LETRA S
Agosto 5 de 2004
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Crónica Sero

Por Joaquín Hurtado

X me llama y habla desto y delotro y al final de la cháchara desliza, como si fuera una moruza en la morralla del chisme: ¿Y tú no vas a Bangkok? "No ¿y tú?", le reviro. "¡Pues claro que debo ir, ya ves que soy De-le-ga-da!", responde ella, con falso fastidio. Lo olvidé: X es presidenta de no sé que yerbas de una coalición mundial de mujeres contra el sida.

Este año en Tailandia se reúnen burocracia mundial, científicos y cientos de turistas del aids a jugar con cifras, lamentaciones, y tomar cocteles de mil dólares en una orgía de escasos orgasmos científicamente probados. Una semana de endogamia brutal para concluir después de extenuantes deliberaciones: "Señor VIH: con la novedad que no hay novedad, que todo sigue igual, que la fiesta continúe."

X padece el síndrome de nuestra Primera Dama. O al revés, ya ni sé: la misma descarada frivolidad en sus miradas de nuevas ricas, las mismas pupilas oportunistas cargadas de inconfesables ambiciones por querer ser alguien usurpando banderas y escaños, idéntica impostura en el andar y erguir la cabeza como si posaran para el escultor de su estatua eternizadora. La misma desmedida impudicia de vivir dando dádivas para ser retratadas por los cronistas del socialité oenegero como posmodernas Teresas de Calcuta.

Ay damas de frágil neurona, que juegan a ser las empoderadas del vecindario, aunque las madree el amante.

No hay fundación capaz de soportar sus desplantes de grandeza, no hay Encuentro, Congreso o Comité que les aguante el paso, no hay vasallos suficientes para cargar sus veintemil maletas de trapos en su vuelo trasatlántico con escalas y destino final en San José de las Tunas, en sus incansables periplos por el mundo del (poco) dinero de la Cooperación Internacional.

Nada más odioso que oírlas empalagarse cuando dicen "mis enfermitos", "mis niñas", "mis jotitos taan vulnerables" si hablan de ti, de mi y de los que ni conocen ni quieren su ayuda. Nada más asqueante cuando ponen carita de yonofuí cada vez que son llamadas a cuentas por sus cursis babosadas. Nada más exasperante cuando pierden a buena ley y de inmediato reclaman inequidad de género, y ven complots de machos misóginos y jotas rencorosas, las mismas jotas que casualmente se mueren no sólo en la estadística sino en la ignominia.

¿Que no saben inglés?, para eso se arrequintan el escote y fruncen sus labios carnositos. ¿Que las feministas las escupen, las académicas las tupen, las activistas las humillan? Para eso corren a besar el dedo pedófilo del señor obispo y firman desplegados contra el aborto y a favor de la abstinencia. ¿Y el condón? ¡Eso es cosa de maricas!, dicen en corto. Pero, perras, juran promoverlo si el hulito viene envuelto en miles de dólares. Buen viaje a Bangkok, queridas.