Jornada Semanal, domingo 8 de agosto de 2004        núm. 492

NAIEFYEHYA

ESPERANDO EL APOCALIPSIS EN LA CASABLANCA

Cristo, Florida y las elecciones

Durante un debate televisado entre los políticos del Partido Republicano que luchaban por obtener la nominación como candidatos a la presidencia, George W. Bush sorprendió incluso a la derecha conservadora cuando a la pregunta de quién era su filósofo preferido respondió sin titubear diciendo: "Jesús." Lo que en aquel momento pareció una calculada estrategia provocadora con el fin de conquistar el voto de los más de cuarenta y cinco millones de evangelistas, resultó ser uno de esos pocos momentos de honestidad en la vida de un político. Bush, el cristiano renacido, no temía al ridículo, estaba convencido de que conquistaría la presidencia ya que esa era la voluntad divina. Por supuesto que el Señor requirió de algunos trucos sucios para llevar a cabo sus deseos, como eliminar a miles de votantes (negros y de bajos recursos) del padrón en Florida, así como relegar el resultado de la elección a la decisión de la Suprema Corte de Justicia. En señal de gratitud, una vez en la presidencia, Bush abrió de par en par las puertas de la Casa Blanca a los extremistas y fanáticos que hoy orientan sus acciones al respecto de una variedad de políticas, en particular en lo relativo al destino del Cercano Oriente.

"Dispensacionalismo" y salvación

Para los evangelistas fundamentalistas, por lo menos desde finales del siglo XIX, la Segunda Venida de Cristo sólo puede tener lugar si Israel vuelve a extenderse hasta las fronteras que tenía en tiempos bíblicos. Por lo tanto la creación del Estado de Israel al término de la segunda guerra mundial fue considerada una señal del cielo y la mera idea de crear un Estado Palestino en esa tierra les parece a estos devotos una amenaza inaceptable. Por eso hoy estos religiosos abogan sin el menor pudor por la expulsión de los árabes de "tierra santa" y por la destrucción de la mezquita de al Aqsa. Para esto numerosos militantes religiosos llevan a cabo colectas y campañas de apoyo a los políticos más racistas y antiárabes de Israel. El gobierno de Tel Aviv ha aceptado esta siniestra alianza con grupos sionistas cristianos a pesar de saber que los evangélicos creen que cuando Israel conquiste su territorio ancestral tendrá lugar el Armagedón, donde la mayoría de los judíos serán eliminados y sólo 144 mil se salvarán al aceptar a Cristo (según Hal Lindsey, uno de los principales portavoces de estas ideas). Esta teología aparentemente nacida en Inglaterra se denomina "dispensacionalismo premilenario" y señala que la existencia de Israel es indispensable para la aparición del anticristo y para propiciar las condiciones para el Apocalipsis. En 1839 el evangelista Lord Shaftesbury anunció su apoyo a la creación de un Estado judío en Palestina, no con una finalidad humanitaria sino con la intención de cumplir las profecías de las Escrituras y con la esperanza de agasajar al Señor y poner a Inglaterra en la lista de las naciones favoritas de Dios. Estas ideas fueron exportadas a Estados Unidos y otros países incluso antes de que Theodor Herzl lanzara su movimiento sionista judío en agosto de 1897. Curiosamente, Lord Arthur Balfour, quien dio legitimidad a este movimiento con la declaración de 1917 que lleva su nombre, creía fervientemente en las profecías bíblicas.

El Rapto

Para entender mejor estas visiones es recomendable sumergirse en la prosa esquizofrénica y cataléptica de Tim LaHaye y Jerry Jenkins, autores de la serie de doce novelas The Left Behind, donde se narran los últimos días de la tierra tras el Rapto, esa curiosa doctrina cristiana que no es mencionada en la Biblia y que nace alrededor de 1830, en la que se describe cómo al final de los tiempos los justos comenzarán a flotar encuerados en camino a reencontrarse con Dios en el paraíso, mientras que los demás nos quedaremos aquí esperando que Cristo nos castigue con toda la furia que ha acumulado en más de dos mil años. Los libros de LaHaye y Jenkins han tenido un éxito prodigioso y con más de docenas de millones de ejemplares vendidos su impacto ha sido enorme.

En las últimas décadas el Movimiento Sionista Cristiano ha ejercido enorme presión, mediante cabildeo, campañas de cartas, visitas, correos electrónicos y llamadas telefónicas por millones, no solamente para impedir la creación de un Estado Palestino sino también para evitar que la Casa Blanca condene aun las acciones más brutales de las tropas de ocupación israelíes en Gaza y Cisjordania, como fue la masacre de Jenin de abril de 2002. Hoy los extremistas del equipo Bush tienen aspiraciones más ambiciones y avanzan vertiginosamente en la preparación de las condiciones para un feliz fin del mundo.