La Jornada Semanal,   domingo 5 de septiembre  de 2004        núm. 496


HUGO GUTIÉRREZ VEGA

JUÁREZ, EL VIENTO,
TOLEDO Y LOS MONEROS

Uno de los mejores momentos que ha vivido nuestro país fue el protagonizado por los liberales reformistas. Su lucha a favor del Estado laico, la consolidación de las instituciones republicanas, el progreso de la democracia y la defensa de la tolerancia y de las garantías individuales, fue ejemplar y su honestidad y rigor intelectual incidieron favorablemente en el proceso de modernización de un país asfixiado por los conservadores y por los múltiples manejos de la Iglesia católica que en México ha sido especialmente autoritaria y monopolista.

Francisco Toledo y los moneros se unieron en una muestra prudentemente laica y jacobina para hacer el recuerdo de Benito Juárez, impasible, siempre arregladito, lleno de apotegmas y a prueba de la injuria de los grandes aires civiles. Sin solemnizar ni caer en posturas maniqueas, Toledo, Magú, Rocha, Ahumada y Luis Fernando, celebran la obra civilizadora de Benito Juárez, evitan los adjetivos y, con la indispensable objetividad, nos lo presentan como la figura fundamental de nuestro siglo xix y como el guía permanente del pensamiento republicano.

Los curas de Ahumada exorcizan fantasmas condónicos y cargan pesadas píldoras, sus santosjuandiegos llevan al Papa en la tilma o (en el cuadro adquirido por el cardenal Arzobispo de Guadalajara) a nuestra eterna Marilyn desnuda. Por su parte, el boxeador Benito dedica su round contra el clero a su mánager y a la Virgencita de Guadalupe.

Los jerarcas de Helguera se oponen a la ley desamortizadora y, caballeros teutones, luchan contra el condón y contra el libre albedrío. Dan pan a los comulgantes, vitorean la censura y coinciden con el yunquista dirigente de su partido en la novedosa teoría de que la tierra es cuadrada. Uno de ellos se burla, con un infantil "lero lero" del prócer, mientras uno de sus retratos es cambiado en Los Pinos por otro del padre Maciel.

Juárez presiente las horrorosas estatuas que se harán en su honor, mientras escucha el acertado danzón. Luis Fernando barre parejo con la elocuencia de Guillermo Prieto, con la patria cojita y con el aplacado pelo del prócer. Se encuentra con Toledo y sus animalitos que cobran vida y balan amorosos. Al final, Juárez eclipsa a la reacción y mira de reojo al barbado emperador.

Magú convoca al Gabo de las mariposas amarillas y al Toledo de "Lo que el viento a Juárez" para recordar al republicano ejemplar. Los insaciables jerarcas piden pan y se los dan y el señor presidente intenta usar a Juan Diego para borrar al presidente laico y pisoteador de Chapulines toledeicos.

Un Abascal, crítico literario, aparece lleno de cruces en el cartón de Rocha. A su lado hay un arzobispo que puede ser nocivo para la salud, unas damas escolares y catequistas, un cardenal lavador de dinero y un papamóvil que no se puede comer solo una.

La píldora, el control de la natalidad, la libertad de enseñanza, el Estado laico, la solidaridad humana, los valores de la tolerancia... todos los principios y derechos humanos y humanizadores provocan la ira de los jerarcas que cantan el "cangrejos al compás marchemos para atrás". Así nos lo dice ese monero alegremente decimonónico que es El fisgón. Ya en pleno jolgorio conservador, un Fox-Maximiliano, armado de un refresco trasnacional, lleva del brazo a su Carlota-Martita, mientras que el cardenal Rivera da la batalla contra el Estado laico.

En torno a "Lo que el viento a Juárez" de nuestro miglior fabbro, Francisco Toledo, giran estos moneros alegres y profundos defendiendo al Estado laico y a la civilización. Es emocionante verlos reunidos en esta empresa. Nos hacen recordar a los moneros del siglo xix y, con ellos, a la lucha contra los cangrejos que marchan para atrás.