Fueron recibidos con aplausos y porras en el aeropuerto capitalino

Los paralímpicos piden apoyo, reconocimiento, dinero y casas

La sonorense Esther Rivera calificó de injusto el comentario de Ana Guevara sobre el deporte adaptado No queremos limosnas, pero sí una recompensa a nuestro esfuerzo, dijo De Jesús

ROSALIA A. VILLANUEVA

Nada como regresar a casa con el orgullo y la satisfacción de haber cumplido en Atenas con medallas, récords mundiales y paralímpicos, dijeron a su llegada los lanzadores sonorenses Esther Rivera y Luis Zepeda, los primeros campeones en salir de la sala internacional del aeropuerto capitalino, donde fueron recibidos entre aplausos y el reconocimiento de la gente con el grito de "šBravo!''.

Tras recibir las muestras de cariño de sus familiares, que esperaban desde las seis de la mañana el vuelo procedente de Madrid, los deportistas con capacidades diferentes comenzaron a salir en sus sillas de ruedas y, aunque el último contingente era numeroso, sobresalían únicamente cinco por las medallas doradas que traían colgadas en el cuello.

Algunos con una y otros con dos, como el nadador capitalino Juan Ignacio Reyes y la lanzadora veracruzana María Estela Salas, ganadores de oro, plata y bronce.

En conferencia de prensa, cada uno de los medallistas coincidió en que no hay nada incomparable cuando se conoce el triunfo y se escucha el Himno Nacional en el extranjero, por lo que piden a las autoridades que así como ellos han superado las adversidades de la vida a través del deporte, confían ser recompensados con mejores apoyos.

Unos esperan que les den casa, otros dinero o cualquier incentivo que sea provechoso para sus familias, porque la mayoría tiene hijos.

Ambiente de camaradería, inclusive entre ellos se bromean, pero todos se ven con respeto, porque "así queremos que nos vea la gente, que también somos deportistas que luchamos contra los mejores del mundo y hasta les ganamos'', señaló Esther.

Por cierto, la atleta vivió en Atenas los cinco minutos más angustiosos de su vida cuando, después de ganar la medalla de oro en lanzamiento de jabalina, las representantes de República Checa e Irlanda protestaron al aducir que no pertenecía a la categoría en que competía (F53).

"Me sudaban las manos y pensé que se me iba (el oro), pero cuando dijeron el veredicto, que todo estaba en orden y que me quedaba con la medalla, al salir di un grito muy fuerte y saqué toda la tensión.

"Llevo tres meses sin ver a mis hijos y creo que cada sacrificio tiene su recompensa'', señaló la de ciudad Obregón, quien lleva 18 años en el deporte y ésta fue su primera participación paralímpica.

La sonorense calificó de "injusto'' el comentario de su paisana Ana Guevara en relación con el deporte adaptado y, aunque tiene sus dudas, "si lo dijo o no'', invitó a la subcampeona olímpica, "porque la admiro por ser una mujer inteligente'', a presenciar las competencias de los discapacitados, para que "conozca bien lo que es nuestro deporte''.

Luis Alberto Zepeda era pura risa que hasta contagiaba y dijo que así como recibieron a su coterránea también le gustaría "que me den lo que le dan a Ana, porque también soy de Hermosillo, no sólo gané el oro sino que impuse récord mundial'' en jabalina, indicó.

Señalaron que el gobernador de su estado, Enrique Bours, los llamó a Atenas para felicitarlos "y nos prometió que cuando regresáramos nos tendría una sorpresa. Ojalá sea una casa porque sería un patrimonio para nuestros hijos'', comentó Rivera.

Otro par de campeones en la misma disciplina también dieron su opinión, como el experimentado Mauro Máximo de Jesús, quien espera que así como los medallistas olímpicos tienen una asociación y becas vitalicias, ellos logren algún día tener su misma agrupación.

Agregó que "hay presidentes, gobernadores y dirigentes que se despachan con la cuchara grande con el dinero del pueblo y nosotros no queremos pedir limosna''.

María Estela Salas no contuvo el llanto, pues era tal la emoción que la embargaba por sus dos medallas (oro y plata) que ganó al enfrentar "el valor de la adversidad''.

Compitió con una fractura en el tobillo tras sufrir una caída en la habitación de la Villa Olímpica. "Los doctores me dijeron que no podía participar, me puse lonol, me di un masaje y salí para ganar el oro con marca mundial'' en bala, apuntó.

El nadador Juan Ignacio Reyes, amputado de los dos brazos y una pierna, se dijo insatisfecho de no haber traído más preseas, porque su objetivo era igualar las cuatro de Sydney 2000.

Pero con las dos que tenía colgadas en el pecho y que movía con sus dientes señaló estar motivado para seguir trabajando rumbo a Pekín 2008, porque "los chinos van a ser invencibles en su propia casa''.