Jornada Semanal,  domingo 21 de noviembre  de 2004                núm. 507

Luis Tovar

CINE PARA LEER (I DE II)

De su periodicidad mejor ni hablar –aunque cabe la esperanza de que con Gerardo Estrada como coordinador de Difusión Cultural de la UNAM y con Armando Casas dirigiendo al CUEC la cosa mejore–, pero finalmente apareció en fechas recientes el número 25 de Estudios Cinematográficos, la revista de actualización técnica y académica del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos.

Debido a la calidad que muestra en cada entrega, para no mencionar que se trata de la única publicación mexicana acerca de cine hecha para entenderlo y no nada más para encomiarlo o denostarlo, de manera declarada y abierta, esta columna siempre se ha hecho eco entusiasta de un esfuerzo editorial que le debe mucho, como es obvio, a la suma de esfuerzos de un equipo de redacción diverso y numeroso, pero de manera especial al trabajo discreto y eficaz de Rodolfo Peláez que, en su calidad de editor, es como los buenos árbitros de futbol: entre menos se nota su presencia, mejor es su trabajo.

Este número 25, dedicado a la puesta en escena/puesta en cuadro, reafirma los motivos de dicha actitud parcial hacia la revista del CUEC. El contenido abre con cuatro entrevistas, de las cuales las primeras tres fueron hechas por Juan Mora Catlett, realizador y profesor del CUEC, a Constantin Costa-Gavras, Margarethe von Trotta y Julián Hernández, respectivamente. Para el director de Z y Amén, "los diablos se esconden en los detalles" y en la entrevista expone cuáles son algunos de estos diablos y la manera de enfrentarlos: la relación con los actores, si éstos son o no estrellas, la autoridad del director en el rodaje e incluso desde antes, el sonido como personaje... Por su parte, la directora de Rosa Luxemburgo y Calle de las Rosas se refiere también y sobre todo a la compleja y cambiante relación entre el director y los actores, confiesa no contar con un método "que pudiera plasmar en un manual" y partir de su propia experiencia previa como actriz. En tercer lugar, el director de Largas noches de insomnio y Mil nubes de paz cercan el cielo..., habla de la importancia de que el guión presente la mayor claridad posible en cuanto a lo que se necesita de cada integrante del equipo de filmación, desde el director de arte a los actores, aunque confiesa que "todo se reinventa cada mañana al iniciar la filmación y es como empezar desde cero".

La cuarta entrevista, traducida por Miguel Bustos, es de Joseph McBride a Jean Renoir. Extensa y detallista, entre otros temas la charla aborda de nuevo la manera de trabajar con los actores –Renoir define la dirección en este sentido como el trabajo "de una partera" y confiesa que la base de su trabajo es, precisamente, el actor–, así como la decisión de quedarse con una toma o hacer varias –"me gusta ser esclavo de mi decisión", afirma–, el proceso de creación escénica, etcétera.

El mismo Miguel Bustos traduce dos espléndidos ensayos. El primero es de David Bordwell, escrito en 1996 y titulado en español "Convención, construcción y visión cinemática". Aquí, el autor intenta "clarificar las operaciones de las convenciones visuales en el cine", aunque va mucho más allá. Su análisis del esquema toma/contratoma, apoyado en la semiología, la teoría del arte y otras disciplinas, aporta una buena cantidad de elementos para comprender el alcance que tiene un recurso cinematográfico aparentemente sencillo, tanto hacia adentro –en la conceptualización y confección de un filme–, como hacia fuera –en la comprensión y la asimilación del público.

El segundo ensayo, escrito por Edward R. Branigan, se titula "El problema del punto de vista" y proporciona elementos de teoría narrativa aplicados a la cinematografía. Branigan analiza la subjetividad narrativa en relación con el lector/espectador, la "visión" particular, la objetivación, la importancia de las variaciones en el vínculo entre la obra y el receptor en función de la forma en que la obra es recibida...

La revista cierra con cuatro ensayos que tampoco tienen desperdicio: "Los sistemas de rodaje en el cine de ficción", por Juan Mora Cattlet; "Reacción orgánica y relajación en el actor de cine", por Miguel Ángel Rivera; "Ziérkalo: El espejo, de Andrey Tarkovski", por Mario Viveros Barragán, y finalmente "El nuevo lenguaje del cine", escrito en 1929 nada menos que por Serguiey Eiseinstein, donde explica en parte su concepción del "cine intelectual".

(Continuará.)