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P O L I T I C A
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México D.F. Martes 10 de agosto de 2004

Marco Rascón

El 18 Madrazo de Bonaparte

Erguido sobre una y otra facción de su partido, heredero decadente de la estirpe priísta contra la república democrática, Roberto Madrazo representa el obstáculo oligarca de un país agotado, ínfimo, corrompido desde sus palacios, liberal y napoléonico, proveniente de la revolución, de las reformas liberales, pero al fin y al cabo despótico e insultante frente a la verdadera aspiración del pueblo de México.

En diciembre pasado Roberto Madrazo demostró a los oligarcas económicos que el PRI podía vetar las leyes del Ejecutivo y paralizarlo aun sin la foxista Elba Esther. Ahora en agosto, en alianza con la maestra se impuso sobre los priístas que votaron contra las reformas al IMSS y demostró otra vez a la oligarquía obtusa, propietaria de este imperio decadente llamado Estado mexicano, que él es la fuerza de los Bonaparte y que bajo su conducción viene el 18 brumario: la restauración de la vieja monarquía sexenal priísta.

Más allá de estas demostraciones legislativas y la prueba de que el bonapartismo madracista es una realidad mayoritaria en el Congreso, con las reformas al IMSS Roberto Madrazo -expresión de una clase de especuladores y agentes de trasnacionales- demuestra que todo ese viejo andamiaje de políticos y caciques no posee una credibilidad para unificar a la nación más allá de los intereses económicos a quienes sirve, pero que sí tiene la fuerza necesaria para impedir y obstaculizar gobernar a cualquier fuerza, así como para que el país se desarrolle en una perspectiva distinta a la de ellos.

En las recientes elecciones el poder del bonapartismo de Roberto Madrazo fue espectacular en sus alcances, pues para nadie es un secreto la enorme cercanía, confianza, sociedad de negocios y amistad de Jesús Ortega, dueño y propietario del aparato del PRD, con José Murat.

No obstante, el grupo de Ortega impuso la alianza con Gabino Cué contra Ulises Ruiz, candidato de Murat, sólo para reventar por dentro al propio Cué en la fase poselectoral. Es la vieja escuela del PST, fundada por Rafael Aguilar Talamantes y hoy convertida en academia por Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete en el PRD, y es la misma que han seguido en 1988, en 1994, en 2000, así como ahora en Oaxaca.

Es la misma que seguirán con Andrés Manuel López Obrador, pues su negocio es reventar por dentro y establecer lazos de "gobernabilidad", en este caso con Roberto Madrazo. Para ello preparan a Ricardo Monreal, dueño de Zacatecas, como presidente nacional del PRD.

Esta forma torcida de hacer política ya está en práctica, pues Zambrano, representante de la facción de Ortega, es el operador político de López Obrador ante los partidos políticos en el Congreso. Está presente también en el Plan Tlaxcala-Zinacantán (PTZ), que ya recorre Tlaxcala, imponiendo la candidatura de Maricarmen Rámirez y la lucha de su esposo Sánchez Anaya por la presidencia del DIF, lo que demuestra la inexistencia política y jurídica del presidente nacional Leonel Godoy. A pesar del acuerdo tomado durante el octavo congreso, que determinó explícitamente rechazar ese origen de candidatura familiar, los Ortega, apoyados por el PRI de Madrazo, han hecho todo para reventar al PRD en Tlaxcala.

En esa ruta del PTZ transita Oaxaca, donde, por una parte, reventaron la identidad del PRD en la alianza con el PAN, para luego favorecer a Ulises Ruiz, y luego tronaron a Gabino Cué desde dentro de la coalición pragmática. Carlos Navarrete pasó de ser vocero y agresivo declarante a un desaparecido en Oaxaca.

El plan de desintegración de la identidad perredista llegó desde hace meses a Zinacantán, cuando el PRD se entregó a los viejos cacicazgos y actuó en contra de los sectores zapatistas. El diente del bonapartismo se extendió hasta allá.

Quizás todo esto fue parte de los tratos que el grupo de Jesús Ortega estableció con Roberto Madrazo en 2003 en la casa de Carlos Ahumada bajo el auspicio de Rosario Robles, lo que seguramente existirá en video, pero cuyo propietario, el propio Madrazo, nunca dará a conocer, salvo si es necesario, pues ellos han sido los autores del guión y la gran producción cinematográfica.

La restauración priísta, representada por Roberto Madrazo, es un clásico de fin de régimen. Los años 2000-2004 equivalen al periodo francés de 1848 a 1851: la derrota de la insurrección obrera, la frustración de la república y la restauración de Bonaparte como emperador. No obstante, hay una falla en este esquema: Roberto Madrazo gana poder y estructuras, pero su sola candidatura deprimirá al país, dividirá a su partido y convocará a la nación a una insurrección patriótica, pues México no podría tener peor suerte que con Madrazo de presidente. Sería la suma de Santa Anna, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, Gustavo Díaz Ordaz y Carlos Salinas: el eje del entreguismo-autoritarismo sobre los cascajos y en nombre de un imperio en ruinas que se llamaría México.

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