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29 de noviembre de 2004
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Ronald Buchanan


PLEITO
ENTRE HERMANOS

Dicen que los pleitos entre hermanos son los peores. Pues resulta que Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se encuentran peleando sobre dónde ubicar una planta regasificadora de gas natural licuado en la costa del Pacífico entre Michoacán y Colima.

Como se hizo en Altamira, Tamaulipas, la idea ha sido licitar una planta que podría surtir de gas a las centrales de la CFE en la región. Pemex quiere que se ubique en el puerto industrial de Lázaro Cárdenas, Michoacán, la CFE en Manzanillo, Colima.

La planta podría surtir de gas natural a una región donde hay muy poco ahora, y también a Guadalajara, donde los precios del gas son especialmente altos por los costos del transporte desde los lejanos campos productores en el sureste y los ductos que cruzan la frontera con Estados Unidos en el noreste.

Pemex, en consultas con la Secretaría de Energía, argumenta que se puede usar un ducto existente entre Lázaro Cárdenas y Guadalajara que, a pesar de los buenos consejos de José Alfredo Jiménez, pasa por Salamanca. Al contrario, la CFE dice que el ducto ­por lo menos en el tramo Lázaro Cárdenas-Salamanca­ necesita una muy costosa rehabilitación.

Para la CFE, Manzanillo es idónea, ya que quiere convertir a gas la planta eléctrica muy grande ­mil 200 megavatios­ que tiene allí y que, por usar combustóleo, es la segunda más contaminante del país.

Pero la auténtica manzana de la discordia no es el ducto sino el dinero. En el caso de Altamira, la planta regasificadora que ya construyen Shell, la francesa Total y la japonesa Mitsubishi suministrará a la CFE gas natural al precio de Texas más una comisión. Con la planta del Pacífico, la CFE quiere romper con esa fórmula para beneficiarse de los precios más bajos que se supone ofrecerán los proveedores de la cuenca, como Indonesia, Australia, Rusia y probablemente Bolivia y Perú.

Sin embargo, no lo puede hacer bajo los reglamentos actuales. Como todas las empresas del país, tendrá que sufrir los altos precios de Texas, a no ser que sea dueño, por lo menos en parte, de la planta regasificadora.

Al ubicar la planta en Manzanillo, tendría que haber una licitación para el desarrollo de la infraestructura de transporte hasta Guadalajara. Podrían entrar varias empresas, Pemex incluida, para así garantizar un costo competivo, según los de la CFE. No así en Lázaro Cárdenas, donde Pemex, ya siendo dueño del ducto, solito desarrollaría toda la infraestructura.

Pero Pemex tiene un as bajo la manga. La empresa española Repsol tiene apartado un terreno en el puerto de Lázaro Cárdenas para instalar una planta regasificadora. Su idea es vender el gas licuado que su proyecto en Bolivia producirá si la nueva ley de hidrocarburos de ese país lo favorece. Y en México tendría un comprador en su paisana Iberdrola, que tiene varias plantas eléctricas en la región. Con Iberdrola ya tiene en España un convenio de colaboración, y Pemex es accionaria de Repsol con un representante en el consejo de administración. Además, argumentan en Pemex, Lázaro Cárdenas tiene un cliente ancla para el proyecto en la planta siderúrgica de Ispat, antes Sicartsa, mientras no hay tal en Manzanillo, a no ser que se convierta a gas la termoeléctrica allí.

Otro factor es la planta eléctrica de Petacalco, estado de Guerrero, pero vecino de Lázaro Cárdenas. Petacalco trabaja con carbón o, en su defecto, combustóleo. Aún no se determina qué combustible emplearán dos nuevas plantas que se proyectan en el mismo lugar, pero Pemex dice que bien podrían ser de gas. La CFE, ansiosa de diversificar sus fuentes de energía y para aprovechar la infraestructura existente, las quiere de carbón.

Mientras, no hay que descartar el interés de la belga Tractebel que, igual que Repsol en Bolivia, participa en un proyecto de exportar gas natural licuado desde Perú. Aquí además podría surtir a Guadalajara, donde tiene la concesión para distribuir  §

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