357 ° DOMINGO 24 DE OCTUBRE DE 2004

Muerte en Pemex
Las prisas
de la Procuraduría del DF

ALBERTO NÁJAR

La mañana del 7 de octubre un alto funcionario de Petróleos Mexicanos murió tras caer 12 pisos en las instalaciones de la paraestatal. El incidente abrió paso a la polémica no sólo por las relaciones personales del fallecido (llegaban hasta altas esferas de la Secretaría de Gobernación), sino también porque ocurrió a la mitad del escándalo por los 7 mil 700 millones de pesos que Pemex debe entregar a su sindicato. Pero las razones de la muerte nunca se sabrán: en unas cuantas horas, con una celeridad inusual, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal cerró el caso

 
Ilustración: Andrés Mario Ramírez
 
LA HUELLA DIGITAL quedó plasmada en el cristal de la ventana en el piso 12 de la Torre A de las instalaciones centrales de Petróleos Mexicanos (Pemex), en la ciudad de México, donde tenía su oficina.

Los peritos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) sólo pudieron establecer que la marca dejada por los dedos de Carlos Fernando Márquez-Padilla García se desliza hacia abajo, al vacío por donde se precipitó la mañana del 7 de octubre.

Es todo. No hay señales de impacto en el vidrio, ni tampoco existen huellas digitales en la manija de la ventana.

Al mediodía de ese jueves, cuando por fin los agentes investigadores pudieron entrar a la oficina del coordinador ejecutivo de la Dirección Corporativa de Administración de Pemex, encontraron un portafolios café sobre el escritorio sin papeles y el teléfono debidamente colgado.

Todo en orden, según dijo una de las secretarias del área donde trabajaba el funcionario quien, esa mañana, llegó inusualmente temprano a su jornada laboral.

De acuerdo con el testimonio de la asistente (no se proporcionó su nombre por razones de sigilo en la investigación), el tiempo que ella permaneció en la oficina el ejecutivo no habló con nadie ni recibió llamada telefónica alguna. Tampoco entabló contacto con Márquez-Padilla, ni siquiera para saludarle.

¿Actitud normal en esa oficina? Quién sabe. Los policías judiciales que realizaron las primeras investigaciones no corroboraron que, en efecto, el teléfono del fallecido hubiera permanecido callado la mañana del 7 de octubre, ni tampoco rastrearon las llamadas que se pudieran haber realizado desde el aparato celular.

¿La razón? Que el aparato quedó destrozado con la caída.

Tampoco se buscaron testigos de la caída, ni llamó la atención de los investigadores que, cuando por fin llegaron al sitio donde cayó el funcionario, el cadáver había sido movido por un par de médicos que trataron de prestarle auxilio.

Bajo el abdomen estaba su cartera. Y en la mano derecha, entre los dedos medio y anular, apareció una tarjeta con varias hileras de números.

Curioso. Alrededor del cuerpo quedó desperdigada una decena de papeles similares, además de la agenda personal de Márquez-Padilla, los restos de su teléfono celular, un bolígrafo y un zapato que se desprendió con la caída de 30 metros, que incluyó un golpe con las ventanas del segundo piso. Pero la tarjeta permaneció intacta, sin una sola arruga, entre los dedos del funcionario.

¿Cómo pudo mantenerse allí? Tal vez porque no la traía sujeta en el momento del percance. En su declaración ministerial los médicos afirmaron que no había un solo papel en el cuerpo, pero cuando arribaron los peritos de la PGJDF la tarjeta ya estaba en la mano del fallecido.

No se supo quién se la colocó, ni mucho menos las razones para hacerlo. Pero la Fiscalía de Miguel Hidalgo concluyó que nada raro había en ese hecho, al que calificó como una conducta atípica, que derivó en la muerte de Márquez Padilla.

Horas después cerró el caso.

***

Cuentas bancarias. Claves de cajas de seguridad. Las especulaciones sobre el significado de las 14 hileras de números anotados en la tarjeta sembrada en el cuerpo de Márquez-Padilla fueron en aumento, a tal grado que la procuraduría decidió reabrir el caso por unas horas.

Y es que había razones para la sospecha. El funcionario de Pemex fue esposo de María Amparo Casar, coordinadora de asesores del secretario de Gobernación, Santiago Creel, de quien se separó hace dos meses.

Además, Márquez-Padilla fue uno de los principales colaboradores del director de Administración de Pemex, Octavio Aguilar Valenzuela –quien fuera oficial mayor de la Secretaría de Desarrollo Social en el periodo en que se recortaron cientos de plazas sindicalizadas–, hermano del actual vocero de la Presidencia de la República, Rubén Aguilar.

Hace seis meses, Aguilar y su equipo (entre ellos Márquez-Padilla) fueron transferidos de Sedeso a Pemex, justo a la oficina encargada de negociar el contrato colectivo de trabajo con el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), encabezado por el ex diputado Carlos Romero Deschamps.

Es un área polémica: en lo que va del sexenio la Dirección de Administración ha sido ocupada por cuatro funcionarios que dejaron el cargo por razones diversas, desde presiones políticas del Partido Acción Nacional (PAN) hasta investigaciones de la Secretaría de la Función Pública (SFP) por presuntos malos manejos.

El último incidente en que se ha visto envuelta esta oficina es el convenio firmado entre Pemex y el STPRM para entregar a éste un apoyo económico de 7 mil 700 millones de pesos. El acuerdo, que no fue avalado por la Dirección de Administración, ha provocado severas críticas al director de la paraestatal, Raúl Muñoz Leos.

El escándalo del convenio fue una de las primeras especulaciones en torno a la muerte de Márquez-Padilla, e incluso se mencionó que, antes de caer de su oficina, el funcionario discutió con Aguilar Valenzuela.

La versión fue descartada casi desde el principio: según declaró el director de Administración, a la hora del incidente volaba de Veracruz a la ciudad de México. Al mismo tiempo la dirección de Pemex informó que el cargo del fallecido no tenía nada que ver con los contratos firmados con el sindicato.

Tampoco tenía problemas legales, según comprobó la PGJDF.

En cambio, de acuerdo con personas cercanas a Márquez-Padilla, el funcionario padecía una severa depresión por la ruptura de su matrimonio, que le causó la pérdida, en dos meses, de casi 14 kilos de peso.

Un elemento que, según la PGJDF, no es concluyente para determinar las razones de su muerte.

***

¿Suicidio o accidente?

La respuesta nunca se sabrá, reconoce el fiscal en Miguel Hidalgo de la Procuraduría capitalina, Carlos Guerrea Magos, porque las investigaciones realizadas no permiten determinar lo que realmente sucedió el 7 de octubre en las oficinas de Pemex.

Lo único claro, insiste, es que no hubo homicidio y es ésta la razón principal por la cual el caso está cerrado, a pesar de que hubo algunos elementos que se quedaron sin verificar.

No se buscó, por ejemplo, a los testigos de la caída, ni se rastrearon las llamadas de la línea celular o se averiguaron las actividades previas a la muerte del funcionario.

Tampoco se supo quién y por qué sembró la tarjeta con números en el cuerpo de Márquez-Padilla, a pesar del polémico entorno laboral en que se desempeñaba. Tal vez por esta circunstancia, con una celeridad inusual en la PGJDF, se cerró el caso.