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México D.F. Miércoles 11 de agosto de 2004

Luis Linares Zapata

Las ambiciones y los odios

Las manipuladas circunstancias del presente han apresado entre dos realidades a parte sustantiva de las futuras opciones electorales de los mexicanos que las condicionarán desde ahora: las ambiciones y los miedos. Por la primera, las ambiciones, responde el actual presidente del PRI, Roberto Madrazo, que busca apoyos para llegar a 2006 como candidato de su partido. Los miedos son el acicate que impulsa al presidente Fox a optar por una tortuosa aunque efectiva ruta para eliminar al que identifica como el más molesto y antipático de sus oponentes. La conjunción de ambas pulsaciones forma un entramado que se despliega, ante la incrédula mirada de millones de mexicanos, como una aldaba que está a punto de iniciar su viaje para cerrar la puerta y alejar, de inmediato, lo que se considera un real problema para la estabilidad de la República, ésa que ellos amasan y esperan moldear con sus intereses combinados.

Así, la suerte de Andrés López Obrador como jefe de Gobierno y avanzado candidato a la presidencia entrará, en el próximo periodo legislativo, en una etapa de prueba, que bien puede ser terminal. Sobre su cabeza pende la amenaza del desafuero y la posterior inhabilitación de parte sustantiva de sus derechos políticos. Sólo dos fenómenos pueden salvarlo del destino que lo aguarda: la movilización popular inteligente e imaginativa que le acerque, en vez de ahuyentarle, mayores fuerzas es una de ellos, y el otro, un inesperado repunte de honestidad, independencia de criterio y voluntad de justicia del Poder Judicial. Dos áreas por demás difíciles de asir, orientar, de utilizar como medios de defensa. Nebulosa la primera y sitiada por las presiones la segunda. Pero que caen en el ámbito de lo factible.

Las ambiciones de Madrazo se han desbocado después de lograr asentar, como hechos ciertos, las semillas que había sembrado en Oaxaca y Tijuana. Funcionó la alianza Murat-Ulises sobre la informe coalición que aparentemente guió el señor Gabino Cué. La contribución a esa fórmula priísta que escenificó el perredista H. Sánchez, aunque lateral, resultó estratégica (por sospechosa) para inclinar la balanza de las simpatías de un electorado reacio a iniciar la aventura de soltar algunas amarras de su secular atraso. Los resortes financieros y el desgaste panista hicieron su trabajo de zapa en Baja California para permitir, con el auxilio de una inoculada desviación de la conducta ciudadana de una porción creciente de aquellos mexicanos, el triunfo de un personaje por demás erosionado por herencias malsanas del pasado. Y sobre esas dos pulidas, rectilíneas palancas, presentadas como concreciones imbatibles, se encarama Madrazo para lanzar sus retos y presentarse como el que sabe, el que puede, el sobreviviente al que nada ni nadie detiene en su forcejeo por llegar aún más lejos, más allá y hasta el infinito.

La enorme ventaja que López Obrados saca a Madrazo en la pelea por las simpatías del actual electorado, casi el doble, según miden algunas encuestas creíbles (De las Heras) es causa suficiente para que el priísta opte por la ruta más corta para sacar a su contrincante perredista del camino. Y si esa oportunidad entra en el horizonte de lo posible entonces será ensayada, que no quepa la menor duda. Los costos serán inevitables, pero los asumirá gustoso, ya sean para él mismo o para su partido. Las disculpas, los argumentos de defensa para tal actitud y accionar son ya ensayadas desde la ciudad de Guadalajara, donde se llevó a cabo un concordato legislativo del PRI. No habrá línea, cada priísta tomará la decisión que le dicte su propia conciencia, iluminada por estricto apego al derecho, anunció con desparpajo el dirigente. Sentencias que esconderán sus maniobras para lograr el desafuero y esquivar, con suave tono de voz, los entrevistos costos.

Pero, Ƒdónde quedaron los miedos de Fox en esta fórmula conjunta de malquerencias, arriba denunciada? Van enredados en su incapacidad para dar resultados, para concretar, aunque sea con pocos elementos, las promesas de hacer un gobierno de cambio. La reciente unión entre el PRI y el PAN para sacar las modificaciones a la ley del IMSS es una prueba que ha encendido todas las esperanzas de Fox. Quiere ir por más, por lo que falta y por todo. Así eliminará de su optimista visión lo que las encuestas le muestran con rebelde insistencia: el avance de López Obrador en las preferencias ciudadanas y la difusión de sus machaconas intenciones de apegarse a principios, a su austera conducta y, lo más temido, a sus particulares visiones sobre los que el tabasqueño juzga verdaderos intereses de los mexicanos. Y ahí, en esos recovecos tan profundos como inquietantes ven el foxismo y sus aliados los máximos peligros para acrecentar privilegios, para continuar sus manoseos financieros y para mantenerse en el poder. šNo llegará!, se dicen con energía creciente de coro altisonante y clasista. Ni siquiera será candidato; lo detendremos con el arsenal de la ley, con el castigo a las finanzas citadinas, con los pronósticos del caos, con abruptas caídas en las calificaciones de confianza y el incremento en los riesgos para la seguridad.

Para consolidar lo ansiado bien puede llegarse a una negociación que incluya y conjugue la satisfacción de las ambiciones madracistas y el apaciguamiento de los temores del foxismo y la derecha. Sacar las reformas que faltan con las mismas alianzas legislativas y restaurarle a Madrazo los soportes de los grandes grupos empresariales que se le escurrieron durante el pleito con Gordillo y la reforma fiscal. No es tarea simple, aunque sí lineal. Faltará por ver lo que le sucederá a un PAN al parecer ajeno a esta clase de arreglos y lo que pase en los tribunales o en el imaginario colectivo y en la calle.

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