Néstor de Buen

šQue el fondo se vaya... al fondo!

No podía faltar el incómodo invitado, no sé si autoinvitado, a nuestro problema social. Pero el famoso Fondo Monetario Internacional (FMI), de tan justificada mala fama, viene a proclamar la necesidad de que México adopte medidas aceleradas para resolver, es un decir, los problemas de la seguridad social y, de paso, como un agregadito, que se reforme el mercado laboral "incluyendo reducir los impedimentos de contratar y cesar trabajadores y reducir los costos no salariales", según nos cuentan nuestros corresponsales en Estados Unidos, Jim Cason y David Brooks (La Jornada, del pasado día 29).

Al ladito de la noticia se da cuenta de la comparecencia del director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Santiago Levy, en el Senado de la República, que no fue, por cierto, muy bien recibida y en la que reclamó, šnada menos!, que se aprueben más reformas a la Ley del Seguro Social (LSS) porque, de otro modo, el IMSS no operará en 2008.

Lo acelerado de las medidas no hacía falta que lo sugiriera el FMI. A lo mejor se trató de una simple frase de Raghuram Rajam, su jefe de economistas, pero quienquiera que sea el autor, se advierte que no tiene informes de lo acelerada que fue ya la reforma recientita. El procedimiento no pudo ser más rápido.

Es claro que la rapidez no es el mejor vehículo para llegar a la adecuada formación de las leyes. Más valdría que los legisladores pensaran un poquito más en el alcance de sus decisiones, impulsadas muchas veces por ánimos de obediencia ciega, no fundada en el estudio cuidadoso de las decisiones. Tan ha sido así en la reforma de la LSS que su esencial inconstitucionalidad resulta su condición más evidente.

Rajam no dijo, por supuesto, qué es lo que habría que hacer rápido en materia de seguridad social, pero su respuesta a las preguntas de algún reportero pone de manifiesto la intención. Al parecer lo ideal, supongo, sería dictar un decreto que estableciese la prohibición a los jubilados de vivir más de tres o cuatro añitos como tales. Además, al fondo le preocupa que los ancianos (šhorrible nombre que me incluye!) aprovechen sus influencias para impedir la reducción de sus pensiones, o que se eleve la edad a partir de la cual se tiene derecho a la jubilación. ƑLes parecen bien 80 añitos?

En materia laboral la proposición de reducir los impedimentos de contratar, cesar a los trabajadores y reducir los costos no salariales se podría traducir en una contratación siempre temporal, terminable a la voluntad del patrón y sin costo alguno por el despido. Con eso los apuros de nuestros promoventes de la reforma a la Ley Federal del Trabajo, se desaparecerían. Y tal vez alguno de los diputados apoyadores de la reforma se podría dar el lujo de proponer un nuevo texto al artículo 123 constitucional que sería bien sencillo: "Se restablece la esclavitud". šAdiós a los apartados A y B!

Santiago Levy, inspirado por los apoyos legislativos que sin la menor duda ha tenido (diputados y senadores obedientes, como hace falta), ya empieza a preparar el camino para nuevas reformas. La recientemente hecha a los artículos 277 D y 286 K, con sus tres transitorios, le parece escasa porque dice que no resuelve los problemas del IMSS, lo que es cierto. Se abstuvo, sin embargo, de indicar aunque fuera de manera muy general cuál sería el objeto de la reforma, aunque sugirió, entre otras cosas, el aumento de las cuotas y del número de empleos. No dijo cómo. Por lo de las cuotas, me temo que sus representantes en el consejo técnico lo van a regañar.

Es obvio que Santiago estaba inspirado. Porque aunque su vocación esencial es echarle la culpa de todo al sindicato, parece que empieza a reconocer que las pobrezas del instituto derivan del feroz desempleo que padecemos y que ha provocado que en los últimos 15 años, más o menos, la afiliación al IMSS sea la misma, alrededor de 12 millones de asegurados. En cambio la población y por lo mismo el número de derechohabientes ha crecido de manera absoluta, y con ello el gasto y se ha hecho notoria la falta de recursos para incrementar los servicios médicos, equiparlos debidamente y dar a los pacientes las medicinas indispensables.

Se le olvidó decir al director del IMSS que gracias al Sistema de Ahorro para el Retiro puesto en vigor por Carlos Salinas de Gortari en 1992 y confirmado con energía por Ernesto Zedillo en 1995, los fondos de pensiones ya no se quedan en el IMSS, que se ha convertido en un simple cobrador, y viajan, hoy afores, Siefores y Consar de por medio, para servir de financiamiento barato al Estado. Ya en ese año, cuando Zedillo lanzó el Plan Nacional de Desarrollo, en el quinto capítulo se anotaba que de acuerdo al FMI, era absurdo pedir financiamiento externo si se podía contar con los recursos de las pensiones que se debían prestar, baratitos, al Estado. Así se hizo. Con ello el IMSS perdió el gran capital, razón que explica sus penurias.

Lo relevante es que Levy insinuó la posibilidad de un aumento salarial para la revisión que vence el próximo día 15. Por lo visto, el secretario del Trabajo, Carlos Abascal, ya lo convenció de que lo tiene que conceder. šMenos mal!

Pero ciertamente, al fondo habría que mandarlo... ustedes saben a dónde habría que mandarlo.