Caracol II

Oventic

Es pleno verano y el amanecer y atardecer en Oventic es acompañado por una espesa y fría neblina que cubre totalmente al caracol II de la zona de Los Altos. Lugar de zapatistas tzotziles. Región rebelde de pobreza y marginación extremas. La más visitada de todo el territorio zapatista por gente de todo el mundo. Tan solo en su primer año de gobierno autónomo llegaron hasta aquí 4 mil 458 hombres y mujeres procedentes de Francia, Argentina, Grecia, Estados Unidos, Japón, Australia, Eslovenia y México, entre otros países de los cinco continentes.

No es casualidad que el caracol Resistencia y rebeldía por la humanidad tenga el mayor número de visitas. Es el más cercano a la ciudad de San Cristóbal de las Casas y, desde ahí, se llega por una carretera pavimentada en aproximadamente una hora. Pero no sólo la cercanía atrae a la sociedad civil nacional e internacional. También es el misticismo que se encuentra en esta zona, una presencia indígena particular, una rebeldía que se asoma en cada rostro tzotzil...

Este es el caracol que tiene el mayor número de edificaciones en su interior, quizás es el más grande de las cinco zonas zapatistas. Tiene una calle central muy larga en la que aparecen cada vez nuevas construcciones (cooperativas, oficinas de los municipios autónomos y de la junta de buen gobierno, clínica, auditorio y dormitorios). La calle finaliza en un terreno más amplio y circular en el que se encuentra la cancha de basquetbol y la primera secundaria de todos los pueblos zapatistas, perteneciente al interminable nombre de Sistema Educativo Rebelde Autónomo Zapatista de Liberación Nacional (SERAZLN).

La primera secundaria zapatista

Josué y Ofelia son egresados del SERAZLN y actualmente miembros de su coordinación general. Ellos explican que la educación es una de las demandas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y por eso desde 1994 "se buscó la manera de organizarla en nuestros pueblos". En un principio, señalan, "citamos a los maestros y maestras que trabajan en las escuelas oficiales, con el propósito de invitarlos a participar con nosotros en otro tipo de educación. Llegaron más de cien maestros del gobierno a una reunión que tuvimos, pero se vio difícil organizar el trabajo con ellos, no porque no quisieran participar con nosotros, sino porque están acostumbrados a recibir paga".

Al ver este problema, continúa Josué, "se pensó citar a los jóvenes y jóvenas de la zona, quienes llegaron un 12 de diciembre de 1998 aquí a Oventic. Ellos eran estudiantes y todavía no tenían la costumbre de ganar. Apenas se juntaron ese día 19 muchachos y muchachas, quienes, convencidos de la necesidad de la educación, se capacitaron durante dos años consecutivos, antes de ingresar a la secundaria".

Finalmente, en septiembre del año 2000, se iniciaron los cursos de la primera secundaria autónoma zapatista. Las clases fueron apoyadas por hombres y mujeres de la sociedad civil, a quienes en esta zona nombran "acompañantes".

La planeación de los cursos fue un trabajo colectivo. Hubo interminables reuniones en las que participaron comisiones de todos los pueblos que analizaron las necesidades de las comunidades para, a partir de ahí, planear los cursos y programas de estudios.

En la secundaria zapatista de Los Altos se estudia Lenguaje y comunicación, Matemáticas, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Humanismo, Lengua materna (tzotzil) y Producción. En Humanismo, explica Josué, "se trata la filosofía del zapatismo. Ahí se hace la reflexión sobre la lucha, pues el objetivo principal que nos planteamos es que los jóvenes que terminan sus estudios tengan una visión diferente de la vida. Que no hagan una vida individualista, sino que trabajen en beneficio del pueblo y del colectivo. Que los jóvenes entiendan más nuestra lucha, quiénes nos dominan y quiénes nos explotan".

Después de tres años de estudio, explican los coordinadores de educación, "hemos visto que se entiende mejor la realidad de lo que estamos viviendo, que se crea conciencia y se sale con una mentalidad diferente. No es que aquí se vengan a convencer de la lucha, lo que sucede es que aquí agarran más elementos y herramientas para conocer sus derechos y defenderse. La educación, sin duda, nos motiva a la lucha y fortalece la autonomía de nuestros pueblos."

"La Iglesia nos dice que somos pobres porque Dios nos hizo así. La educación oficial nos dice que de por sí hay pobres y ricos y a nosotros nos tocó la pobreza. Pero esto no es así, y para entenderlo sirve la educación", afirma, categórico, Josué.

Josué y Ofelia reconocen que a pesar de todos los esfuerzos no cuentan con recursos para que todos los pueblos tengan una educación, pero el sueño, explican, "es que todos los pueblos tengan posibilidad de estudiar, los indígenas y los no indígenas, los zapatistas y los no zapatistas. Todos tenemos derecho a la educación".

En la zona zapatista de Los Altos, cuando los alumnos terminan la secundaria, se les pide, como parte de su graduación, que decidan cómo pueden ayudar a su pueblo. Ellos y ellas eligen realizar tareas de agroecología, de educación en primarias, de apoyo a las oficinas de comercialización, trabajo en las farmacias, etcétera. Todos tienen la obligación y el compromiso de "compartir con su pueblo lo que han aprendido, si no, pues no tiene caso su preparación".

Con estas características se han graduado ya dos generaciones. La primera con 21 alumnos, de los cuales únicamente tres son mujeres; y la segunda con 19, con sólo cinco mujeres. Muy pocas pero, aún así, "un avance pequeño para estos pueblos en los que la mujer no ha tenido derecho a educarse.

"Hay pueblos que todavía piensan que la mujer sólo sirve para casarse y alimentar al niño. Que no puede estudiar ni trabajar fuera de la casa. Esto es así, pero poco a poco la mujer está despertando y vemos que tenemos derecho a compartir otras experiencias", afirma Ofelia, actual coordinadora del SERAZLN.

Y es precisamente en la educación donde las mujeres tzotziles se están abriendo espacios. En la materia de Humanismo, explica Ofelia, "vemos los derechos de las mujeres y la necesidad de cambiar algunas costumbres. De esta manera la educación sirve para que tanto hombres y mujeres tomen conciencia de la importancia del trabajo de la mujer. Esto no es fácil, porque hay que cambiar muchas cosas que se tienen en la cabeza, pero ya estamos empezando".

La educación autónoma, continúa la entrevistada, "es la base del conocimiento en nuestros pueblos, y a partir de ella podemos ir cambiando la situación de la mujer indígena, quien es capaz de hacer cualquier trabajo, ya no sólo ser mamá y hacer artesanía".

Esta es la única de las cinco zonas zapatistas que inició la organización de su educación con el nivel de secundaria (las otras cuatro empezaron por la primaria). La explicación la ofrece Josué: "primero teníamos que preparar a promotores o maestros de las primarias. Ahora algunos de los egresados de la secundaria son los que dan clases en las primarias recién creadas".

En todos estos años, los municipios autónomos que conforman la zona de Los Altos: San Andrés Sacamch'en de los Pobres, San Juan de la Libertad, San Pedro Polhó, Santa Catarina, Magdalena de la Paz y San Juan Apóstol Cancuc, organizaron la educación primaria de manera independiente y con diferentes proyectos. Desde hace un año, a partir del nacimiento de la junta de buen gobierno Corazón céntrico de los zapatistas delante del mundo, organizaron un solo sistema educativo para toda la zona. En estos momentos, más de cien promotores y promotoras dan clases en igual número de pueblos.

El problema de las escuelas en estos municipios es diferente al de otras zonas, pues aquí muchos maestros oficiales abandonaron las escuelas y éstas fueron puestas a funcionar por las autoridades autónomas. Otras tantas han sido construidas en el camino y unas más están por construirse.

La secundaria fue construida por el proyecto estadunidense Escuelas para Chiapas, encabezado por Pedro Café. Es un proyecto con muchos retos que no carece de problemas, ya que, por ejemplo, al funcionar como internado tiene que cubrir la alimentación de los alumnos y no hay recursos, como tampoco los hay para materiales didácticos ni para equipos. Para disminuir estas carencias la secundaria cuenta con un Instituto de Lenguas e Idiomas Mayas, donde se ofrecen clases de tzotzil cobrando a los extranjeros una pequeña cuota, que es utilizada para la alimentación de los alumnos, quienes, además, cooperan con cinco pesos mensuales y un kilo de frijol cada quincena.

No son pocos los problemas y dificultades que enfrenta un nuevo y autónomo sistema educativo, pero tampoco son pocas las satisfacciones y "alegrías" que deja. "Estamos muy contentos porque el fruto de las secundarias ya está en las primarias dando clases, porque la educación autónoma zapatista está empezando desde abajo, porque es para todos nuestros pueblos y porque la situación ya no es igual que antes", señalan Josué y Ofelia. Y van más allá: "la educación autónoma tiene que ser para todos, no sólo para los indígenas y no sólo para los zapatistas". Y tampoco sólo para los niños. En esta zona, por eso, opera ya un sistema de educación para adultos.

El objetivo, explican, "es cambiar nuestra situación. La obligación de los pueblos es luchar para cambiar, porque no podemos esperar que alguien venga a hacerse cargo de nosotros y, en este sentido, la educación es el arma más poderosa de los pueblos".

Y la salud no lo es menos.

Más de 100 consultas diarias en La Guadalupana

Anastasio, un viejo zapatista tzotzil, es el coordinador general de salud en la clínica central La Guadalupana, una de las primeras organizadas por el EZLN, incluso antes del levantamiento armado. Anastasio guarda en su memoria la fecha exacta en que empezó a funcionar: 28 de febrero de 1992, apenas con ocho promotores de salud.

Anastasio tiene apenas el segundo año de primaria y cuenta que desde hace más de 12 años el pueblo lo nombró para prepararse en el trabajo de salud. "Yo -dice- acepté por la lucha, por el pueblo, pues". Hoy coordina uno de los proyectos de salud más ambiciosos de todo el territorio zapatista.

Nada queda ya de esa pequeña clínica que atendió a insurgentes y milicianos heridos durante la guerra. En el mismo lugar, y aprovechando la construcción anterior, se levanta ahora una clínica-hospital con quirófano, consultorio dental, laboratorio de análisis clínicos, un área de oftalmología y otra de ginecología, laboratorio de herbolaria, farmacia y cuartos de hospitalización. Todo atendido por los pueblos.

En La Guadalupana y en otros dos centros de capacitación, uno ubicado en Magdalena y otro en Polhó, se preparan más de 200 promotores de salud que atienden en sus comunidades. Ellos y ellas, al igual que todos los promotores zapatistas, no reciben ningún tipo de sueldo, únicamente el pueblo los apoya con su alimentación y sus pasajes para ir a tomar sus cursos. Los promotores se preparan en anatomía, fisiología, sintomatología, diagnóstico y tratamiento y, sobre todo, en medicina preventiva, higiene personal y colectiva y talleres de vacunación.

En los hospitales del gobierno cercanos, cuenta Anastasio, "no reciben a los enfermos graves, prefieren que se les mueran en otro lado. Nosotros sí los recibimos, sean zapatistas o no, y ya sólo cuando vemos que no podemos con la enfermedad los trasladamos a donde puedan atenderlos. Para eso nos falta una ambulancia".

La clínica cuenta con el apoyo de médicos y pasantes que los auxilian en cirugías y en la capacitación de promotores. Pero "cuando no viene nadie, pues hay que atender de todas maneras. Por eso estudiamos los manuales y los libros de medicina, lo que haya", dice Lucio, promotor de salud que dejó su comunidad, su familia y su tierra para trabajar de tiempo completo en la clínica desde hace ocho años.

"Antes -continúa- no teníamos nada y había muchos muertos, la mayoría por enfermedades que se pueden curar si se les atiende a tiempo. Muchos niños se nos morían, y por eso empezamos a organizar nosotros mismos la salud, porque del gobierno de por sí no esperamos nada."

Actualmente opera una clínica en cada uno de los ocho municipios autónomos de Los Altos, así como más de 300 casas de salud comunitarias que cuentan con un botiquín de medicinas básicas. La consulta es gratis para todas las bases de apoyo del EZLN, y sólo se les pide una pequeña cooperación a los de otras organizaciones.

Anastasio cuenta que, desafortunadamente, sólo se están haciendo cirugías menores, pues faltan materiales para operaciones mayores. "Estamos viendo cómo resolvemos este problema, porque de por sí carecemos de lo necesario. Pero con lo que tenemos trabajamos lo que se puede, ni modo de no hacer las cosas porque no lo tenemos", dice.

Esta clínica, con todo y sus carencias, es una de las mejor organizadas y equipadas de todo el territorio, por lo que aquí se atienden a bases de apoyo de otras regiones, ya sean de la selva o del norte del estado.

La organización de la salud autónoma ha querido ser contrarrestada con proyectos gubernamentales de salud. De tal forma que donde nace una clínica zapatista al poco tiempo aparece una del gobierno. Explica Anastasio que "esto lo hacen para presionarnos, para que la gente se vaya con ellos, pero la gente no va porque en sus clínicas los tratan mal, no los respetan y no les dan la medicina, además de que construyen las clínicas pero siempre están cerradas. Nosotros, en cambio, trabajamos las 24 horas del día y atendemos a todos por igual".

Tuberculosis, problemas respiratorios, reumatismo, infecciones de la piel, paludismo y tifoidea son algunas de las enfermedades de la pobreza que asolan estas tierras en las que las mujeres aún padecen abortos provocados por la desnutrición y la falta de control prenatal. Aún así, explica el promotor Lucio, "la gente ya no tan fácil se nos muere. Hemos salvado muchas vidas, hospitalizamos pacientes graves, promovemos campañas de vacunación, preparamos a nuestros promotores y pues ahí vamos avanzando".

Café, miel, artesanías:  comercialización en la resistencia

Zona productora de café, las comunidades zapatistas de Los Altos han organizado la comercialización del aromático orgánico mediante dos cooperativas autónomas: Mut vitz (cerro del pájaro, en tzotzil) y Ya'chil Xojobal Chu'lcha'n (la nueva luz del cielo).

Mut vitz opera desde 1997 y cuenta con 694 socios, todos bases de apoyo de los siete municipios autónomos de la zona. Tienen certificado de café orgánico y permisos legales para exportación, por lo que trasladan el producto hasta el puerto de Veracruz y desde ahí viaja hacia Alemania, Estados Unidos, Francia, España, Suiza e Italia.

Desafortunadamente, explican los responsables, no han podido expandir el mercado en México, donde sólo abarcan el estado de Puebla. Tampoco cuentan con máquinas para moler y tostar el café, por lo que exportan el grano sin cáscara.

La cooperativa La nueva luz del cielo tiene aproximadamente 900 socios (de los cuales, 600 son desplazados de Polhó). Apenas iniciaron la exportación del café y trabajan ahora para abrir sus mercados.

Las mujeres, por su parte, trabajan también en colectivo. Famosas en el mundo del bordado y las artesanías, las zapatistas tzotziles que antes de la guerra ofrecían sus mercancías en las racistas calles de San Cristóbal de Las Casas, hoy se organizan en cooperativas mediante las cuales producen y comercializan sus productos. Las cooperativas Xulum Chon y Mujeres por la Dignidad ofrecen sus bordados a precios justos, obteniendo ingresos que son parte importante de la economía familiar.

Polhó: siete años fuera de casa,  asolados por la violencia

En esta zona se encuentra el centro de desplazados de Polhó, donde más de 9 mil personas que huyeron de la violencia paramilitar sobreviven sin tierras que cultivar, con comida y medicamentos que nunca son suficientes. De esta zona se retiró la Cruz Roja Internacional, "porque dijo que aquí no hay guerra y en Irak tienen mucho trabajo". Aquí, el desplazamiento ha creado nuevas formas de resistencia y autonomía. La educación y la salud se organizan en situaciones especiales, mientras que surgen cooperativas y otros medios para sostenerse.

En su primer año de gobierno, las autoridades autónomas de esta zona destinaron 2 millones y medio de pesos a la alimentación de los desplazados de Polhó, cantidad nada despreciable pero aún insuficiente para atender a los miles de hombres, mujeres y niños que desde hace siete años sueñan con las condiciones de seguridad que permitan su retorno.

No es fácil organizar la autonomía, y menos en condiciones como las de Polhó, afirma la junta de buen gobierno entrevistada pocos días después de su primer aniversario.

Nosotros no hicimos campaña: JBG

Después de un año de trabajo, afirman los miembros de la junta, "vemos que tenemos capacidad para gobernar, para trabajar, ver y conocer los problemas. Hemos aprendido a no caer en provocaciones, ni del gobierno ni de los partidos. La experiencia nos enseña que el que levanta primero la mano pierde por la vía política. Nosotros tenemos la idea de resistir por la vía pacífica, aunque también sabemos defendernos".

En todo este año, explican, "lo que más aprendimos fue a negociar, aprendimos a coordinar el trabajo de la junta con los municipios autónomos. Reconocemos que no podríamos solos, sin el apoyo de la sociedad civil nacional e internacional. Trabajamos de lunes a domingo las 24 horas del día y ni así nos alcanza para atender todo, pero ahí vamos aprendiendo. Obedeciendo y cumpliendo. No es fácil. Nada es fácil.

"Nosotros -añaden- no hicimos ni campaña ni propaganda para ser junta de buen gobierno. El pueblo nos eligió como personas honestas y ahora tenemos el compromiso. No tenemos periodo fijo, o sea que en cuanto el pueblo diga que no servimos, pues nos saca y pone a otros. Soñamos con que un día se reconozca nuestro derecho, que haya un cambio total no sólo con los indígenas, sino con todos los pobres del mundo. Esto no se termina. Por ahí nacen otros que tampoco piden permiso para construir su camino. Eso es lo que soñamos."