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Economía política de las elecciones estadunidenses 20 de septiembre de 2004

ARITMETICA DE LA GEOGRAFIA ELECTORAL

Más que los grandes temas nacionales, los problemas locales pueden determinar el sentido de las votaciones en la elección presidencial del 2 de noviembre. Mientras el debate se enfoca en asuntos de seguridad interna y política exterior, en estados clave para el resultado de los comicios las mayores preocupaciones van de la pérdida de empleos a los efectos de la eliminación de aranceles y la ayuda a afectados por desastres naturales.

Víctor M. Godínez

El sistema electoral de Estados Unidos determina que el presidente de ese país no sea elegido por el voto directo. Cada estado representa un número específico de votos en el Colegio Electoral, que se adjudica al candidato que gana la mayoría relativa. Dado el peso diferenciado de los votos que cada estado aporta a dicho colegio, puede ocurrir que un candidato gane la presidencia habiendo obtenido un menor porcentaje del voto popular que su opositor. Tal fue el caso de George W. Bush en la apretada elección de 2000, cuya final resolución fue muy polémica y sigue siendo objeto de sospechas.

Están en juego un total de 538 votos colegiados. El candidato que asegure para sí un mínimo de 270 sufragios (50.1 por ciento) gana la presidencia. Cada partido tiene un núcleo histórico de implantación territorial, formado por estados con probada trayectoria demócrata o republicana en los que ­salvo situaciones excepcionales­ su triunfo está más o menos garantizado. Por ello, la elección suele decidirse en los estados donde la tendencia partidaria del voto no es definida. La composición de este grupo de estados varía con el tiempo, pero lo que no cambia es su evidente importancia estratégica.

Los bastiones geográficos del voto partidario parecen estar dados en cada caso. En el frente republicano incluye ahora 19 estados que suman un total de 152 votos casi seguros debido a la amplitud de la diferencia promedio entre las tasas de preferencia en favor de Bush y las de su oponente (que es de 23 puntos porcentuales). Este grupo incluye a la casi totalidad de los estados de la zona montañosa del oeste, los de las planicies centrales (de Dakota del Norte a Oklahoma) y todo el sur (de Texas, el estado con el segundo mayor número de votos colegiados, a Carolina del Sur), con la excepción de Florida.

P3encuestaEn el campo demócrata el grupo correspondiente lo constituyen 10 estados que representan un total de 147 votos con un margen promedio en favor de John Kerry de 21 puntos porcentuales (diferencia que baja a 16 puntos si se excluye del cálculo al Distrito de Columbia, la capital federal, donde, en principio, Kerry aventajaría al presidente con 77 puntos porcentuales). La implantación geográfica del voto demócrata "seguro" está en la costa este (de Nueva York, tercer estado en votos, a Washington DC), la mitad de los estados de Nueva Inglaterra, Illinois y los fronterizos de Nuevo México y California (el estado más importante por el número de votos colegiados).

En ambos casos, el núcleo geográfico básico del voto partidario está acompañado de un segundo círculo de estados donde las encuestas favorecen a un candidato con diferencias menos contundentes, que podrían revertirse con cierta facilidad. Este círculo territorial es relativamente reducido en el caso del Partido Republicano y lo constituyen siete estados. En dos (Virginia Occidental, cinco votos y Tennessee 11), las preferencias del sufragio muestran una ventaja para Bush de nueve puntos porcentuales. En los cinco restantes, que en conjunto suman 65 votos, el margen de las preferencias en favor del candidato republicano es más apretado (tres puntos en promedio), según los resultados de encuestas levantadas entre el 3 y el 9 de septiembre. En orden de importancia, se trata de Ohio, Carolina del Norte, Virginia, Misuri y Arkansas.

Son 13 los estados del "segundo círculo" demócrata. En ocho Kerry mantiene márgenes de preferencias en su favor de seis puntos porcentuales. Son estados situados en las puntas del norte de Estados Unidos: Washington y Oregon, en el oeste, Maine y Nueva Hampshire, en el este; en la frontera con la provincia canadiense de Ontario: Minnesota y Michigan; en Nueva Inglaterra (Conecticut) y en el océano Pacífico (Hawai). Entre todos aportan 64 votos al Colegio Electoral. Los cinco estados restantes representan otros 62 votos. Salvo Colorado, todos están enclavados en una misma gran zona geográfica: el este y el este medio (Pensilvania y Nueva Jersey) y el centro norte (Iowa y Wisconsin). En ellos es muy estrecha la ventaja promedio de Kerry en las preferencias del electorado (2.5 puntos porcentuales, equivalente al margen de error de las encuestas). Pensilvania, con sus 21 votos, es aquí uno de los campos de batalla más encarnizados.

La geografía de las inclinaciones electorales se completa con dos estados en los que las preferencias del voto reflejadas por las encuestas levantadas en la primera semana de septiembre indican un empate: Nevada, con cinco votos colegiados, y Florida, el estado en el que se decidieron las elecciones de 2000, con sus codiciados 27 votos.

Es claro que la lucha decisiva está en los estados del "segundo círculo". El análisis comparado de las posiciones de los candidatos en los estados que conforman en cada caso este círculo muestra que la posición de Bush es más sólida. Lo es incluso en los estados en los que mantiene un margen estrecho en las preferencias frente a Kerry. En todos ellos ganó la elección de 2000 con porcentajes muy similares a los que arrojan las encuestas estatales levantadas en la primera semana de septiembre. Desde luego que son varias las combinaciones aritméticas posibles, pero de mantenerse esta tendencia, Bush sólo necesitaría asegurar 37 votos colegiados más para rebasar la cifra mágica de 270 con que se gana la elección. En esta perspectiva, Pensilvania y Florida, que juntos representan 48 votos, se erigen como dos objetivos estratégicos.

La situación de Kerry luce frágil en los estados donde adelanta al republicano con escaso margen. En la elección presidencial de 2000 el candidato demócrata ganó en todos ellos, pero las tasas de preferencia que revelan las encuestas de principios de septiembre en favor de Kerry son en todos los casos menores al porcentaje del voto obtenido cuatro años atrás por Al Gore. Esto deja al senador de Boston con una base de 211 votos colegiados relativamente seguros. Para prevenir un posible descarrilamiento en estos estados y evitar la dispersión de esfuerzos y recursos, es muy probable que los estrategas demócratas también decidan concentrarse en la lucha por ganar Pensilvania y Florida más Ohio (68 votos entre los tres).

De esta manera, más que los grandes temas nacionales, los problemas locales de estos tres estados pueden ser la clave de la elección del 2 de noviembre. En Pensilvania y Ohio estos problemas son de orden económico y social: la pérdida de más de 170 mil empleos industriales desde 2000 y la eliminación de tarifas de importación al acero en perjuicio de la industria regional. En Florida, en cambio, los temas de política exterior, como la relación con Cuba, y la eficiencia en la ayuda a los afectados por los huracanes, pueden ser los decisivos §
 

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