México D.F. Lunes 25 de octubre de 2004
Reproducirá la colección completa,
anuncia hija del fotógrafo
Planean catálogo razonado de las estampas de
Alvarez Bravo
El IAGO recibe de forma temporal una selección
de la parte correspondiente al siglo XIX Pendiente, un recinto permanente
MERRY MAC MASTERS ENVIADA
Oaxaca, Oax., 24 de octubre. Francisco Toledo y
Manuel Alvarez Bravo (1902-2002) fueron grandes amigos. Incluso, el pintor
siempre ha aceptado que el fotógrafo le enseñó a ver
mediante sus imágenes. Por eso, el artista juchiteco hizo en homenaje
un museo: el Centro Fotográfico Alvarez Bravo.
Ahora,
el lazo entre ambos personajes da un paso más al recibir en el Instituto
de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) la aún poco conocida y
difundida exposición Colección de estampas de Manuel Alvarez
Bravo. Siglo XIX, integrada por una selección de las
distintas épocas y movimientos que abarca.
Destacan nombres como Paul Cézanne, Jean Corot,
Honoré Daumier, Edgar Degas, Eugene Delacroix, Henri Fantin Latour,
Paul Gauguin, Théodore Gericault, Max Klinger, Edouard Manet, Francoise
Millet, Camille Pisarro, Odilon Redon, Pierre Auguste Renoir, Theodore
Rousseau, Paul Serusier, Henri de Toulouse-Lautrec, William Turner y James
Whistler.
A nombre de la familia, Aurelia Alvarez Bravo, hija del
fotógrafo, explicó que a partir de la presentación
de la muestra en el Museo Nacional de la Estampa (Munae) Toledo tuvo conocimiento
de esta parte de la colección de su progenitor. En 1998 el Museo
Soumaya abrió sus puertas por vez primera al acervo en lo que se
refería a los siglos XV y XVI.
Don Manuel, platica su hija, fue un coleccionista nato,
ya que desde muy joven tenía la inclinación de juntar objetos,
como tarjetas postales y libros. En paralelo a la fotografía se
interesó por las artes gráficas, ya que "él mismo
practicó un poco el grabado; trabajó unas placas, de hecho.
Se interesó por la pintura y el dibujo muy temprano".
De acuerdo con Aurelia, la colección de grabado
significó mucho para su padre en los últimos tiempos. Por
ejemplo, en los años 80 y 90 coleccionó con "más intensidad
aún y con mucho entusiasmo. Cada vez que hacía un viaje a
Europa o Estados Unidos, sobre todo cuando estaba en el proceso de adquirir
estampas europeas, pues nos las mostraba con mucho gusto, señalándonos
los detalles técnicos o la belleza de las tintas''. Además,
coleccionó prácticamente hasta el final de su vida.
-¿Cómo desea la familia promover la colección?
-Nos
gustaría seguir organizando exposiciones. Esto todavía se
estudia. Mi padre quería hacer un pequeño museo en el que
se reunieran los grabados. No fue posible hacerlo, ya que es una tarea
bastante compleja que exige recursos de varios tipos. Sobre todo en términos
de conservación habría que encontrar el modo de que esto
esté bien resguardado y difundido, porque al mismo tiempo hace que
la colección esté viva.
Mientras la parte europea de la colección tiene
un poco más de 500 piezas, hay una parte mexicana que todavía
no se ha terminado de inventariar. Aurelia realizó el inventario
de la parte europea y piensa hacer un catálogo razonado donde se
reproduzca ''todo lo que mi padre adquirió, con la idea de que a
futuro se siguiera adquiriendo obra, pero desde luego ya no con el ojo
de mi padre".
Para Fernando Gálvez, director del IAGO, la colección
de Alvarez Bravo contiene obra de artistas que nunca se habían mostrado
en Oaxaca, como es el caso de Cézanne, quien, además, sólo
produjo nueve grabados en su vida y este acervo tiene cuatro.
En cuanto a la colección en sí, continúa
Gálvez, es una de las más importantes de grabado que hay
en México, que había permanecido como una colección
privada, pero ya el Museo Nacional de la Estampa la mostró en su
totalidad.
Para diciembre el IAGO presentará la parte correspondiente
al siglo XX.
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