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E C O N O M I A
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México D.F. Sábado 7 de agosto de 2004

Víctor M. Quintana S.

Acuerdo de la OMC: alcances y límites

Entre la celebración y el escepticismo. Así pueden tantearse los ánimos luego de concertado el acuerdo marco de último momento el pasado 31 de julio en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra.

El acuerdo estipula que los países industrializados, sobre todo Estados Unidos, la Unión Europea y Australia van a reducir los subsidios a sus exportaciones agrícolas que son del orden de 300 mil millones de dólares anuales. Asimismo prevé que los países industrializados y en vías de desarrollo podrán designar un número limitado de productos "sensibles" que podrán proteger. En cambio, los países pobres bajarán sus tarifas a la importación de bienes industriales.

El acuerdo marco del pasado sábado viene a ser un salvavidas para la OMC.

Luego del fracaso de la reunión ministerial en Cancún, en septiembre de 2003, las negociaciones de la ronda de Doha, iniciadas en 1991 estaban gravemente atoradas. La vigorosa movilización social en las playas mexicanas, aunada a la postura cerrada de los países industrializados, hizo peligrar no sólo la ronda, sino el futuro todo de la OMC. Ahora, en una reunión ante la que no hubo movilizaciones de la sociedad civil, se logran acuerdos mínimos para relanzar el proceso de liberalización comercial planetaria. Aunque no se logran precisiones ni compromisos muy concretos, según los analistas, se supera el impasse.

Quienes celebran el acuerdo marco son variopintos. En primer lugar, el representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, para quien la decisión es "un paso crucial para el comercio global". El Banco Mundial lo convierte en la panacea: "inyectará cientos de miles de millones de dólares a la economía mundial y sacará de la pobreza a 500 millones de personas". Los presidentes izquierdistas Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil, y Ricardo Lagos, de Chile, consideran que los países subdesarrollados podrán incrementar sustancialmente sus exportaciones agrícolas, gracias a la eliminación de subsidios de los países desarrollados. Por su parte, el negociador comercial de México, Angel Villalobos, no se fija en los supuestos beneficios para nuestros agricultores, sino se convierte en vocero del gobierno de Bush. Para él, el acuerdo marco de Ginebra "ayudará a quitar el freno a las negociaciones para crear en las Américas la zona de libre comercio más grande del mundo" (ALCA).

Las organizaciones de la sociedad civil mundial son muy críticas. Algunas señalan que no es tanto el problema del acuerdo, sino el relanzamiento de una nueva ronda de liberación comercial, que será catastrófica para los países pobres y para el medio ambiente. Otras insisten en que la baja de aranceles a los productos industrializados llevará a la desindustrialización de muchas naciones pobres o en vías de desarrollo.

Las perspectivas de que el nuevo acuerdo tenga pronto impactos favorables para los pobres no son muchas. En primer lugar, porque la eliminación de los subsidios agrícolas no tiene fijados ni plazos ni volúmenes. En segundo, porque no se ve que Estados Unidos o la Unión Europea vaya a cambiar de política agrícola antes de 2006. En tercero, porque las organizaciones de productores de esos países ya están presionando en sentido contrario al acuerdo: la Asociación Norteamericana de Cultivadores de Maíz critica el corte de los subsidios a la exportación, cuando se mantiene una política de bajos precios internacionales de los bienes agrícolas. Y, por último, porque en dicho acuerdo no se estipula nada que impida que los países ricos sigan inundando el mercado internacional con productos agroalimentarios a precio dumping.

El balance luego del acuerdo de Ginebra tiene sus claroscuros. Los defensores de la OMC dicen que se volvió a poner en la vía al tren de la OMC descarrilado en Cancún. Los críticos reconocen esto pero advierten que esto no resuelve de fondo los problemas de esta organización, que requiere una profunda e inmediata reforma. Señalan, además, que hubo dos avances para los países pobres y en vías de desarrollo: el primero es que el nuevo impulso a la liberalización no contiene ahora aspectos tan lesivos como el de las inversiones. Y el segundo, que por primera vez un grupo de países en desarrollo, el Grupo de los 20, bien liderado por Brasil, China, India y Argentina, arranca, así sea todavía un logro que ha de concretarse, el acuerdo para que los países ricos dejen de subsidiar sus exportaciones agrícolas.

Ahora bien, todas estas negociaciones y el propio acuerdo, se hacen prácticamente a puerta cerrada, sin la presencia en las calles ginebrinas de los globalicríticos. Habría que ver qué destino le depara al recién encarrilado tren de la OMC cuando vuelva a encontrarse con el obstáculo del activismo de la sociedad civil planetaria.

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