362 ° DOMINGO 28 DE NOVIEMBRE DE 2004
 
Linchamiento en Tláhuac
Del rumor
a la barbarie

Arturo Cano/San Juan Ixtayopan


Un rumor alimentado por autoridades escolares y quizá por traficantes de drogas dio paso al linchamiento de tres policías federales en un poblado del sur de la ciudad de México. El hecho, transmitido en vivo por televisión, atrajo de nuevo la atención sobre el fenómeno de la "justicia por propia mano", su brutalidad y la falta de acciones de gobierno que le den fin
 
 
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Lo hicimos "en defensa propia"
Fotografías: Alfredo Domínguez/
La Jornada
TENEMOS MUCHO MIEDO, dicen las mujeres. No quieren dar sus nombres. Acaban de recoger a sus hijos a la salida de la escuela primaria Popol Vuh y están casi paradas sobre los restos de la barbarie: rastros de sangre que se mezclan con cenizas, trozos de papel y de mecates, y unos boletos como de cine de antaño con la leyenda "PFP. Vale de comida". Ahí donde están las dos mujeres con sus niños terminaron Víctor Mireles Barrera y Cristóbal Bonilla Colín, luego de ser golpeados hasta morir. Ahí, donde las mujeres acarician a sus hijos, les prendieron fuego a los dos agentes de la Policía Federal Preventiva, apenas la noche anterior.

Tenemos miedo, repiten las mujeres. ¿Miedo de qué? ¿De tener vecinos que gozaron un linchamiento? No, qué va. Completa la respuesta la mujer morena de blusa negra con flores rosas: "Tenemos miedo de la policía, que nos va a venir a molestar". ¿Y de los que mataron a los policías? "No. Ellos estaban defendiendo a nuestros hijos. Lo hicieron en defensa propia y no actuaron con malicia". Detrás de las mujeres hay unas cartulinas que pegaron otros padres de familia, a cinco pasos de donde fueron quemados Mireles y Bonilla: "Mayor seguridad para evitar la violencia".
 
 
 
 

"Dicen"

Los rumores comenzaron varias semanas atrás. "Andan fotografiando a los niños", dijo una señora en la junta para firmar boletas, e incluso dio las características de una camioneta en la cual viajaban los sospechosos.

En la escuela primaria, cuenta la señora Alejandra Mendoza, el director y los profesores se hicieron eco de los rumores y recomendaron a las madres cuidar mejor a sus hijos. "Hasta el director vio la camioneta", dice con mucha convicción la señora Florencia Torreros.

"No vaya a pasar lo de Milpa Alta", dijeron las autoridades de la escuela, en referencia al supuesto secuestro de un adolescente de 14 años, cuyo cadáver apareció sin órganos abdominales en un cerro de esa demarcación.

Del rumor de los fotógrafos se pasó a uno peor: ya se robaron a una niña, decían. Y aun ahora las madres de familia lo dan como un hecho.

–¿Supieron de algún caso de rapto?

–Nada más se habla, pero yo nunca tuve conocimiento de que hubiera sucedido –dice Mario Ríos Garcés, coordinador territorial del pueblo.

Todos los entrevistados –el presidente de la sociedad de padres, madres de familia, funcionarios delegacionales y varios vecinos– coincidieron en una cosa: "Pues dicen, pero no hay ningún nombre, nomás dicen".

Igual dijeron la tarde del martes pasado. Que tres hombres en un carro gris estaban tomando fotos de los niños de la escuela. Que ya habían secuestrado a dos menores y que una mujer cómplice se los había llevado en un taxi. Que...

De ahí al linchamiento transmitido en vivo y en cadena nacional sólo mediaron unos gritos.

La enseñanza de los vecinos

Si se llega aquí desde la cabecera delegacional, se pasa por Tulyehualco, diez minutos antes. Muchas de las calles tienen postes en las esquinas, como los que ponen los vecinos de unidades habitacionales para encadenar sus automóviles. "Los pusieron después de que amenazaron con linchar a unos presuntos asaltantes en 1999, y colocaban las cadenas en la noche para que nadie entrara", dice Raymundo Martínez Vite, funcionario delegacional y residente en Tláhuac de toda la vida.

Un par de kilómetros adelante están los primeros camiones de la Policía Federal Preventiva, a la espera, se sabrá más tarde, de los primeros cateos y las primeras detenciones de los participantes en el linchamiento de los efectivos de ese cuerpo.

Ningún padre en "ese accidente"

–¿Algún vecino trató de impedir el linchamiento?

–No, ni siquiera nos dejaron entrar. Decían: "Si te metes, a ti también te va a tocar" –cuenta Severiano Reyes, presidente de la Sociedad de Padres de Familia de la escuela Popol Vuh.

Reyes dice que él mismo y otros vecinos llamaron a los medios de comunicación y exculpa a los padres que representa: "Al principio había muchos, pero ninguno participó en ese accidente".

El señor Reyes cree que los asesinos de los policías "merecen un castigo porque vivimos en un país civilizado".

Pero en él, como en otros padres, termina imponiéndose la lógica del linchamiento como acto justiciero. No está de acuerdo con lo sucedido, pero de algún modo lo justifica: "Si yo fuera padre de un niño robado, ¿qué haría?"

Al rumor hecho barbarie no le importa que la historia de los robachicos haya sido una mentira. Si "se dice", eso es suficiente.

"¡No te los puedes llevar!"

El reporte que llegó a la delegación Tláhuac fue que habían secuestrado a unos niños. Los primeros funcionarios en arribar se encontraron una calle bloqueada y algunos policías.

El Focus gris de los agentes de la PFP estaba patas arriba. Uno de los mandos policiacos informó que ya uno de los retenidos estaba muerto. Los funcionarios mandaron a un joven empleado, "con aspecto punk", a averiguar si era cierto. Volvió a los cinco minutos: "Los tres están vivos".

La delegada Fátima Mena llegó poco después, alrededor de las 18:30 según algunos de sus colaboradores. La pequeña cerrada donde se ubica la escuela desemboca en la calle Educación Tecnológica. La delegada llegó a unos metros de donde tenían a los elementos de la PFP, y fue retenida en la contraesquina.

Ahí la encaró una señora que dirigía la turba: "¡Ya nos tienes hasta la madre! ¡No te los puedes llevar, ya te los dimos una vez y no se hizo nada!"

La misma mujer ofreció que se hiciera una valla para que la delegada Mena llegara hasta el punto donde estaban los policías federales. Todo era gritos y jaloneos. Según los funcionarios delegacionales, Mena estuvo en el lugar más de una hora y media, intentando, en vano, que le entregaran a los tres hombres.

"Muchos de los jóvenes traían puntas y cuchillos, por eso decidimos sacar a la delegada", cuenta uno de los funcionarios.

Antes, Fátima Mena pudo llegar hasta el lugar donde estaban los policías, ya severamente golpeados. La ira de la gente subió de tono: "¡Puta! ¡Hija de la chingada! ¡Llévate a tus perros! ¡Línchenla!", eran los gritos, especialmente de los "20 o 30 que arengaban a los demás".

La delegada salió en medio de empujones y sin salvarse de un garrotazo. Quince minutos después, el empleado "punk" llamó por el celular: "Los están quemando ahorita".

Fuenteovejuna vende coca
 
 
El Focus gris patas arriba
Juan Manuel Montealegre, vecino del lugar desde hace más de 20 años, coincide con un funcionario delegacional: "Las cosas ya se estaban calmando, ya estaba la policía, cuando llegaron unos chavos de allá arriba que se ponen tuzos (se drogan)".

Los jóvenes, dice Montealegre, lanzaron un "grito loco": "¡Ahahahah!", y fueron quienes comenzaron a tundir de nuevo a los policías.

Aquí, claro, "todo mundo sabe" que se vende droga en varias partes del pueblo. Cocaína, precisan, es el producto de moda, a 50 pesos el sobrecito. "Todo mundo sabe", claro, quiénes son. Por eso los vecinos dicen que los agentes de la PFP no tenían por qué investigar como lo hicieron.

Los vendedores de droga quizá no la libren esta vez. Pero en febrero pasado, la Agencia Federal de Investigación (AFI) y autoridades locales hicieron un operativo y catearon los lugares donde supuestamente se vendía droga. Los traficantes, por supuesto, estaban sobre aviso. "No encontramos nada", dice un funcionario delegacional.

La hipótesis de que los traficantes de droga investigados alimentaron el rumor y alentaron el linchamiento es retomada por el secretario de Gobierno del DF, Alejandro Encinas, en declaraciones hechas la mañana del miércoles. Poco después hace lo mismo el procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, al informar que la dependencia a su cargo atraerá el caso.

¿Del México bronco al México narco?

"Ellos (los vendedores de droga) se aprovecharon; claro, a río revuelto ganancia de pescadores", coincide el vecino Montealegre.

Este vecino es de los pocos que están por el castigo. "Ahí están los videos, pues esos son los culpables".

Pero no disculpa a las autoridades: "Nadie sabía de lo que andaban haciendo, no se coordinan y les faltó determinación para actuar. ¿De qué les sirvió pagarle 4 millones de dólares al estúpido de Giuliani?"

Fue "gente de fuera"

Quizá la muerte no tiene permiso, pero con su proverbial lentitud (había mucho tráfico y estábamos muy lejos, coinciden los jefes policiacos federal y local) las autoridades competentes les facilitaron el camino.

Aquí se culpa a la ineficiencia policiaca, pero también a "los otros". La colonia del linchamiento, dicen, es habitada por gente llegada de otros estados del país, no por los originarios de San Juan Ixtayopan. "Los de aquí somos muy tranquilos. Esto lo hicieron gente de fuera", dice la señora Mendoza.

En todo caso, los "muy tranquilos" nada pudieron hacer. "Quise intervenir, pero la furia era demasiada", dice Mario Ríos, quien lamenta sólo contar con una patrulla y "tres elementos pie a tierra" para cuidar a los 35 mil habitantes del pueblo.

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Hacia las primeras detenciones
Fotografía: Jesús Villaseca/La Jornada
"Se va a castigar a los responsables", dice Andrés Manuel López Obrador, acompañado de su secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard, quien acepta: "No pudimos llegar", y da explicaciones sobre la ubicación de los granaderos en puntos de la ciudad muy distantes.

Ebrard adelanta su defensa en previsión de las declaraciones que a lo largo del día harán autoridades federales: "No hubo omisión. No tenemos transporte para movilizar a tantos elementos. No estoy negando la responsabilidad que yo pueda tener, pero responsabilizar a la policía local, no".

Su homólogo federal, Ramón Martín Huerta, dice no tener "constancia de la actuación de la policía de Tláhuac, que tiene una agrupación de 420 elementos en el lugar, (ni) ningún tipo de comunicación que nos ubicara en la dificultad de la operación". El procurador Macedo de la Concha desliza también sus baterías hacia el gobierno local: "Tenemos que meditar cómo es posible que estos actos, además por la forma que se prolongaron, no pudiera haber habido una reacción de las autoridades locales o las más inmediatas para poder evitar que esto ocurriera".

Otro frente de batalla entre los gobiernos de Fox y López Obrador.

"Sólo ellos y Dios saben"

La mujer de la blusa negra con flores rosas dice que ya habían buscado a la delegada para denunciar a los hombres del carro gris, y que en la delegación les dijeron que debían esperar dos semanas.

"Les dijimos que si no nos atendían, íbamos a hacer lo necesario. Y no nos atendieron".

Las mujeres de San Juan sabrían después que los tres hombres eran policías. Pero a la señora de la blusa floreada ya no le importa si eran o no secuestradores: "Sólo ellos y Dios saben la verdad. Pero nosotros hacemos lo que tenemos que hacer para defender a nuestros hijos".

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La noche del miércoles, al cierre de esta edición, se informa que el policía sobreviviente, Edgar Moreno Nolasco, rescatado por la Policía Judicial del DF, sigue grave. Poco después se conoce que mil policías de la AFI la Policía Federal Preventiva y la Secretaría de Seguridad Pública local, han tomado el pueblo y detienen a todo el que se aparece para comparar su rostro con los registrados en video y fotografías. Los primeros reportes indican que han detenido a quien despojó de sus armas a los policías y a la persona que les roció gasolina. La mayoría de los detenidos, completan los informes, son mujeres.