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México D.F. Miércoles 11 de agosto de 2004

Jorge García Ledezma

Ruta 61, el vaivén de una cultura

Me imagino por aquellas tierras del estado de Mississippi en gringolandia, primero en la época de la esclavitud y luego cuando el pueblo afroestadunidense pudo moverse a buscar jale a los estados norteños y demás. Sabemos que para las culturas africanas la cuestión musical es parte cotidiana y esencial de su vida, esos ejércitos de poderosas manos y piernas descubrieron nuevas formas de interpretación de la vida y de música también. Forzados y segregados conformaron una cultura muy fuerte y construyeron la carretera de mayor comunicación musical del mundo para los simples mortales más dispuestos en intervenir que convivir.

Todos los caminos de la música del mundo actual, no porque sea la única sino porque es la que más ha influido a lo largo y ancho del planeta, llegan y parten de la Ruta 61, en el llamado sur profundo (Deep South) principalmente en la población de Clarksdale enclavada en el estado de Mississippi por el delta del río con el mismo nombre, hacia el sur se llega a Nueva Orléans, donde proliferó el jazz a principios del siglo XX. Retomando la circulación hacia el norte de nuevo cruzando al estado de Tennessee, donde se encuentra Memphis, que luego sería otro centro musical con el llamado rock'n roll, mezclado con la música country de los güeros a mediados del mismo siglo. Pero desde antes las huestes de negros circulaban desviándose de la Ruta hacia San Luis y de ahí a Chicago. El jazz se establecería también después en Nueva York, que se volvió en otro lugar importante con la fusión de otros ritmos caribeños y de Sudamérica, así como europeos. Todas estas músicas ayudadas por el crecimiento tecnológico, la radio y la industria discográfica construyeron un puente hacia todo el mundo para seguir delineando las diferentes uniones de caminos; segundos y terceros pisos desde entonces y sin necesitar de la red virtual, fue la música global (ja, ja, ja).

El género del blues ha conquistado el mundo, pero éste nació de la pobreza en las chozas de los trabajadores del campo del delta del Mississippi. Y el delta permaneció pobre. Hoy día el área está aprendiendo a sacar provecho de su herencia y la música florece de nuevo.

El pueblo de Clarksdale, es lo más cercano a lo que es la cuna del blues. Ike Turner nació allí, Sam Cooke también. Bessie Smith murió allí. Nativos de sus alrededores pueden incluir a John Lee Hooker y su primo Earl Hooker, Muddy Waters, Charlie Patton, Son House, Sonny Boy Williamson (2), en un hotel de la Ruta 61 asesinaron al líder de los derechos humanos Mat Lut King y otros grandes. Un poco abajo del camino está Tutwiler, donde un nativo de Memphis el teacher WC Handy, esperando por su tren en 1903, oyó a un guitarrista solitario tocando el primer sonido documentado de lo que se puede reconocer como blues. Recorriendo el camino se puede hallar donde nació Howlin'n Wolf, James Cotton y donde el joven Muddy Waters alguna vez escuchó a Robert Johnson tocar, quedando pasmado y al hablar de él decía: ''El era un hombre peligroso -y él realmente usaba la guitarra, carnal-. Salí arrastrando la cobija, porque era muy pesado para mí".

En Clarksdale y Memphis, Tennessee, es bueno darse cuenta que hay más de la herencia acerca de la cultura popular que la industria de Elvis.

En el panorama de la Ruta 61 y en la intersección con la Ruta 49 se puede sentir la vibra donde Robert Johnson, el fantasma de la pre-guerra del blues del delta, se sostiene, vendió su alma al diablo por una destreza chida en la guitarra.

Mientras tanto, en la misma tierra nativa del blues, la conciencia empezó a despertar. El blues pudo haber lanzado su leyenda desde Chicago e ido a todo el mundo vía Londres, pero alguien que genuinamente quiera ver dónde nació la música que ha provocado cambios importantes en el mundo actual, dónde se conformó y proyectó sus primeras formas reconocidas, fue en el delta del Mississippi y en los caminos donde la Ruta 61 cruzaba, ahí es el lugar donde surgió todo.

Memphis es una parada obligatoria en la ruta para la ciudad de Chicago, este es otro sitio de fusión donde se grabó toda esa herencia después de la Segunda Guerra Mundial ya con los adelantos técnicos del momento y también se comenzaron a grabar los primeros hits de los güeros gringos, que habían asimilado a su manera la música del delta para nombrarla rock'n roll abriendo el panorama musical a otras rutas inimaginables y tan asombrosas que hoy día se mantiene girando, clamando unas y otras ejerciendo su libertad.

En la Ruta de la vida se van cruzando fronteras y se van quitando ataduras que no permiten continuar con lo que uno se plantea a veces o también por otro lado poder tomarse un simple descanso en alguna parte del camino, a estas alturas y echando un vistazo al panorama de esta gran música por el mundo, es una fortuna poder decir que la raíz del blues se sigue afirmando como uno de los reductos de celebración, convivencia, denuncia, diversión, malestar y amor con los demás.

Ser partícipe de ella trae consigo, no esa solemnidad del compromiso institucionalizado tampoco esas poses seudointelectuales, sino sólo las puras ganas de vivir con una actitud de fraternidad y aprendizaje, simplemente para continuar el viaje.

Todo el chorizo anterior, pero necesario es para resumir a que la Ruta 61 tendió un puente a la ciudad de la esperanza (yo creo que es por eso); y ahora el D. Fectuoso, chilangolandia tiene precisamente un lugar donde el blues puede llegar para cubrir un poco el hueco de lo que hace falta enraizar a los músicos nacionales. Este lugar es nada más y nada menos que el antro llamado la Ruta 61, que puede ser un principio para asentar a las bandas que interpretan el blues; donde se pueda sentir que habrá gente entendedora que alimente la posibilidad de tener, en un futuro, un verdadero lugar para nuestro blues de todos los días.

La Ruta 61 debe ser leal a ese peso histórico que lleva en el nombre, comenzar a refrescar la memoria, hacer su pacto con el Blue Demon en el cruce de las calles de Baja California y Nuevo León y traernos de regreso al blues, al cachondeo y acercamiento de las conciencias, a cantar y escribir la memoria de nuestro blúuuuus.

Los bluses son las raíces, lo demás son las frutas (Willie Dixon).

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