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EL GRAN PREMIO 15 de noviembre de 2004

Ronald Buchanan

Muchos directores generales de Pemex han dejado el cargo entre acusaciones de corrupción, malos manejos y conflictos de interés. Sólo uno ha entrado así: Luis Ramírez Corzo.

El ruido que ha acompañado al nombramiento de Ramírez Corzo ­de 56 años, ingeniero petrolero egresado de la UNAM, con maestría de la Universidad de Luisiana, Estados Unidos­ tiene doble trasfondo.


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* Emiratos Arabes Unidos
Fuente: Secretaria de Energía (Sener)
Uno es la falta de credibilidad del sistema de justicia. Las autoridades hacen acusaciones gravísimas contra figuras prominentes, quienes ­aparentemente al escuchar el chiflido de alguien dentro del sistema­ se fugan antes de que la policía les toque la puerta. Y, cuando por fin son detenidos, nunca pisan la cárcel. O bien, como ha pasado con la mayoría de los implicados en el Pemexgate, siguen con la frente en alto, sin que casi nadie entienda por qué.

Algo parecido pasa en los tribunales civiles. Pemex enfrenta demandas de empresas, pero nunca de las familias de las víctimas de los accidentes, a los que se les atribuye la responsibilidad. Juez y parte en las investigaciones de las desgracias, con un "yo no fui", Pemex olímpicamente paga lo que sus funcionarios consideran una compensación adecuada, sin que los deudos, por pobres, tengan acceso a un juicio imparcial.

Se trata de un ambiente que devalúa las acusaciones. A veces parece que cualquiera puede decir cualquier cosa en contra de otro. De todos modos no pasa nada. Muy pocos hacen caso. Mucho ruido y nada de nueces. El segundo trasfondo es político. El cambio de mando en Pemex no huele, más bien apesta, a la lucha de poder con vistas en 2006. Es la única manera de entender las filtraciones a la prensa que aminoraron al antecesor de Ramírez Corzo, Raúl Muñoz Leos, y la cacofonía de críticas que dieron la "bienvenida" a Ramírez Corzo.


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Fuente: (Sener)

Si bien algunas de las metas fijadas por Muñoz Leos se antojaban inalcanzables, él era todo un triunfador dentro de un gobierno cuya única esperanza de una mejoría económica parecía provenir de Estados Unidos. Que el fuego se haya concentrado en Muñoz Leos, nada más demuestra que Pemex sigue siendo el gran premio de la clase política. Ni puede ser coincidencia que el fuego se hubiera vuelto contra Ramírez Corzo a sólo días de su nombramiento, cuando quedó claro que las facciones que favorecían a otros sucesores habían perdido la pelea. Y, con un sistema que parece incapaz ­ni por las buenas ni, como en los viejos tiempos, por las malas­ de llegar a definiciones, todo indica que el fuego va a persistir, ensordeciendo a la opinión pública.

Hay mucho que escuchar. Para enfocarse nada más en las áreas en que, como anterior director general de Exploración y Producción, tiene más conocimientos actuales de la problemática de Pemex, Ramírez Corzo tiene un reto mayor.

Los días del petróleo fácil de explotar están llegando rápidamente a su fin. Y, sin mayores descubrimientos, tampoco quedan muchos años de exportaciones. ¿Cuántos?, depende del crecimiento de la economía, con su consecuente aumento del consumo, y el declive de Cantarell, campo que rinde hoy dos tercios de lo que produce México. Bajo el mando de Muñoz Leos el rendimiento de la exploración mejoró mucho. Pronto se espera reponer 70 por ciento de lo que se extrae anualmente. Pero otras petroleras cada año reponen 100 por ciento, o más. Mientras las otras sólo cuentan como repuestas las reservas que hayan sido probadas ­el dato duro­, Pemex incluye también las probables y posibles.

No se han hecho descubrimientos importantes desde hace más de dos décadas. Y parece que el intento de desarrollar uno de los que se hicieron entonces ­el Paleocanal de Chicontepec en Veracruz-Tamaulipas­ no avanza como lo esperado, según se desprende de un informe del contratista Schlumberger. En gas, donde urge un aumento de la producción, todavía no se llega al nivel de fines del sexenio pasado.

El poder del sindicato es otro tema. Ramírez Corzo ha reconocido que la productividad por obrero de Pemex es apenas la mitad de British Petroleum, Shell o la estatal venezolana PDVSA, a consecuencia de que buena parte de los sindicalizados trabajan en campos que producen poco o casi nada.

Al paso de los años, Pemex se ha apoyado cada vez más en contratistas mientras que las brigadas de exploración, que antes daban tanto orgullo, han pasado al retiro. Como una de las consecuencias del régimen fiscal, ha sido más rentable para Pemex administrar que operar, pero el efecto ha sido un rezago tecnólogico. Al asumir su puesto, Ramírez Corzo mandó una carta a los trabajadores de la empresa. "Soy ingeniero petrolero," enfatizó. De hecho es el primer ingeniero petrolero en llegar al cargo desde Jorge Díaz Serrano hace 28 años. La experiencia que ha adquirido como empleado y consultor de empresas foráneas ­causa de tanta polémica local­ le ha dado prestigio en el extranjero. Hace poco fue presidente del congreso técnico anual de la Asociación de Ingenieros Petroleros de Estados Unidos. Si la intención, como se ha dicho, es formar asociaciones con petroleras extranjeras para explotar las aguas profundas del Golfo de México ­donde Ramírez Corzo ha dicho que hay posibilidades de encontrar enormes reservas­ sus contactos y prestigio en el exterior, además de sus conocimientos técnicos, podrían ser factores clave.

Pero, más que eso necesitará habilidades políticas, de las que aparentemente carecía Muñoz Leos. Sin ellas, no se resolverá el dilema de cómo explotar las aguas profundas sin tecnología ni dinero y con leyes que impiden trabajar con empresas privadas. Y sin las aguas profundas, Pemex más bien se prepara para la muerte como petrolera exportadora, mientras que el pueblo ­su auténtico dueño, según la retórica­ no tiene vela en el entierro  §

UN DIAMANTE REMOTO

Diamond Offshore, empresa con sede en Houston, está perforando para Pemex el pozo Nap 1 a profundidades de 700 metros en el Golfo de México. El foso, que queda más allá de Cantarell en la sonda de Campeche, representa la primera incursión de Pemex en aguas profundas.

La plataforma semisumergible que renta Diamond a Pemex cuesta 67 mil dólares al día, con todo y personal. Sin embargo, la prioridad de Pemex en aguas profundas es el Cinturón Pliego Perdido, que atraviesa la frontera marítima con Estados Unidos. Allí las profundidades son tres veces la de Nap 1; también las rentas de las semisumergibles, y es muy poco probable que las empresas que lo sepan hacer estén dispuestas a trabajar sin compartir los hidrocarburos hallados §

 
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