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México D.F. Domingo 22 de agosto de 2004

Guillermo Almeyra

Venezuela, quinta República

El triunfo del No en el referendo revocatorio dirigido contra Hugo Chávez hace pasar a Venezuela de la cuarta a la quinta República, es un golpe importante a la dominación estadunidense, un aliento fundamental a los movimientos sociales latinoamericanos, muestra un cambio fundamental en la relación de fuerzas entre las clases y frente al imperialismo en toda Sudamérica y plantea importantes cuestiones que trataré de enumerar.

En primer lugar, queda claro que lo que hay que explicar es el movimiento surgido del repudio al régimen corrupto de la oligarquía tradicional, con sus partidos incluso "izquierdistas". El "chavismo", o sea, la necesidad de un centro político para cambiar la cuarta República, precedió a Chávez, y después se apoyó en éste, siguiéndolo pero sin depender de él y lo utilizó para dar protagonismo a los trabajadores y oprimidos. No estamos ante el caudillismo clásico, sino en una nueva relación, confusa, desorganizada, pero real, entre los trabajadores e intelectuales progresistas venezolanos y su dirección. Chávez -a diferencia de Perón, que era autoritario y, además, claudicaba fácilmente en los momentos decisivos, pues tenía lazos de clase y de casta con sus enemigos-, por su origen popular, comprendió que el pueblo venezolano exigía democracia y abrió espacios democráticos, como el referendo revocatorio de todo funcionario público. Esa hambre de democracia quiere decir participación, ser protagonista de la vida nacional, igualdad ante la ley, o sea, fin de los privilegios de la oligarquía y de la corrupción, y también odio a la violencia como solución de los conflictos, que es en cambio el arma del imperialismo preparador de golpes y de la oligarquía llena de odio de clase y de raza y que desprecia al pueblo. Esta utilización de la democracia para legalizar sus conquistas y esta participación explica las ocho victorias electorales sucesivas y masivas de un hombre apoyado por débiles estructuras partidarias, explica el fracaso del golpe de Estado organizado por Estados Unidos y España, y lanzado por los empresarios, con sus agentes en las burocracias sindicales y en los partidos tradicionales, explica las 10 horas de fila para votar y el récord absoluto de asistencia a las urnas en un país donde el voto no es obligatorio.

Chávez, que el imperialismo tachaba de dictador y algunos demócratas exquisitos veían como un clásico militar golpista, se legitimó y ahora es el presidente americano con mayor respaldo popular elegido en una elección donde la oposición tuvo todas las posibilidades de derribarlo legalmente. šOjalá hubiera referendos revocatorios en los otros países donde la abstención es altísima y los presidentes no tienen consenso! La democracia como forma de autorganización popular y como forma de realizar cambios y reformas fundamentales, es revolucionaria. Las revoluciones de este siglo, como en Bolivia y Venezuela, no dependen, como en el pasado, de jefes esclarecidos, con ideas precisas, ni de pequeñas vanguardias que hagan de partera: la maduración y la cultura política populares son hoy mucho mayores y hay centenas de miles de líderes de base, anónimos, que reducen el espacio para el caudillismo clásico y para las burocracias partidistas. La relación entre las "bases" y su "dirección" transitoria (Chávez, por ejemplo) va desde abajo hacia arriba. Y la política neoliberal del gran capital financiero ha educado a millones de personas y zapado el consenso de las oligarquías. Bush ha recibido en Venezuela un golpe terrible. Su política está hecha trizas y no puede hacer nada porque depende del petróleo venezolano, que el precio del barril no supere los 50 dólares afectando seriamente la economía estadunidense. Las elecciones brasileñas y las uruguayas, a su vez, sin duda reflejarán la influencia de las venezolanas. Toda la situación latinoamericana ha cambiado.

ƑY ahora qué? El gobierno de un fundamentalista loco que tiene como doctrina la guerra preventiva no puede asimilar tranquilamente el golpe sufrido y conspirará y pagará conspiraciones, golpes y hasta invasiones de nuevos Castillo Armas. La oligarquía considera simios, infrahumanos, a los partidarios de Chávez y a Chávez y su equipo. Por más concesiones que el gobierno le haga, entrará en la senda del golpe o del asesinato, porque ya no puede movilizar una base que está desmoralizada. Además, el 41 por ciento que votó contra Chávez no es homogéneo: hay en esa cifra viejos nostálgicos de Acción Democrática, o restos de partidos de izquierda, sectarios y resentidos por haber perdido su base popular; hay sectores de clase media pobre, que si la economía sigue mejorando se desmovilizarán y comprenderán sus diferencias con los oligarcas promotores de una violencia que ellos también rechazan. La forma de diferenciar los sectores que se unieron en el Sí a la revocación de Chávez es no basarse en la exaltación del chavismo sino ofrecer políticas populares -vivienda, sanidad, educación, profundización de la reforma agraria, créditos a los pequeños agricultores y empresarios- financiadas por el petróleo y por la lucha a la corrupción y la evasión impositiva. Además, es posible afirmar el pluralismo y aprobar una ley para la comunicación que instituya un ombudsman para los medios y el derecho de réplica en ellos. O sea, avanzar hacia la quinta República, en democracia y con la democracia pero, al mismo tiempo, preparando al mundo contra el coletazo del caimán.

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