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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 2 de octubre de 2004

Enrique Calderón

Educación, economía y política

El crecimiento de la pobreza durante los 25 años recientes es una realidad conocida y sufrida en carne propia por el pueblo de México. Lo que muy pocos saben y reconocen es la relación que este fenómeno tiene con la problemática educativa del país.

La información disponible indica que mientras en el periodo 1976-80 los salarios de los trabajadores estadunidenses eran cuatro veces superiores que los de los trabajadores mexicanos, hoy día sus sueldos son 14 veces mayores que los nacionales. (Excepto, claro está, en los casos del Presidente, los secretarios de Estado, los gobernadores, los diputados, etcétera.) Esta diferencia se debe en buena medida a factores ligados con la educación.

Se puede objetar esta afirmación diciendo que de ningún modo la educación promedio de los estadunidenses sea hoy 14 veces mayor a la mexicana. Inclusive los voceros del gobierno nos pueden dar cifras sobre el crecimiento de la educación en el país. Desafortunadamente se trata de una verdad a medias, porque si estadísticamente la población escolar ha crecido, la calidad de la educación šno! Adicionalmente, nuestro crecimiento en cifras nada tiene que ver ni en cantidad ni en calidad con el de otros países, incluyendo Estados Unidos. Paralelo al deterioro de los ingresos, está el de la educación, cuando ésta se compara con la de los países con los que competimos.

Los problemas y las diferencias no paran allí. El modelo económico de producción de los países avanzados está orientado a generar empleos centrados en actividades de naturaleza intelectual con mayores niveles de salario, y a desviar los trabajos de menores requerimientos intelectuales para que sean desarrollados en las naciones atrasadas, o por trabajadores de éstas, contratados temporalmente; ejemplos de esta política son las maquiladoras y las contrataciones masivas de latinos en Estados Unidos, para desempeñar actividades de limpieza o de cosecha.

Estos fenómenos sólo tienen sentido si pensamos que forman parte de una estrategia de dominación extranjera, fríamente diseñada, para la cual el gobierno mexicano está jugando en forma obediente, el papel que le ha sido asignado, sin reparar que en ello está destruyendo el futuro, la soberanía y la integridad del país. Los recortes presupuestales a los centros de investigación y a las instituciones de educación superior no pueden ni deben verse como hechos aislados, ajenos a esta estrategia.

Por falta de visión o de escrúpulos (para el caso es lo mismo) el gobierno de Vicente Fox no ha dado ni le está dando a la educación la importancia que debiera. La campaña mediática de las recientes semanas orientada a "informar" sobre el proyecto de transferir al Gobierno del Distrito Federal la responsabilidad del gobierno federal de impartir la educación prescolar, primaria y secundaria, sin proporcionarle los recursos económicos correspondientes, como se hace en todos los estados, constituye una aberración y la mejor muestra del nivel de irresponsabilidad con la que se maneja algo tan delicado como la educación de la población de la capital de la República, por el único objetivo de dificultar las actividades del jefe de Gobierno.

Tal actividad desafortunadamente no es nueva, baste recordar la burda maniobra del gobierno de Ernesto Zedillo de provocar el conflicto de las colegiaturas en la Universidad Nacional Autónoma de México para justificar su cierre durante varios meses, con el sólo propósito de nulificar un posible bastión de fuerza para la campaña del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000, sin importar que ello significara la pérdida de un año de estudios de más de 150 mil estudiantes.

Por otra parte, llama la atención la pasividad y el conformismo de los académicos y los científicos ante los recortes presupuestales para la investigación, lo cual constituye un indicio más de que los verdaderos objetivos del sistema nacional de investigadores no son otros que asegurarse el control del sector académico del país, para permitir a los gobernantes hacer con ese sector lo que considere necesario.

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