La Jornada Semanal,   domingo 3 de octubre  de 2004        núm. 500

Jorge Moch
Rius,ese escéptico,
rebelde y chacotero





Eduardo del Río, Rius, nació en Zamora, Michoacán, parda, fresera y güisachuda tierra de presidenciales parejas y curas rijosos –tienen una parroquia en cada manzana, y en algunas, hasta dos–, gente trabajadora de humor cáustico y apodos terribles. De allí salió este monero que habría de subvertir la contracultura en México. Con firmes convicciones que no ceden pese a la ya añeja caída del muro de Berlín, impertérrito en su crítica del capitalismo y sus achichincles, Rius se pitorrea de todo. De todos, hasta de él mismo, y por supuesto, de este gordo entrevistador. Durante la entrevista, Rius se la pasa chacotendo, riéndose de todo. Yo igual, así que trataré de pasar por alto las anotaciones de que ríe de algo, porque nos estuvimos riendo todo el tiempo.

Mi primer trabajo como caricaturista fue haciendo chistes mudos, babosones, para la revista Já-Já, a mí me cayeron éstos en la funeraria Gayosso, donde yo trabajaba como gerente de comunicaciones, o sea, era telefonista...

–¿En Gayosso, la funeraria delDF? A poco...

–Sí, en serio, yo trabajaba allí. Para matar el tiempo, como allí todo se trataba de muertos, yo me ponía a hacer dibujitos, y un día llegó un señor a pedir el teléfono y resultó que era don Pancho Patiño, el director de la revista Já-Já, que editaba el Excélsior... te estoy hablando de 1954, todavía ni nacías tú... Estuve trabajando al mismo tiempo en Gayosso y en la revista; a la hora de la comida iba yo a entregar mis trabajitos ahí, a Já-Já, pero eran chistes mudos, en esa onda de humor medio intelectual que pusieron de moda los franceses sobre todo... mis primero trabajos eran totalmente apolíticos...

–¿Ya en la onda beat?

–N’hombre, mucho antes. Los seguidores de Papá Steinberg, que fue el primer caricaturista moderno realmente. Y, te decía, duré ahí varios años, pero al mismo tiempo seguía trabajando en la funeraria, porque en la revista pagaban una miseria. Pagaban por kilo, casi. Más o menos al año de estar haciendo ese tipo de trabajo, me enteré de que Abel Quezada había dejado Ovaciones y a mí se me hizo fácil irlo a ver para que me recomendara con los dueños del periódico para que tomara yo su lugar, y Abel, con mucha amabilidad, vio mis trabajos, le gustaron y me dio una carta de recomendación. Ese mismo día me dieron la chamba y empecé a trabajar, a hacer cartón editorial. Así empecé, pues, dentro de lo que se considera caricatura con sentido crítico, caricatura editorial, caricatura política...

–¿Y los libros, cómo empezaron? Tus libros nos han acompañado desde siempre a varias generaciones, a mí me marcó un libro tuyo... claro, aparte de Los agachados...

–¿Cuál?, ¿Cuba para principiantes?

–No, La panza es primero...

–Pues vuélvelo a leer, ¿no? (me mira la panza y, claro, vuelve a reír. Yo me guardo la mordacidad de una respuesta). Mira, el primer libro también fue producto de una casualidad. Yo militaba en el Partido Comunista, entonces nos mandaron a Cuba para que entre tres periodistas comunistas hiciéramos un libro sobre Cuba; éramos el fotógrafo Rodrigo Moya, Froylán Manjarrez, que ya falleció, y tu servilleta para hacer los monitos. Pero nunca se concretó el trabajo. Estuvimos ahí en Cuba, recorriendo toda la isla y entrevistando a la gente, hasta estuvimos con el Che, y ya teníamos todo el material, pero los muchachos no empezaban a trabajar. Sobre todo porque nos basábamos en el trabajo de Froylán que estaba ya muy enfermo, se murió al poco tiempo, y entonces yo dije, bueno, yo ya tengo cierta idea de lo que quiero decir en el libro y lo voy a hacer yo solo. Y así nació Cuba para principiantes, que fue el primer libro que hice.

–¿Por qué esta manía, esta compulsión casi enfermiza de montar a contrapelo, de ir contra corriente? ¿Es que acaso el stablishment no tiene su lado amable? ¿No esperas la derrama económica que el neoliberalismo propone desde las cúpulas empresariales hacia el resto de la sociedad?

–El único lado amable que tiene el pinche capitalismo son las viejas que ve uno en las ferias... (Ni modo, había yo prometido evitar el apunte, pero nos carcajeamos juntos.) Bueno mira, yo siempre, desde que empecé a hacer caricaturas me mostré rebelde hacia lo que fuera que estaba pasando. Desde mi infancia siempre he sido muy rebelde, muy desobediente. Siempre he estado contra las instituciones, contra el poder. A veces representado por mi mamá, a veces representado por los maestros, pero siempre fui muy rebelde, muy criticón y pues cuando ya empecé a hacer caricaturas, esa manera de ser se transmitió a mi trabajo...

–¿Y la enemistad con el clero?

–Yo fui seminarista siete años. Viene de ahí, conozco el género. Conozco el monstruo en sus entrañas, como diría Martí. A mí me pareció que la Iglesia católica era una farsa, que había que denunciar todo eso, y como dices tú, es ir contra la corriente; he tenido siempre esa virtud o ese defecto de ir siempre contra lo establecido, contra lo que la sociedad atesora con hipocresía, y en algunos casos sí he tenido éxito. Mis libros de nutrición son los que yo creo que han tenido más influencia en la gente, en que cambie algunos aspectos de su vida, por lo menos que cambie su manera de comer... (Y alzando una ceja con elocuencia se me queda mirando, provocando una reacción, creo, de parte del gordo que lo entrevista. El gordo pasa saliva y se aguanta las ganas...)

–Bueno, yo creo que esos libros han pasado a formar parte del bagaje formativo de muchísimas generaciones de mexicanos, y no te estoy diciendo viejo...

–Qué quieres, ¿qué todavía me confiese jovenazo?

–Cada que abordas en un libro el tema de la nutrición, atacas, fiel a tu costumbre, los intereses creados que aprovechan la mala alimentación del mexicano, con esta inundación extranjera de comida basura que de unos años a la fecha venimos padeciendo. ¿No esperas represalias, algún tipo de atosigamiento legal, por ejemplo?

–Bueno, no, porque no es el primer libro que hago con un tema que afecte directamente a las grandes empresas. Hice un libro sobre la Coca-Cola y no pasó nada, no hubo ninguna respuesta... Parece que la Pepsi compró toda la edición para distribuirla gratis, y también hay la versión de que fue la misma Coca-Cola la que compró toda la edición y la quemó. Pero no, no ha habido demandas de tipo legal o reclamos en la prensa, porque yo sé que tengo la razón en lo que estoy diciendo, y como estoy seguro de que lo que están haciendo ellos es un fraude y lo saben, pues no se atreven a entablar una demanda. ¿De qué me podrían demandar? ¿De decir mentiras? No es cierto, el contenido del libro está debidamente sustentado en información que cualquiera puede consultar y comprobar con análisis químicos y esas cosas. Yo no tengo temor por ese lado, como no lo he tenido tampoco en los casos de los innumerables libros que he hecho para desnudar, por ejemplo, las mentiras de la Iglesia católica; ahí de muestra está el que hice sobre la Virgen de Guadalupe, porque yo sé en el fondo de mis calcetines que tengo la razón, que todos los datos que consigo son verídicos, están basados en la realidad. Cuando salió ese libro de la Virgen de Guadalupe, por ejemplo, yo esperaba que me llovieran mentadas de madre o excomuniones por todos lados, pero no hubo una sola línea en la prensa...

–Dicen que te andan buscando Norberto Rivera y Sandoval Íñiguez para quemarte los pies en leña verde...

–Que me quemen el libro pero no los pies... Mira, una de las claves de mi trabajo ha sido tratar siempre de decir la verdad, aunque les duela, pues, a los afectados, y en este afán de decir la verdad yo me documento como no tienes idea; ahora con la ayuda de la santa madre Internet más, hay mil posibilidades ahí de conseguir buena información, de manera que trato de que mi trabajo sea creíble. Si no, la gente no me seguiría, no compraría mis libros ni me andarían pidiendo autógrafos por todas partes, y no veo que a esos señores que mencionas les pase lo mismo...

–¿Qué esperas del gobierno del cambio? ¿Hubo nuevo régimen?

–Pues se ha lanzado a la calle el mito de que la derecha nos está empezando a gobernar cuando en realidad desde hace más de cincuenta años no ha habido en este país un gobierno de izquierda. O a poco se puede decir que Díaz Ordaz era de izquierda, o Luis Echeverría; el único que yo considero que fue de izquierda y era moderado, fue Lázaro Cárdenas, de ahí pa’l real es la derecha. Lo que pasa es que ahora están descarados, son los empresarios y la Iglesia católica los que están en el poder, pero yo siento que están tratando de crear un mito, de que el pri era gente de izquierda, y es puro cuento, todo eso.

–¿Y qué le queda al país?

–Pues va a ser muy interesante en estos años si es que acaba su gobierno Fox; yo sí pienso que va a haber una serie de catástrofes en el país, porque desgraciadamente lo fundamental en el gobierno de Fox parece ser la continuidad de un régimen neoliberal, quizá ahora más rígido, más salvaje de lo que lo implantaron De la Madrid, Salinas y Zedillo. Porque mira, ¿qué podemos esperar de los empresarios? Los empresarios están dedicados únicamente al lucro, a ganar lana a como dé lugar, ¿cómo se va a conjugar esa propuesta empresarial de parte de Fox con las necesidades de la gente pobre? Sólo que hagan un país de limosneros, que se organicen grandes corporaciones de pedinches, de gente que esté atenida a la asistencia pública, es lo único que se puede esperar, porque cuál justicia social, o cuál rescate de la pobreza pueden hacer los banqueros y los empresarios... es ir contra la lógica, pues. Quizá se mejore un poco la administración pública, que es a lo que se ha limitado el pan en los lugares que ha gobernado, agilizar los trámites para que se paguen rápido los impuestos... pero no han sido cambios de fondo, han sido sólo cambios de forma, de mejorar las oficinas, de suavizar trámites, de promesas de créditos para las pequeñas empresas, pero son cosas que no van a beneficiar directamente a quien necesita ser beneficiado, a los pobres, a los jodidos, a los indígenas. Yo por ahí realmente no esperaba absolutamente nada de Fox. Nada que representara un cambio real.


Conocí a Rius desde que era yo muy chavo. Mi hermano mayor compraba sus historietas y las coleccionaba; al revisarlas, me parecía imposible que una sola persona hiciera esas historietas cada ocho días; incluso, en aquella época se corría el rumor de que Rius no existía, que era el nombre de una empresa. Recuerdo que, de niño, para hacer mi tarea consultaba sus historietas. En 1994, año en que comencé a hacer caricatura política, tuve la oportunidad de colaborar en El Chahuiztle y ahí, dirigido por Rius conocí también a Helguera y El Fisgón. De hecho, tuve mucha suerte porque sólo llevaba tres meses de haber iniciado mi labor y ya trabajaba con Rius. Creo que su mayor aportación al género ha sido definitivamente el libro-historieta, él es el creador. Incluso existe una colección para principiantes que le fusilaron y no le pagaron regalías. Revolucionó de tal modo tanto al libro como a la historieta que al combinarlos se convirtieron en una mezcla didáctica.
 

HERNÁNDEZ. CARICATURISTA
 Desde muy pequeña leía sus cómics y recuerdo que, alguna vez, en la escuela me dejaron una tarea de civismo y se me ocurrió hacer precisamente un cómic que hablaba de Rius. Él fue parte de mi educación. A ciencia cierta no recuerdo cómo nos conocimos; fue hace muchos años y me acerqué a él como fan incondicional y, desde que lo conocí, lo adoré. Es una persona extraordinaria y le rindo pleitesía. En definitiva, es un gran maestro.
 
JESUSA RODRÍGUEZ.
DRAMATURGA Y CABARETERA CULTA