La Jornada Semanal,   domingo 5 de septiembre  de 2004        núm. 496


NAIEFYEHYA

COMO APRENDIMOS A VOLVER A AMAR A LA BOMBA...

ANIVERSARIO OLVIDADO

El 6 de agosto es una fecha que nadie debería tener derecho a olvidar. Sin embargo, en la era de los neoconservadores en la Casa Blanca y el Pentágono, el aniversario de la bomba de Hiroshima pasó inadvertido en Estados Unidos. Esto no debe sorprender ya que hoy en día Washington ha comenzado a desarrollar una nueva generación de bombas nucleares para ser usadas en el campo de batalla (y no en contra de poblaciones como hace cincuenta y nueve años). Supuestamente estas armas son necesaria en la guerra contra el terrorismo ya que los expertos (los mismos que tras engendrar a Al Qaeda fueron incapaces de eliminarlo) aseguran que de haber contado con armas como los "Penetradores de tierra nucleares robustos" hubieran podido acabar con Osama Bin Laden mientras se ocultaba en las cuevas de Tora Bora. Además, en teoría estas armas pueden eliminar laboratorios químicos, nucleares o biológicos que se oculten en búnkers subterráneos fortificados. La justificación para volver a lanzar la carrera nuclear es pueril y no cuesta demasiado trabajo entender que el verdadero objetivo de las nuevas armas es mostrar que los eua del siglo xxi no le tienen miedo a la bomba. El de George Bush no es un régimen interesado en limitar la proliferación nuclear sino que parecería desear provocarla. La doctrina Bush que propone guerras preventivas y "llevar la guerra a los terroristas", para impedir que ellos ataquen a Estados Unidos, se traduce inevitablemente en que las naciones del "eje del mal" y aquellas consideradas como "hostiles" por Washington busquen desesperadamente poder ejercer la disuasión nuclear. Corea del Norte presume ya sus misiles y hay quienes aseguran que Irán avanza vertiginosamente en el camino de las armas atómicas. (En respuesta a las crecientes amenazas estadunidenses e israelíes, Yadollah Javani, el líder de la Guardia Revolucionaria, declaró el 15 de agosto: "Todo el territorio sionista, incluyendo sus instalaciones nucleares y arsenal atómico están dentro del rango de los misiles [convencionales] iraníes.") Por supuesto que buena parte de los reportes que circulan en los medios estadunidenses acerca de la nuclearización del mundo árabe e islámico están cargados de paranoia y racismo, pero sería ingenuo imaginar que no hay naciones y grupos buscando activamente desarrollar o robar armas de destrucción masiva, la única herramienta respetada por las potencias.

EL TIRO DE GRACIA NUCLEAR

Uno de los grandes peligros de que el aniversario de la bomba atómica sea olvidado va más allá de perder de vista el genocidio y la devastación que representó aquel acto terrorista, sino que también en cierta forma implica hacer a un lado cualquier debate en torno a la propaganda usada por Estados Unidos para justificar el uso de la bomba y las obvias repercusiones de esa estrategia en las guerras posteriores. El argumento usado por Washington, y aceptado por millones en el mundo, ha sido que al usar la bomba salvaron miles de vidas y pusieron fin a la cruel guerra del Pacífico. La realidad es que para julio de 1945 las sesenta y seis ciudades más importantes de Japón habían sido devastadas e incendiadas por los bombardeos estadunidenses y por el napalm. Mientras en Alemania los aliados destruyeron en cinco años alrededor de 210 kilómetros cuadrados, en Japón los norteamericanos destruyeron 461 kilómetros cuadrados en apenas seis meses. Como señala Sven Lindqvist, para agosto las ciudades de 50 mil habitantes comenzaron a ser destruidas debido a que todas las urbes más grandes (con la excepción de cuatro que incluían a Hiroshima y Nagasaki) estaban en ruinas. Sabiéndose perdido, el emperador telegrafío el 18 de julio a Truman para discutir los términos de la rendición de su país. Ese intento de comunicación fue ignorado. El 16 de julio tuvo lugar la primera prueba de una bomba atómica en Nuevo México y al día siguiente Leo Szilard y sesenta y nueve científicos que habían desarrollado la bomba escribieron una carta a Truman, pidiéndole que no usara esa arma sin prevenir antes al enemigo. Pero aparentemente esa carta nunca fue leída por Truman. También varios funcionarios (como Ralph Bard, el subsecretario de Marina) trataron de convencer a Harry Truman de hacer una demostración del poder de la bomba en un área deshabitada. Las súplicas fueron en vano. El 28 de julio, Japón rechazó la declaración de Postdam en la que se le amenazaba con una rápida y total destrucción, pero no se mencionaba que se emplearía una arma como la bomba atómica.

DESINFORMAR

Dieciséis horas después de la explosión en Hiroshima Truman declaró al público que la bomba había sido usada contra una importante base militar. No dijo que la bomba fue detonada a unos 600 metros de altura sobre el hospital Shima en el centro de una ciudad de 400 mil habitantes. Truman explicó más tarde que ese blanco había sido elegido para evitar causar miles de pérdidas humanas. Quizás no lo sabía entonces pero 100 mil personas murieron de manera instantánea (95 mil de ellos civiles) y por lo menos otras 100 mil murieron más tarde a causa de la radiación. Pero lo cierto es que estaba informado de que había miles de víctimas. Tres días más tarde Estados Unidos tiró otra bomba atómica sobre Nagasaki. Finalmente el 14 de agosto Japón se rindió incondicionalmente. Hoy parece que el mundo entero se ha rendido ante las fantasías bélicas de los neocons y sus delirios de poder.