Jornada Semanal, domingo 19 de diciembre  de 2004           núm. 511

NMORALES MUÑOZ
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XXV MUESTRA NACIONAL DE TEATRO (II y última)

Una revisión hemerográfica somera deja ver que el diagnóstico sobre la MNT es idéntico de ocho años a la fecha, que el hueco entre quienes revitalizaron la escena del teatro regional a finales de los ochenta e inicios de los noventa (Norzagaray, Treviño, Petriz...) y la generación posterior se ha ido ensanchando hasta lo insalvable, etcétera. Las conclusiones de todos los comparecientes han enfilado unánimemente hacia la renovación plena del formato actual.

No han sido pocos los intentos de reforma; aunque más que atacar el problema de raíz (el status del teatro nacional), se ha tendido a refrescar los métodos de selección, sin contribuir aún a la incentivación de los circuitos de producción locales. De un proceso que motivaba la competencia (un sistema de Muestras estatales y regionales), se ha pasado a la integración de una Comisión Artística, rotativa cada año, que se encarga de preseleccionar montajes a través del video, para luego ver las puestas en escena en su propia sede como filtro definitivo. Este método de escogimiento no ha estado exento de polémica, pues no han sido pocos quienes han manifestado la nebulosidad de los criterios de las distintas Comisiones, llegándose al extremo de que varias compañías ya no responden a las convocatorias, convencidos de que la MNT no les alimenta ni en lo artístico ni en lo programático, pues fuera de alguna reseña favorable en algún medio de comunicación, un buen trabajo tiene poca resonancia y un seguimiento nulo.

Al respecto han surgido, aisladas y excepcionales, las propuestas de quienes han sido testigos de esta desarticulación paulatina. En declaraciones a Reforma (28/11/2004), Rodolfo Obregón propone que la MNT debiera encargar producciones a los directores de provincia ya probados, con la idea de estimular su desarrollo y darles un espaldarazo ante su público. Obregón sugiere, por ejemplo, que en la próxima MNT de San Luis Potosí puedan verse reposiciones de montajes exitosos de Jesús Coronado. No se trata de poner en entredicho la capacidad e importancia de un hombre de teatro indiscutible como Coronado, pero la proposición entraña de igual forma algunos puntos a debatir. Siendo pues irrefutables los logros de aquella generación ya nombrada, el asunto debiera centrarse en encontrar opciones para que esa labor tenga una mayor repercusión, para que siembre semillas entre las nuevas generaciones de teatreros nacionales y se prepare su inevitable relevo. No parece que apoyar con recursos del centro a quienes ya han recibido esos apoyos sea la mejor opción, en tanto estas obras apoyadas no han repercutido hasta el momento, de manera clara y consistente, en las nuevas generaciones. Y baste consignar el ejemplo de Angel Norzagaray, quien durante la Muestra de Tijuana peleó y consiguió la inclusión de un lamentable montaje suyo, para recordar una verdad de Perogrullo: quien una vez hizo bien no necesariamente lo seguirá haciendo siempre.

Pero lo más importante, entendiendo que la MNT no puede ser responsable de la situación del teatro nacional, es invertir el orden de los factores: que la Muestra sea el medio y no el fin para apurar una transformación. La propuesta de Obregón, atinada en tanto supone la estabilización de algunas compañías de provincia, implica asimismo que la MNT siga siendo el puerto de llegada para los teatreros nacionales, en vez de ser apenas el punto de partida para empezar a pensar en una profesionalización incipiente. Se sabe, desde luego, que los tiempos que corren no son los que originaron la MNT hace un cuarto de siglo, cuando el Estado paternalista asumía como su entera responsabilidad la producción artística. Pero los dineros, aun caótica e irreflexivamente, continúan fluyendo. He allí la enorme cantidad de festivales estatales, regionales y nacionales, cuyos programadores soslayan por desconocimiento gran parte de la producción nacional. Atar la MNT a estos festivales, hacerla el eslabón inicial de un circuito que permita a los montajes destacados allegarse recursos, podría ser la aportación de la Muestra a la profesionalización. Ya lo demás depende de un sinnúmero de factores, que conjugan a las instituciones, a los grupos y a los individuos, cuya coincidencia primera debe pasar por las voluntades de cada quien. Si ello no se cumpliera, no cabría sino hacer eco de las conclusiones de Germán Castillo, entonar el canto del cisne de la MNT y comenzar a pensar en renovar y articular nuestro teatro desde otra trinchera.