La Jornada Semanal,   domingo 19 de diciembre  de 2004        núm. 511

 Rosario 
Castellanos:
aniversarios
 

Gerardo Bustamante Bermúdez

A Ofelia Medina, heroína


 En 1964, Rosario Castellanos (1925-1974) publica Los convidados de agosto, obra narrativa que reúne tres cuentos: "Las amistades efímeras", "Vals capricho", "Los convidados de agosto", y la novela corta "El viudo Román". Para los años sesenta, Castellanos se había consolidado como una de las plumas más sólidas de la literatura del medio siglo mexicano, amén de su condición genérica que supondría, como en el caso de otras plumas femeninas, la delimitación o el reduccionismo editorial y gubernamental, por no hablar de las preferencias literarias masculinas. A pesar de que contamos con estudios críticos muy valiosos sobre la obra de Rosario Castellanos, algunas de sus obras apenas se han esbozado; tal es el caso de su obra ensayística, que está completamente descuidada y que es muy importante para la resemantización de la obra narrativa, sobre todo por la preocupación de la autora por hablar de la condición genérica y social (las mujeres, los indios y la escritura).

Los convidados de agosto es la obra de transición entre la "trilogía indigenista" (Joseph Sommers) y la narrativa con espacios y personajes urbanos Álbum de familia (1971) y Rito de iniciación (póstuma, 1997). La preocupación fundamental en estas obras son los personajes femeninos, sólo que la frustración, la enajenación, el dominio de una sociedad falocéntrica y recalcitrante se enfatizan en un espacio mediatizado como es Comitán, lugar donde se desarrollan todas las historias del libro. Queda claro que Comitán, Chiapas, no sólo es el poblado en que Castellanos vivió hasta su adolescencia, sino un espacio donde la transgresión femenina es condenable y duramente castigada. Es en este sentido que la preocupación fundamental de Castellanos sobre la condición femenina en una provincia mexicana, se convierte en una radiografía trágica del modo de ser femenino en el México postrevolucionario. A lo largo de la producción narrativa de Castellanos, la provincia presenta un fuerte conflicto racial y de clases sociales que determinan la forma de vida socioeconómica de los individuos, e incluso el trato al que se es digno de acuerdo a la posesión de bienes materiales y al tipo de familia al que se pertenece.

Las mujeres que aparecen en las páginas de Los convidados... son señoras respetables, solteras de buena familia, criadas o placeras. Lo que las une en un espacio enajenante es su condición genérica, pues les determina un cierto modo de vida, comportamiento, educación, posición y visión frente al mundo masculinizado. El deseo de las "solteras" por casarse y llegar a poseer el anhelado título de "señoras", supone un respeto social y un reconocimiento como seres humanos, de lo contrario, el desprecio y la burla de los comitecos no se hace esperar.

Los personajes femeninos protagonistas de Los convidados... están inmersos en una desesperación que generalmente es consecuencia de la falta de algún pretendiente, o bien, porque de manera personal y social, se considera que una mujer soltera no puede ser digna de respeto, aun si pertenecen a una familia criolla y pudiente: ya que la mujer sólo tiene justificación en la medida en que desempeñe su papel biológico y se desarrolle como esposa y madre. Dichos títulos sociales presuponen para la soltera o la estéril, la condena, la burla y el desprecio en una sociedad falocéntrica como la que muestra Rosario Castellanos: "Quedarse soltera significa que ningún hombre consideró a la susodicha digna de llevar su nombre ni de remendar sus calcetines. Significa no haber transitado jamás de un modo de ser superfluo y adjetivo a otro necesario y sustancial. Significa convertirse en el comodín de la familia. ¿Hay un enfermo que cuidar? Ahí está fulanita que no tiene obligaciones fijas" (Mujer que sabe latín). Llama la atención que los personajes femeninos de Los convidados de agosto tienen delimitado un espacio y una función genérica impuesta por su núcleo social y aceptada en la mayoría de las veces por ellas mismas (sometimiento y autosometimiento). Las mujeres transgresoras a la moral falocéntrica y conservadora son castigadas desde el interior de su círculo, no importa su linaje ni la posición económica de su familia.

El primer cuento titulado "Las amistades efímeras", utiliza la narración en primera persona para contar la vida de Gertrudis, joven comiteca dedicada al cuidado de la Picha –su hermana menor–, y a atender un "tendajón" de provincia donde se venden, entre otras cosas, bebidas alcohólicas. Lo interesante de este cuento en cuanto a condición genérica y progreso se refiere, es que la narradora-adulta cuenta desde un presente el recuerdo de una amiga de la infancia que al transgredir la moral provinciana y al no salir de Comitán, su futuro fue el mismo que el de cualquier mujer de provincia: la subordinación y el desprecio como formas de vida. A diferencia de Gertrudis, la narradora buscó otra forma de realización femenina encontrada en la literatura como profesión y como independencia del círculo social alienable al que perteneció por tradición; ella misma refiere que dentro de Comitán se inclinó por la escritura, aunque esta actividad suponga una condena social y de género. La narradora también menciona su relación con Óscar; no obstante, las aspiraciones de la protagonista se oponen al trato y a la concepción que él posee de la mujer mexicana, motivo por el cual ella decide de manera crítica romper la relación y salir de un espacio determinista e ingresar a otro más abierto y liberador: (esta misma situación se da en el personaje de Cecilia de la novela Rito de iniciación).

La transgresión familiar y social de Gertrudis consiste en escapar con un hombre desconocido –Juan Bautista González–; sin embargo, es encontrada y castigada por su padre de una manera humillante. La huida la desvaloriza ante la gente (jueces), imponiéndosele un matrimonio apresurado para resarcir una conducta anómala e inmoral sin que medie el amor.

Sobre las mujeres de provincia, la narradora-escritora enfatiza las "especies diferentes" y por lo tanto los caminos elegidos o impuestos para éstas en espacios cerrados o abiertos, decisivos para su construcción como seres sociales, libres, reprimidos, autónomos o condenados. La narradora-escritora de "Las amistades efímeras" se puede considerar en un plano autobiográfico o de coincidencias, el alter ego de la propia Rosario Castellanos que construye una historia "a través de la memoria humana y de la eternidad de las palabras".

En Los convidados de agosto se recrea la vida de Emelina, cuya actividad se reduce a la espera de un hombre (no importa quién) que venga a desposarla en las festividades de Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto). El título alude al auto-ofrecimiento de las jóvenes, pues la soltería es una condena y un estado vergonzoso. Ester, la hermana mayor de la protagonista, se ha resignado a la soltería, después de la espera; la pretensión del matrimonio ya no es viable cuando tiene que competir con otras mujeres más jóvenes y decide consagrarse al cuidado de su madre enferma.

La presencia masculina para las jóvenes se traduce como un trofeo que proporcionará la aceptación de los demás, sobre todo por el anhelado y solicitado "respeto de varón": "una mujer sola no es capaz de nada". Como en otros personajes femeninos de Rosario Castellanos, en Emelina también está presente la imagen del cuerpo desgastado e irrealizado que cada día envejece sin que haya un momento de gozo ya sea sexual o sentimental. "Es un año más, ¿verdad? Uno más sobre muchos otros. Treinta y cinco, yo llevo bien la cuenta. Es triste ponerse a competir con las jovencitas. La gente se burla." La ruptura con la moral comiteca se presenta cuando la protagonista decide conversar y planear la huida con un "fuereño"; esta transgresión responde al deseo de libertad y realización femenina. Emelina no piensa en un matrimonio ideal, sus impulsos sólo responden al deseo de no ser el estereotipo de una solterona de provincia. Al ser sorprendida por su hermano Mateo y su amigo Enrique Alfaro, su "falta de respeto" se exhibe y se castiga frente a los parroquianos, dejándola así en una especie de prisión alienable: "cuando adquirió plena conciencia de que la oportunidad había pasado, Emelina se puso a aullar, como una loca, como un animal".

El destino para la protagonista del relato es la soledad, la condena, el desprecio y la burla. Para Emelina no hay una tregua social, tampoco la huida es un camino viable, ya que dentro de su núcleo no existen modelos a seguir. Por el narrador sabemos que hay otras mujeres como "la Casquitos de venado" o la "Estambul" que han buscado en otras regiones la realización y la independencia; la primera es propietaria de un taller de costura, aunque el narrador advierte que la gente no recurre a ella como forma de castigo, mientras que la segunda regresa a las fiestas de Santo Domingo de Guzmán convertida en torera (oficio masculino y transgresor). Los convidados de agosto plantea la doble moral de la provincia mexicana, la soledad y el espacio árido en el que viven los personajes femeninos.

Bajo esta misma línea temática, el relato de "Vals capricho" presenta las siguientes peculiaridades: las hermanas Natalia y Julia Trujillo –dos solteronas comitecas– se empeñan en criar y pulir a su sobrina Reineire, fruto ilegítimo de su hermano Germán con una india. Reineire no es ante los ojos del pueblo una joven digna de respeto, pues su mestizaje y comportamientos son el pretexto para la burla y el desprecio: "En las tertulias, Reineire y sus costumbres, o sus actos más nimios, eran tema de burla." Lo que se enfatiza en la historia son las intenciones de las tías para convertir a su sobrina en un ser social aceptado por los otros (los que determinan quién es digno de respeto o rechazo); sin embargo, llevar la sangre de una india la convierte en un "objeto" –no sujeto– marginal: la personalidad grotesca y la barbarie de Reineire se contraponen a la compostura y moral correcta de toda joven provinciana "decente". Aunque la joven habla español, también domina la lengua de su madre, realiza actos anormales (tiene una gallina negra debajo de su cama y posee conocimientos de la sexualidad animal y humana). El destino de Reineire, Gladys, Claudia, María o Alicia– como la llaman las tías y el sacerdote de la parroquia para darle un nombre que aparezca en el santoral–, no es menos trágico que el de Emelina. Después de ser rechazada por el pueblo e inútilmente educada por sus tías, la joven decide abandonar un espacio condenable y hostil: "Natalia había visto cómo se alejaba, a la luz clandestina del amanecer, la silueta de una mendiga. Destrabó la aldaba de la puerta de la calle, salió, cerró tras de sí... iba descalza." Como en Los convidados de agosto, Reineire es castigada con el desprecio, expulsada de un paraíso provinciano y decadente que sólo le ofrece la burla y el desprecio, además de conducirla a la locura.

La novela corta "El viudo Román" narra la historia de Romelia Orantes, su fatídico matrimonio y la deshonra familiar que le causa su esposo, el doctor Carlos Román, el día siguiente de la boda, al "devolverla" a la casa paternal y acusarla de no llegar "virgen" al lecho conyugal. Romelia es víctima del odio y el deseo de venganza por parte del doctor, quien en su primer matrimonio descubre que su esposa Estela sostiene una relación clandestina con Rafael, hermano mayor de Romelia; quien según el propio médico, se suicidó "de vergüenza y remordimientos" a la muerte de Estela.

La deshonra personal y familiar de la que es víctima la protagonista de la novela, sugiere un futuro basado en el desprecio del pueblo y el repudio de sus hermanas Blanca y Yolanda –candidatas a la soltería como oficio. Romelia Orantes decide "permanecer" dentro de un espacio alienable, no importa que pertenezca a una familia "respetable" en lo social y económico; los actos inmorales que se le atribuyen la colocan en el nivel de los despreciados.

Por último, quiero destacar dos aspectos importantes de Los convidados de agosto: 1) en Comitán, los sacerdotes desempeñan la función de guías espirituales, consejeros moralistas y hasta represores. El coadjutor de "Vals capricho" aconseja pulir-disfrazar el salvajismo de Reineire para que el pueblo la acepte; el sacerdote de "Los convidados de agosto" pide a las jóvenes no conversar con "fuereños-extranjeros" en las fiestas patronales ni en ninguna otra ocasión. Por su parte, el padre Trejo de "El viudo Román" le exige al doctor Carlos reivindicar el honor de Romelia y su familia. 2) El amor en las páginas de Los convidados... es un elemento secundario y en algunos casos prescindible. Lo que une a los personajes femeninos de los tres cuentos y la novela corta es el deseo de no "estar" (pasividad-espera) "dentro" de una sociedad que condena, se burla e inhibe el deseo de vivir bajo ciertas normas. Cada uno de los destinos de las protagonistas de Los convidados... tiene desde diferentes ángulos un fin funesto; ¿qué caminos son viables para una vida mejor dentro de una sociedad con las características que presenta Castellanos? La propia Rosario afirma que en sus obras con escenarios provincianos las opciones para las mujeres son: "la fuga, la locura y la muerte como espacios alternativos que no son propiamente cauces de vida, sino formas de muerte" (El uso de la palabra).

A cuarenta años de su publicación, Los convidados de agosto sigue cuestionando ciertas formas de vida en la provincia mexicana; su prosa ágil nos invita a leer sus páginas desde la "postmodernidad" como si fuera la primera edición.