editores decidieron abandonar la estrategia.

Una actividad que contribuye a la piratería de obras literarias es el intercambio por Internet de archivos que contienen las versiones íntegras de los textos. La posibilidad de leer un libro completo en la pantalla de la computadora es una opción cada vez más socorrida por los lectores; algunos prefieren contar con el material literario de forma virtual en lugar de tenerlo en papel.

Harry Potter es una de las obras más afectadas por esta vertiente de la informalidad editorial. A pocos días del lanzamiento en español del quinto libro de la colección de Rowling había en la red traducciones extraoficiales del texto; sin embargo, no fueron hechas por piratas, sino por lectores fervientes de la historia que ni siquiera pretendían lucrar §

Karla Torrijos

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