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UN TRAJE A LA MEDIDA

15 de noviembre de 2004

Ricardo Blanco Velázquez

La industria mexicana del vestido anda de capa caída y una de las propuestas más imaginativas para levantar vuelo surgió del lado de la moda. Como los costos nacionales no pueden competir con las imitaciones que llegan de Asia, la apuesta es por estimular a un grupo de creadores que indaguen en el gusto nacional para hacer crecer la demanda de prendas de vestir, como reza la etiqueta, hechas en México.

En cualquier calle de una ciudad media del país pueden encontrarse mascadas de imitación de Burberry por 100 pesos, o blusas Versace por 150. La marca, así sea de imitación, se impone en la calle al diseño mexicano. La industria mexicana del vestido ha perdido más de 250 mil empleos sólo en dos años. Muchos son de los diseñadores que ahora impulsan una propuesta de regreso a las pasarelas.

modelo
FOTO: AFP
Modelo mexicana en Fashion
Week

"La industria textil y del vestido requiere de apoyos para salir adelante", comenta el diseñador Mauricio Olvera en el marco de una exposición reciente en la ciudad de México. "Ahora o nunca: sin esos apoyos, sobre todo en el ámbito legal para evitar la entrada de mercancía asiática, la industria irá empeorando", sentencia.

Thamara Cruz, también diseñadora, considera que el mercado de la moda mantiene alejado al gran público por falta de conocimiento. O por dar la impresión de que todo es tan caro que casi nadie puede pagarlo. El mercado mexicano de la moda, añade, está saturado de "pésimas copias" de diseños internacionales y de un "incontenible" contrabando de ropa chatarra.

Olvera y Cruz son parte de una generación de diseñadores que, aunque marginados de apoyos oficiales a la creación y afectados por la indiferencia de los empresarios de la industria, han creado un colectivo para buscar una etiqueta distintiva de la moda mexicana. Por esta vía buscan hacer su aporte para que resurja la actividad del vestido, que figuró entre las más importantes de la manufactura nacional hasta hace unos años.

Cooperativa 244, nombre del colectivo, busca crear microempresas como centros de formación de los diseñadores y su integración con el aparato productivo. También, como vehículo de inserción con el mercado y como medio de estímulo del gusto del público por ropa con firmas de creadores nacionales.

El diseñador es un artesano de las ideas, que debe trabajar fino para lograr el equilibrio entre la vanguardia que rompe todos los esquemas y lo bonito cotidiano quizá, poco innovador, pero lo que mejor entiende el consumidor, señala Cruz.

Sin descuidar el bolsillo de sus clientes, el colectivo de diseñadores ha procurado que sus artículos se ajusten al presupuesto de los consumidores de un país como México. Los precios van de 150 a 5 mil pesos en sus dos tiendas, una en la calle de Amsterdam 244 y otro en Polanco, ambas en la ciudad de México.

Promotores de la industria creen que hay espacio para apuntalar la actividad textil nacional desde las pasarelas. José Andrés Patiño, director general de Fashion Week México, acto que se celebra en la capital cada año, recordó que en la última semana de octubre 20 mil personas visitaron una muestra de jóvenes diseñadores mexicanos en el World Trade Center. "Fue claro el interés de empresarios textiles, comerciantes y hasta inversionistas por ponerse en contacto y buscar la forma de hacer negocios", declaró  §

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