La Jornada Semanal,  24 de octubre  de 2004        503


C U E N T O
Rafael Llopis (compilador),
Antología de cuentos de terror,
de Daniel Defoe a Edgar Allan Poe,
Alianza Editorial,
España, 2003.

ASUSTARSE ADECUADAMENTE
 

AURA MARTÍNEZ O.

En esta época de agitación, estrés y velocidad al ser humano le cuesta mucho asombrarse, más aún, asustarse; ante esta situación los directores hollywoodenses y los escritores comerciales buscan los más variados y extravagantes métodos para causarle estremecimiento al público. Recurren a fuentes como los cómics, o se conforman con hacer remakes de historias conocidas, llegando a veces al absurdo y obteniendo como efecto acaso asco o sorpresa en la mayoría de los casos, pero nunca terror. El público quiere sentir miedo y patéticamente se conforma con estas visiones y lecturas vacías que logran menos que satisfacerlo momentáneamente, siendo que se puede "leer" el pasado y "verlo" evolucionar con lecturas de calidad como la que nos brinda el psiquiatra Rafael Llopis, autor de estudios sobre literatura fantástica y de terror: Cuentos de terror (Taurus, 1963), Los mitos de Cthulhu (Alianza Editorial, 1969), Historia natural de los cuentos de miedo (Júcar, 1974), Literatura fantástica (Siruela, 1985). Esta Antología de cuentos de terror, de tres tomos, ordenada cronológicamente por la evolución del género y sus autores, como muy pocas de su tipo lo ha logrado. Admitiendo únicamente la calidad literaria, nos muestra un amplio panorama que, inclinado o no al género, es capaz de dar un respiro entre un mar de recopilaciones mediocres o repetitivas de las que el terror parece ser presa fácil.

Después de un prólogo muy pertinente, este primer tomo incluye selecciones de relatos significativos en las obras que van del tiempo de Daniel Defoe (1650-1731) a Edgar Allan Poe (1809-1849), pasando por otros autores de importancia, como lo es el más antiguo de esta antología: Lope de Vega, 1562-1635 (La posada de mal hospedaje), y algunos posteriores como el Marqués de Sade, 1740-1814 (La torre encantada) y Walter Scott, 1771-1832 (Relato de Willie el Vagagundo), entre otros. Las selecciones son en todos los casos narraciones excepcionales que transportan al lector a una época diferente en la mayoría de los casos pero que permiten experimentar un sentimiento común: el miedo. Pero un miedo infringido de la manera más fina y que acogemos con los brazos abiertos, ya venga del fantasma de una amiga ("La aparición de Mrs. Veal", Defoe), de una mujer-lobo (Una narración de los Montes Hartz, Marryat), del ya familiar pero no menos seductor chupa-sangre (El vampiro, Polidori), de un homicida de mujeres (La princesa de Lipno, Pérez-Zaragosa) o de un par de forasteros extraños (El valle del hombre muerto, Nodier): como dice en prólogo, "el autor va permitiendo que nuevos moradores del trasmundo salgan al papel"; la historia, antecedida en cada caso de una breve biografía de su autor, capturará esa parte sensible en nuestro estómago y la estremecerá, como sólo tiene el poder de hacerlo un buen cuento, y más si es de terror: "el autor sabe cogerle las vueltas a los hábitos mentales del lector para mejor descargarle el calambrazo terrorífico".

Como en la evolución del cuento de terror, el compilador nos lleva a diferentes escenarios: el campo, la montaña, la ciudad; demostrándonos que todo sitio, con la ayuda de la susceptibilidad humana, es capaz de engendrar miedo en el espíritu, así como con ayuda de este libro, el lector y su espíritu, en su hogar pueden "pasarla bien" y "asustarse adecuadamente" •