LETRA S
Agosto 5 de 2004
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ls-thailandia18 Las jugosas ganacias de big Pharma

El siguiente discurso fue pronunciado como parte de un debate sobre las patentes, la elaboración de medicamentos genéricos, y el VIH/sida, durante la XV Conferencia Internacional del Sida en Bangkok.

Walden Bello
 
 

Cada vez un número mayor de personas cuestiona a las grandes compañías farmacéuticas, o como se les conoce hoy en círculos empresariales, los big Pharma. Cada vez más gente se pregunta: ¿Son los big Pharma parte de la solución o parte del problema?

Mientras Naciones Unidas y otros organismos trabajan con gobiernos de África y Latinoamérica para frenar la ola de infecciones, big Pharma ha procurado que el gobierno de Estados Unidos recurra a mecanismos como el bloqueo de ayudas para presionar a Sudáfrica a que anule su nueva ley de licencias obligatorias que permite la fabricación de fármacos antirretrovirales más baratos (copias genéricas de los medicamentos patentados). También ha amenazado con demandar al gobierno sudafricano por violar los derechos de patentes. Llegó incluso a servirse del entonces vicepresidente Al Gore para que presionara al presidente sudafricano Thabo Mbeki.

Cuando en noviembre del 2001, durante el cuarto encuentro ministerial de la Organización Mundial del Comercio se adoptó una declaración según la cual la salud pública tenía prioridad sobre los derechos de propiedad intelectual, big Pharma dedicó dos años a tratar de socavar dicho acuerdo presionando a países para que impusieran condiciones onerosas a la venta de medicamentos genéricos por parte de países en desarrollo con capacidad para fabricarlos, hacia aquellos desprovistos de ella.

Cuando se trata del VIH/sida, a big Pharma le preocupa menos salvar vidas que proteger sus propias patentes y reforzar su interpretación del acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, así como limitar las licencias obligatorias, impedir la exportación de fármacos (genéricos) fabricados bajo dichas licencias, y bloquear las importaciones paralelas (tanto de medicamentos de marca como genéricos).

¿Qué hay detrás de esta actitud insensible? Esta es la lógica de big Pharma: Sin la muy amplia protección que exige para sus patentes, sin las jugosas ganancias que se desprenden de dicha protección, no habría ni investigación ni desarrollo, ni innovación ni descubrimientos, y de este modo mucha más gente moriría de sida y otros padecimientos. Así que cuando usted oiga por parte de la Organización Mundial de la Salud que la mayoría de los medicamentos patentados rebajan de veinte a cien veces su costo de fabricación, no se enoje: Recuerde que no se trata aquí de precios de mercado, sino de precios de monopolio destinados a seguir respaldando la investigación y el desarrollo.
 
 

Mitos y realidades

La posición de big Pharma respecto a la necesidad y eficacia de la investigación y el desarrollo se basa en una serie de mitos y distorsiones obvias, de las cuales analizaremos aquí sólo algunos. big Pharma intenta destacar el hecho de que sólo sus esfuerzos son la clave del desarrollo de fármacos, y que ésta es la razón por la que debemos aceptar los precios de monopolio que imponen a los fármacos. Al respecto fue típico el reclamo de Burroughs Wellcome (hoy parte de Glaxo Wellcome) de haber descubierto la azidotimidina, o AZT. De hecho quien lo hizo fue el equipo de un organismo público, el Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos, en colaboración con investigadores de la Universidad Duke.

Entre los alardes de big Pharma figura el estar desarrollando actualmente 73 fármacos contra el sida. Miren de cerca y descubrirán que la mayoría de las compañías involucradas en esta investigación reciben apoyos sustanciales por parte del gobierno a través de investigadores a su vez respaldados por los Institutos Nacionales de Salud. En otras palabras, big Pharma dice que hace investigación y desarrollo, pero lo que hace en realidad es absorber al máximo el dinero de los contribuyentes para desarrollar medicamentos que son básicos e indispensables para preservar la vida.

Big Pharma alega que es necesaria una estricta protección de las patentes porque se requiere de 500 millones de dólares para colocar tan sólo un medicamento en el mercado. Como lo señala un experto en industria farmacéutica, Merrill Goozner, profesor de periodismo en la Universidad de Nueva York, se trata de una cifra que es falsa por varias razones --una de ellas es que la mayoría de los llamados nuevos medicamentos no son precisamente novedades clínicas. De hecho, 40 por ciento de la investigación y desarrollo industrial se dirige a producir variaciones mínimas de fármacos ya existentes, y no a producir otros nuevos.

Además, muchos de los supuestos costos del desarrollo de fármacos se destinan a gastos de una mercadotecnia diseñada para convencer a la gente que compre diversas versiones del mismo medicamento. El sector de mayor crecimiento en big Pharma es el mercadotécnico, no el de investigación y desarrollo.

Otro costo, que se factura en la cifra de los 500 millones, es el de los elevados sueldos de las capas ejecutivas de diversas compañías farmacéuticas. big Pharma garantiza un reembolso de 20 por ciento sobre la inversión, lo que la vuelve la industria más rentable en Estados Unidos.

De manera creciente, según The Toronto Star, "big Pharma ya no inventa fármacos. Obtiene las licencias de compañías menores por todo el mundo, o de plano las compra al adquirir las compañías que tienen esos derechos, endosándole al consumidor los altos costos de dicha operación." Los consumidores de fármacos en el mundo entero soportaron la carga, en forma de precios más elevados, de la reciente adquisición que hizo Pfizer de la Warner Lambert and Pharmacia Corporation.

Lo que se dispone a realizar la industria no es innovación sino variaciones del mismo medicamento o terapia, y es esto por lo que debe aferrarse de tal modo a las patentes existentes, ya sea en fármacos contra el VIH/sida o para tratar enfermedades tropicales, o contra el cáncer. En pocas palabras, esta industria se está transformando en una nueva clase de rentistas --una clase cuyo ingreso procede de rentas inmobiliarias o de intereses hipotecarios u otros tipos de inversiones.
 
 

Walden Bello es profesor de sociología y administración pública en la Universidad de Filipinas y director ejecutivo de Focus on the Global South, un instituto que opera en Bangkok, Tailandia.
Versión editada de la ponencia en la XV Conferencia Internacional de Sida en Bangkok.
Traducción: Carlos Bonfil.