Cuentacuentos, conferencias y presentaciones para inducir a la lectura

En el octavo día de feria, el Zócalo aún amaneció tomado por los libros

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Escenario de tanta historia: campo de batallas antiguas; otrora espejo para la autocelebración narcisista del poder político, pero también espacio para el festejo y el reclamo, para la resistencia y la esperanza, para el rito y la transgresión, el Zócalo amanece aún tomado por los libros.

Es viernes y la feria librera en la ''plaza mayor" del país entra en su octavo día de actividades.

Por ahí de las diez de la mañana llegan los alumnos de la primaria Fray Martín de Valencia. Son un miniturba ruidosa y simpática, al parecer feliz de estar fuera del aula, aunque sus profesoras se encargan de recordarles la disciplina escolar: fórmense, no se queden, no se aparten.

Ahí van los lectores del futuro -acaso también del presente- conducidos al foro-carpa Agustín Yáñez, donde Marilú Carrasco les cuenta un cuento, que a eso se dedica. Es la historia de amor entre una princesa y un campesino; amor al que un rey se opone.

Marilú sabe largo rato de su oficio. Tiene una voz, un gesto y un ademán para cada personaje del cuento. Despliega su mejor esfuerzo, logra que unos entren al mundo imaginario que recrea; también los hay que se distraen y cuchichean. Será que hay demasiado ruido y estímulos externos. O será que, acostumbrados a las rocambolescas aventuras de Lara Croft en Playstation o a las interminables aventuras de Harry Potter, la historia ya no los seduce.

Más tarde, en el mismo foro-carpa la académica Guadalupe Vadillo dio la conferencia ƑPor qué los mexicanos no leen?, puso números y dio razones al pesimismo. Empezó matizando: muchos mexicanos sí leen, pero, Ƒqué leen? Bueno, TV Notas, que en cada una de sus páginas más de 77 por ciento son imágenes y el resto textos con una o, máximo, dos oraciones.

O el consabido Libro Vaquero, que tiene un promedio de 20 palabras por página, mismas que al ser reunidas caben en el equivalente a tres cuartillas. Eso es lo que en realidad lee, por ejemplar, un lector de esa historieta.

Vadillo es sicóloga con maestría en educación del niño sobresaliente, directora de educación continua en la Universidad de las Américas y autora de los libros Sicología cognitiva y Activación del pensamiento.

Luego de las estadísticas, criticó los ''resultados estáticos y aterradores" de los programas del gobierno federal para promover la lectura: ''salvo en los discursos oficiales, no han tenido un gran impacto".

Se refirió a que esos programas sólo se limitan a la creación de bibliotecas y aulas de lectura: no basta que las personas estén rodeadas de libros para ser buenas lectoras. Tiene que haber algo más para que se enamoren de los libros".

Al concluir la conferencia, un hombre del público lamentó la situación prevaleciente en este país de ''telenoveleras" y ''futboleros". Curiosamente, casi al mismo tiempo, en otro punto de la feria, se llevaba a cabo una charla sobre la relación entre futbol y literatura.

Con inteligencia y conocimiento de causa, Juan Villoro -escritor y pambolero-, Félix Fernández y Rodolfo Navarro -fubolistas con aspiraciones de escritores- mostraron que el gusto por el futbol no tiene que ser acrítico ni enajenante. Y establecieron la diferencia que existe entre el futbol como mero negocio de unos cuantos y el que se juega por placer y con el corazón.

Pasaba ya del mediodía y el hormiguero era incesante entre las carpas de la feria. Unos bsucaban ofertas, un joven de 20 años se compró La Biblia Negra, unos transéuntes cayeron por casualidad a la presentación de la revista Utopía. El mejor de los mundos imposibles, presentada por Rafael de Alday Lira.

A la hora de la comida los niños de la Fray Martín de Valencia ya habían emprendido el retorno a sus casas. Lucían emocionados cuando se iban, cargados de folletos y carteles. Ha-bían ido al sensorama y acudieron a los talleres de juegos autóctonos y de papalotes. Varios compraron al menos un libro. La mayoría ''de espantos", porque les hacen ''sentir cosas"; otros optaron por libros sobre animales y una niña prefirió comprar uno para su papá.